–¡Como tardes dos minutos más, me voy sin ti! –Oliver alza la voz desde el salón, dirigiéndose a su hija.
–¡Ya voy! –responde ella.
Brooke se asegura de que lo poco que tiene que llevar a clase está en su mochila, junto a su cartera y su móvil, y por fin se cuelga la mochila al hombre y sale de la habitación. Baja las escaleras dando pequeños saltitos, encontrándose a su padre en el salón.
–Ya estoy aquí. A tiempo –dice en cuanto se sitúa a su lado.
–Por poco –bromea él.
–Buena suerte a los dos –aparece Gabriella en ese momento–. Aunque no la necesitaréis, ¿no?
Los dos se despiden de ella y salen de casa, dirigiéndose al coche. Pero, justo en ese momento, la señora Myers y su hija, Ruby, se están acercando a ellos. Se detienen antes de entrar en el coche cuando les llama.
–Buenos días, Oliver. Brooke –la mira a ella también y Brooke sonríe un poco, con amabilidad–. ¿Te importa que mi hija vaya con vosotros? Ni su padre ni yo podemos llevarla hoy, y no queremos que llegue tarde –explica ella cuando se coloca junto al coche.
–Claro, sin problema –dice Oliver–. Vamos.
–¡Genial! Muchas gracias.
Se despiden de ella y los tres se meten en el coche; Brooke y Oliver en la parte de delante y Ruby en la trasera, justo detrás de Brooke.
El camino hacia el instituto lo hacen en silencio, sólo con la música de la radio sonando por debajo, y en 10 minutos Oliver detiene el coche en la entrada del instituto. Ya hay bastantes personas entrando, y Brooke se gira hacia su padre antes de salir.
–Pues nada, me voy ya –comenta.
–¿Quieres que te acompañe a la puerta para que no te pierdas? –bromea él.
–Já, qué gracioso, papá –Brooke pone los ojos en blanco, bromeando, y Oliver ríe–. Avísame después si puedes venir a recogerme, sino iré andando.
–Te avisaré –asiente con la cabeza–. Suerte.
–Igualmente –se inclina a darle un beso rápido en la mejilla. En ese momento, recuerda que Ruby sigue sentada en la parte trasera del coche. No ha dicho nada en todo el camino–. Vamos, Ruby.
–Adiós, señor Stone, gracias por traerme –murmura ella mientras sale del coche junto a Brooke.
–No hay de qué. Hasta esta noche.
Cierto. Esa noche es la cena con los vecinos. Brooke ni siquiera se acordaba.
Brooke se despide una vez más de su padre con un gesto de la mano cuando cierra la puerta y las dos se giran para entrar de una vez en el instituto. Siente las miradas de todos puestas sobre ella, y no sabe si es sensación suya o realmente es así. Sinceramente, no le importa.
–¿Me dices dónde está dirección? Tengo que hablar con la directora antes de ir a clase –Brooke mira a Ruby, quien camina a su lado sin decir nada.
–Eh… claro. Si quieres, te acompaño.
–Perfecto.
Las dos entran en el centro y Brooke sigue los pasos de Ruby hacia dirección, donde se detiene a los pocos minutos. Está cerca de la entrada.
–Gracias. ¿Nos vemos después?
Brooke se gira hacia ella. Ruby asiente y se marcha, dejándola allí frente a la puerta. Se queda mirándola unos instantes antes de girarse hacia la puerta y dar un par de toques, escuchando un adelante casi al instante.
–¿Se puede? –pregunta asomando la cabeza.
–¡Claro! Tú debes de ser… Brooke Stone, ¿verdad? –la directora se levanta de la silla con una gran sonrisa.
Ella siente mientras cierra la puerta a su espalda y se acerca a le mesa, apretando suavemente la mano de la mujer cuando se la tiende. Se sienta en una de las sillas que hay frente a ella, dando un rápido vistazo al despacho y viendo como hay varios diplomas colocados en una pared de ésta.
–Bien, pues bienvenida a Roosevelt High School. Yo soy Regina Smith, la directora del centro –comienza a hablar la mujer, ahora sentada frente a ella–. Sé que puede ser complicado empezar en un nuevo instituto, en una nueva ciudad y con las clases ya empezadas, pero me aseguraré de que puedas ponerte al día y que todo vaya genial.
Brooke asiente conforme va hablando la directora Smith, atenta a lo que va diciendo.
–Mira, este es el horario. Hemos revisado tus asignaturas de tu anterior instituto, y hemos intentando ajustarlo lo más parecido posible –ese inclina y deja un papel en sus manos. Brooke le echa un rápido vistazo antes de volver a levantar la vista–. Esta la llave de tu taquilla, la 316 –se levanta mientras Brooke coge la llave y se queda mirándola–. Y estos son tus libros. Ahora Evelyn te acompañará a tu taquilla y te enseñará un poco el instituto.
–¿Evelyn?
–Sí, es una de tus compañeras. Le pedí el favor de que te enseñara el instituto, y no dudó en aceptar. De hecho, ya tendría que haber… –es interrumpida cuando alguien da un par de toques a la puerta–. Debe ser ella. ¡Adelante!
Brooke se gira a tiempo de ver como la puerta se abre y aparece una chica alta –casi de la misma estatura que ella– y delgada. Tiene el pelo castaño claro corto, peinado hacia un lado, los ojos marrones y la piel clara, donde se diferencian pecas en la zona de la nariz y las mejillas. Desde su posición, Brooke puede ver que lleva un aro finito como piercing en la nariz.
–¡Evelyn! Justo estaba hablándole de ti.
–Espero haber llegado a tiempo. He perdido el bus –habla ella, jadeando un poco.
–Sí, sí. No te preocupes –la directora Smith sonríe–. Bien, Brooke. Ya puedes irte. Evelyn te enseñará todo. Y, cualquier cosa que necesites, no dudes en buscarme.
–Gracias –ella sonríe amable antes de levantarse de la silla.
Guarda el horario en la mochila, coge los libros con ambos brazos y la llave, y sale del despacho junto a Evelyn, quien la mira con una sonrisa cuando las dos se encuentra en el pasillo. Éste se encuentra completamente vacío, ya debe de estar todo el mundo en clase.
–Deja que te ayude –le dice Evelyn a Brooke, cogiendo varios de sus libros.
Editado: 05.12.2020