Brooke entra en casa con la respiración agitada, dando el último sorbo a la botella de agua y terminando el contenido de ésta. Salió a correr hace una hora, para aprovechar también y dar un vistazo a los alrededores, y acaba de llegar a casa.
–¿Necesitas un médico? –bromea Gabriella desde el salón.
–De momento, no –ríe ella y se acerca a su madre–. ¿Papá aún no ha llegado?
–Llegará en un rato, no tardará mucho más.
–Vale. Yo voy a darme una ducha. ¿A qué hora vienen los vecinos?
–Dentro de… –echa un vistazo al reloj–. Dentro de una hora, más o menos.
–Perfecto, pues voy a darme una ducha y prepararme. ¿Me visto de gala? –bromea ahora Brooke, sonriendo divertida.
–Claro, no lo dudes –Gabriella ríe–. Voy a terminar de preparar la cena, aunque Rose dijo que traería algo. ¿Qué te apetece cenar?
–Lo que sea –se encoge de hombros.
Gabriella se marcha a la cocina y Brooke, por otro lado, sube a su habitación a darse una ducha cuanto antes. Allí, elige el conjunto que se pondrá para esa noche, el cual consiste en unos vaqueros y una blusa roja, y entra por fin en el cuarto de baño, dejando todo preparado sobre la cama.
Con la música de fondo, se mete en la ducha y se relaja bajo el agua caliente durante unos minutos. Aún no ha terminado el día y ya está bastante cansada. En cuanto llegó de clase, terminó de completar unos apuntes que había dejado a medias –después de haber hablado unos minutos con su madre– y decidió salir a correr un rato, para no perder la rutina que tenía en su antigua ciudad.
Tras un buen rato bajo el agua, decide salir de una vez antes de que se le haga más tarde. Así que se enrollo el cuerpo en una toalla, se deja el pelo mojado caer sobre su espalda y sale del cuarto de baño. Se asegura de que la puerta está cerrada antes de vestirse rápidamente.
–¿Se puede? –Oliver da un par de toques a la puerta.
–Sí, pasa.
–Ahora lo he hecho bien, ¿no? –aparece con una sonrisa en la habitación y Brooke le mira, divertida–. ¿Qué tal te ha ido el primer día?
–Bien, agotador, aburrido –se encoge de hombros–. Como cualquier día en cualquier instituto.
–¿Ya has hecho alguna amiga? ¿O amigo?
–En un día no se puede conocer a nadie y considerarla tu amiga o amigo. Pero sí, además de Ruby, he pasado el día con una chica que se llama Evelyn. Me enseñó el instituto y luego comimos juntas y tal –se gira a poner a cargar un poco el móvil–. Y después hablé un poco con dos chicos, Max y Jack.
–Entonces, bien, ¿no?
–Bueno, por esa parte sí.
–¿Y por la otra parte? –Oliver alza las cejas, curioso.
–Hay dos chicas, Charlotte y Lexy. Las típicas que se creen el centro del mundo –suspira–. Apenas he hablado con ellas, pero ya me caen mal.
–Me imagino –él ríe–. En un día no puedes ser amiga de nadie, pero sí te puede caer mal una persona, ¿no?
–Es diferente –se encoge de hombros, riendo–. ¿A ti te ha ido bien?
–Me ha ido bien –asiente con la cabeza–. Bueno, me voy a dar yo una ducha y prepararme para la gran cena que tenemos esta noche.
Brooke ríe al notar el tono irónico en su voz y se vuelve a quedar sola cuando Oliver se marcha a su habitación, cerrando la puerta al salir. Se acerca a mirar la hora en su móvil y ve cómo aún queda poco más de media hora para que lleguen los vecinos, así que decide bajar a ayudar a su madre a terminar de preparar la cena.
Y a la hora justa, el timbre de la casa suena un par de veces, justo cuando acaban de terminar de preparar la mesa para todos.
–Yo abro –se adelanta Oliver, quien no ha tardado más de 10 minutos en ducharse y unirse a ellas.
Se escuchan las voces de los vecinos entrando y saludando a Oliver con alegría. Gabriella y Brooke deciden salir de la cocina y se acercan también a saludarles.
–Buenas noches –saluda Brooke desde un lado del salón.
–¡Brooke! Qué guapa estás –exclama Rose con alegría.
–Gracias –responde ella sonriendo un poco, para no parecer borde.
Demasiada efusividad, piensa Brooke.
–Hemos traído esto –levanta una bandeja que sujeta con ambas manos.
A un lado, Oliver y Philips están hablando de algo que Brooke no logra escucha desde su posición.
–Genial –Gabriella sonríe–. ¿Nos sentamos?
Todos ocupan un sitio en la mesa en pocos segundos. Brooke queda sentada al lado de Ruby, quien le sonríe ampliamente cuando sus miradas se cruzan.
–Bueno, ¿qué tal tu primer día, Brooke? –le pregunta Philips, sirviéndose su plato.
–Eh… bien, como cualquier día de instituto –se encoge de hombros.
–Ruby nos ha dicho que habéis comido juntas. Y que después habéis vuelto juntas de clase –interviene Rose, de nuevo, con esa sonrisa permanente en su rostro. Brooke asiente–. Qué bien. Acabaréis siendo grandes amigas.
Le lanza una mirada a su hija y Brooke la imita, viendo como ella vuelve a sonreír ampliamente. No tarda en asentir de nuevo con la cabeza y una leve sonrisa antes de centrarse en su plato y empezar a cenar. Su madre le ha preparado un gran plato de ensalada de pasta con setas y verduras, cosa que agradece después de casi no haber comido nada desde el mediodía.
La cena transcurre tranquilamente. Los padres hablan entre ellos y las chicas intercambian varias palabras, comentando lo que han hecho esa tarde cuando volvieron de clase y hablando de que al día siguiente pueden ir de nuevo juntas a clase.
–Brooke –Philips se dirige de nuevo a ella–. ¿No pruebas lo que ha preparado Rose? Está riquísimo.
–Es que soy vegetariana –hace una mueca de disculpa, lanzando una mirada al gran plato preparado por su mujer. No sabe realmente lo que es, pero diferencia grandes trozos de carne en ella–. Pero seguro que está bueno.
–¿Vegetariana? –repite y ella asiente, dando un nuevo bocado a su comida. Está a punto de terminarlo–. ¿Desde cuándo?
Editado: 05.12.2020