–¿Incómoda? –Jack la mira, sentado en el borde de su cama mientras ella da vueltas por la habitación de él–. y siéntate, que me estás poniendo nervioso –añade, mirándola divertido.
–Sí, incómoda –dice Brooke, acercándose a él finalmente–. Era todo como muy fingido, ¿sabes? Las sonrisas, la amabilidad de siempre… parece que están actuando en todo momento. Incluso Ruby. ¿Te puedes creer que me preguntó si me había acostado contigo?
–¿Qué? –Jack la mira, incrédulo, antes de romper a reír–. ¿En serio?
–En serio –Brooke se sienta a su lado, cruzándose de piernas–. Estuve a punto de mandarla a la mierda, pero sólo me fui a mi casa. ¡Pero ella quería que me quedase a dormir en su casa después de eso! –suspira–. Hay cosas de ella que no entiendo, y cuando intento preguntarle… cambia de tema. Siento como que ella conoce demasiadas cosas de mí, pero yo de ella no.
–Pues díselo. No es justo que ella lo sepa casi todo de ti y tú de ella no, ¿no?
–Sí, pero ella insiste en que no tiene nada especial que contar, que todo en su vida en su vida es demasiado monótono y aburrido.
–Pues dile tú lo mismo y punto –Jack se encoge de hombros–. Venga, hablemos de otra cosa, suficiente Ruby por hoy.
–Vaaaale –Brooke sonríe.
Jack agarra una de sus manos y tira de ella hasta sentarla en su regazo. Coloca una de sus manos en su nuca y, sin esperar más tiempo, acerca su rostro al de ella y la besa con lentitud. Brooke coloca sus manos en su cuello, acariciando la parte baja de su pelo corto, y el beso se profundiza un poco más cuando él coloca sus manos en su cintura.
Brooke sonríe encima de sus labios pocos segundos después, recuperando un poco la respiración, y separa su rostro unos pocos centímetros.
–¿Esta es tu forma de hablar de otra cosa? –Brooke enarca una ceja, sonriendo de lado.
–Es un tema de conversación que me encanta –él también sonríe y ella ríe.
Está a punto de volver a acercarse a él para besarle, pero un par de toques en la puerta de la habitación de Jack la interrumpen, así que se separa de él rápidamente y vuelve a sentarse a su lado.
–Pasa –avisa Jack a quien sea que haya llamado.
Su madre parece apenas un instante más tarde. La conoció cuando llegó esa tarde a su casa, y al instante en que la recibió, le cayó genial igual que lo hizo su hijo en cuanto lo conoció.
Y pudo ver el gran parecido que tenía su hijo con ella. Piel morena, ojos claros y la misma forma en labios y nariz. En lo único en lo que se diferencia es que ella es de pelo claro, casi rubio, al contrario que Jack. Pero incluso cuando sonríe, lo hace igual que su hijo.
–Dime, mamá –le dice él.
–Venía a avisarte de que estoy a punto de terminar la cena y a preguntarle a Brooke si se quiere quedar a cenar –la mira ahora a ella.
–Bueno, eh… mi padre iba a hacer la cena esta noche, pero puedo venir en otro momento –Brooke la mira, sonriendo amable–. Si queréis, claro.
–¡Claro! Puedes venir cuando quieras –Sarah vuelve a mirar a su hijo–. Pues no tardes mucho en bajar, tu padre está a punto de llegar.
Jack asiente y, cuando vuelve a dejarlos solos, Brooke le mira también a él.
–Pues me voy a ir ya –le avisa, levantándose de la cama y le da un nuevo vistazo a la habitación.
Paredes de azul oscuro y muebles de madera oscura. La cama no tiene tantos cojines en comparación con la suya, pero contrasta con el color oscuro de la habitación ya que ésta está envuelta en mantas de colores claros. Está muy iluminada gracias al balcón que tiene a un lado de la habitación, justo al lado del escritorio donde se encuentra las cosas de clase y un ordenador. Por último, un par de fotos colgadas y pocos libros en las estanterías.
Los dos salen de la habitación, bajan las escaleras y Brooke se acerca al salón –donde ahora se encuentra Sarah– para despedirse de ella. Y se sorprende cuando ve que el padre de Jack ya ha llegado.
–Tú debes de ser Brooke, ¿verdad? –el hombre se acerca a ella, sonriente, y Brooke asiente–. Encantado, yo soy Peter.
–Un placer, señor… –empieza a decir Brooke, pero se interrumpe cuando él niega con la cabeza–. Peter –rectifica y él asiente, conforme–. Bueno, yo me voy a ir ya. Mis padres deben de estar esperándome.
–Te espero pronto para cenar aquí, ¿eh? –Sarah la mira desde el otro lado del salón.
Brooke asiente y, tras despedirse de ellos, se acerca a la salida. Jack la acompaña en todo momento. Se gira hacia él en cuanto pone un pie fuera de su casa.
–Ya has escuchado a mi madre, tienes que venir a cenar –él vuelve a agarrarle la mano.
–Lo haré. Pero recuerda que soy vegetariana, he visto el pollo preparado en la mesa –Brooke enarca una ceja y él ríe. Se acerca a él y le da un rápido beso en los labios–. Hasta mañana.
–Hasta mañana.
Y, tras despedirse también de él, se suelta de su agarre y se aleja de la casa a paso rápido.
Mira el móvil en todo momento, contestando –como siempre– todos los mensajes pendientes y avisando a sus padres de que ya está yendo a la casa. Incluso se tiene a hablar un poco más con uno de sus amigos de Portland, quien le cuenta algunas novedades de clases.
Un rato más tarde, llega por fin a su casa.
Está a punto de entrar pero, antes de hacerlo, siente como alguien la está mirando. Se gira buscando a alguien, pero ve la calle vacía, así que vuelve a mirar hacia delante y entra por fin en su casa.
* * *
–¿Y esta tarde? –Ruby camina al lado de Brooke por los pasillos–. Desde el viernes no quedamos. ¿Te apetece? Podemos ir al centro, hace días que ya no voy. Y a tomar algo. Aunque si vas a salir a correr, también puedo ir contigo. Me apetece. Y…
–Ruby, vale –Brooke se detiene en el pasillo. Intenta no ser demasiado borde–. Después de clase nos vemos. ¿Vienes? –señala con la cabeza la última clase a la que tienen que ir antes de la pausa para comer.
Editado: 05.12.2020