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Todo el mundo habla de lo que pasó en el baile. De Charlotte. No hay otro tema de conversación en el instituto. Nadie habla de nada más.

Brooke suspira, echándose hacia atrás en la silla y apoyando su espalda en el respaldo de ésta. No ha podido descansar mucho. No dejaba de pensar en Charlotte, la imagen de ella tumbada se recreaba una y otra vez en su mente, y la idea de que Ruby tuvo algo que ver no para de atormentarla.

Y, al contrario que todo el mundo, ella incluso parece contenta de que Charlotte no esté en clase.

Lexy ha hablado con Brooke –ella se acercó para preguntarle por su amiga– y le dijo que estaba en el hospital, ya despierta. A pesar del buen golpe que se dio, en pocos días podrá volver a casa. Y, a pesar de que no tiene una gran relación con ella, Brooke se alegra de que no haya sido algo más grave.

Cuando suena el timbre, se alegra y se levanta rápidamente. Está deseando salir de clase. Va a su taquilla acompañada de Jack y espera a su lado a que ella coja el libro de la siguiente hora.

–¿Qué hace tu padre aquí? –pregunta Jack de repente.

–¿Cómo? –Brooke, extrañada, se gira hacia la dirección en la que él está mirando.

En efecto, su padre camina por los pasillos acompañados de dos agentes más y la directora. La mirada curiosa de todos los alumnos se centran en ellos, quienes entran en el despacho de Regina poco después.

–¿Qué harán aquí? –murmura Brooke, aun mirando la puerta. Y, de repente, suena el timbre–. Mierda, vamos a llegar tarde.

Con prisas, la pareja acelera sus pasos y entran en clase justo después de la profesora. Por suerte, ésta no dice nada y deja que se sienten en sus respectivos sitios.

–He visto a tu padre –le habla en voz baja detrás de ella. Se gira levemente para mirarle–. Dicen que están hablando con los alumnos para hablar de lo que le pasó a Charlotte.

–Acabo de verlo entrando en el despacho de Regina, yo no…

–Brooke, Max, por favor –les avisa la profesora.

–Perdón –dicen ambos al unísono.

Brooke mira al frente, intentando prestar atención a lo que dice la profesora. Pero su mirada se desvía al asiento de Ruby, el cual está vacío. ¿Tendrá Max razón y su padre –junto a sus compañeros– están hablando con ellos? ¿Estará Ruby con ellos ahora?

La clase continúa lentamente y, cuando Brooke piensa que se va a volver loca ahí dentro, un par de toques en la puerta interrumpen la explicación de la profesora. Todos desvían su atención hacia allí.

–Adelante –habla la profesora.

La puerta se abre y aparece una agente frente a ésta, acompañada de Ruby. Ésta entra en clase y se sienta en su sitio, bajo la atenta mirada de todos.

–Nos gustaría hablar ahora con… –mira un papel que tiene en sus manos–. Brooke Stone. ¿Está aquí?

Ahora todos la miran a ella.

Lentamente, se levanta de su sitio y la agente le sonríe cuando se acerca a ella. Le avisa a la profesora de que no tardará mucho en volver y las dos salen del aula.

–No estés nerviosa, sólo van a ser unas preguntas –le dice la agente.

–¿Qué ha pasado?

–Ahora hablaremos de ello.

Llegan al despacho y le hace un gesto para que entre. No duda en hacerlo y, cuando entra, su padre está en una de las sillas, acompañado de otro agente, y hablando entre ellos. Su conversación se interrumpe cuando ella entra.

–Brooke, pasa –le dice Oliver al instante–. Siéntate ahí –señala la silla que hay colocada frente a ellos.

–¿Qué pasa, papá? –pregunta ella, confusa, mientras le hace caso y se sienta.

–Ahora lo hablamos, no te preocupes. Antes de nada, te presento: él es el agente Carter –el mencionado la saluda cuando él la mira– y la chica que ha ido a buscarte es la agente Kelly –ella se encuentra en la puerta, aunque escucha todo atenta–. Y queremos hablar de lo que le ha pasado a Charlotte.

–¿Por qué? Fue un accidente… ¿verdad?

–Esa es la cuestión –hay un momento de silencio–. Ella dice que alguien la empujó.

Brooke se queda un momento callada, sin saber qué decir o qué pensar.

–¿Cómo?

–Charlotte despertó unas horas después de llegar al hospital y le tomaron declaración. Ella asegura que no se tropezó, que alguien la empujó. Pero que no lo recuerda bien. Por ello, estamos hablando con vosotros, para ver si alguno vio o escuchó algo. Y tú fuiste quien la encontró, ¿verdad?

–Sí. Pero no vi nada más. Sólo… iba a ir al baño y la encontré. Después, vino Lexy y fue ella quien avisó a los demás.

Ellos asiente y el agente Carter apunta algo en una libreta.

–¿Me puedes decir con quién estuviste en el baile?

–Sí, eh… con Max, Jack, Evelyn, Cris y Caleb –enumera rápidamente.

–¿Y Ruby?

–¿Eh?

–Hemos hablado con Ruby Myers, y nos ha dicho que estuvo contigo en el baile –añade el agente Carter.

–Eh… sí, sí. No sabía que iba a venir y cuando la vi llegar pues… sí, estuvimos juntas. Bueno, se mantenía un poco al margen, pero estuvo ahí. Luego, ella fue al baño y fue cuando, al rato, encontré a Charlotte.

–¿A qué hora fue al baño?

–No lo recuerdo. Antes que yo.

–¿Tardó mucho en volver? –pregunta y ella frunce el ceño–. Dice que estuvo en todo momento contigo. Que fuiste al baño después de ella.

–Bueno, yo… yo no la vi volver del baño.

¿Les ha mentido a la policía? ¿Por qué? ¿Por qué no dice que fue al baño antes que ella y que, cuando salió del baño, se encontró con todo lo que había pasado?

Ellos intercambian una mirada y asienten. Después, vuelve a centrar su atención en ella.

–Está bien, creo que ya es suficiente, Brooke. Puedes volver a clase –le dice Oliver.

–Pero… ¿pasa algo? ¿Pensáis que alguien…?

–Aún no podemos confirmar nada. Tenemos que seguir hablando con todos.

–Pero Charlotte dice que alguien la empujó.

–Y no recuerda quién fue. Puede ser una alucinación debido al golpe o a saber qué. Pero tenemos que asegurarnos –Oliver suspira–. Vuelve a clase, hija. Ya nos has contado suficiente.