Apariencias engañosas: El peligro acecha

23

Al dejar el vaso y el plato que ha utilizado para desayunar, Brooke sube a su habitación mirando su móvil. Habla en verse con Jack en un rato, para aprovechar las vacaciones lo máximo que puedan juntos, y pone música después. Con las canciones de fondo, mira su armario y se decide por unos vaqueros negros, un jersey bastante abrigado de cuello alto rosa palo y unos botines negros.

Antes de vestirse, revisa su móvil una vez más. Evelyn aún no le ha contestado. Ni siquiera le han llegado los últimos mensajes que le envió en cuanto se levantó. Puede que no tenga batería o, incluso que haya perdido el móvil. Llamaría a su madre para preguntarle, pero recuerda que no tiene su teléfono. Así que decide dejarlo estar, de momento.

Se apresura a cambiarse de ropa, aún con la música de fondo, y luego entra en el cuarto de baño. Se aplica una fina capa de máscara de pestañas y se recoge el pelo en una coleta alta, con varios mechones sueltos alrededor de su rostro. Para terminar, se pulveriza un poco de colonia.

Justo cuando está saliendo del baño, la música se detiene para dar paso a una llamada. Coge el teléfono lo antes posible y se queda mirando la pantalla un momento, sin reconocer el número que aparece en ésta. Finalmente, decide descolgar antes de que se corte la llamada.

–¿Sí?

–Hola, Brooke –escucha al instante la voz de su amiga.

–¡Evelyn! ¿Qué haces desde ayer? ¿Has perdido el móvil o algo?

–No, eh… se me ha roto. Te estoy llamando con el de mi madre –murmura–. ¿Puedes venir a mi casa? Ha… ha pasado una cosa.

Brooke frunce el ceño al instante.

–¿Qué ha pasado?

–He tenido un pequeño accidente. Tengo el brazo izquierdo escayolado. ¿Puedes venir?

–¿Qué? Sí, sí, claro que puedo ir. Había quedado con Jack, iremos los dos, ¿vale? –Brooke se mueve por la habitación, preparando un pequeño bolso donde guarda lo necesario–. Pero, ¿estás bien? ¿Qué ha pasado?

–Cuando estéis aquí os explico todo. Avisaré a Max también.

–Vale, no tardaré en llegar.

Cuelgan las dos al mismo tiempo y Brooke se apresura a escribirle a Jack.

“Vamos a ver a Evelyn. Me ha dicho que ha tenido un pequeño accidente”, le envía rápidamente.

“Sí, me acaba de escribir. Llego a tu casa en 5 minutos. Estoy en un semáforo en rojo ahora”, recibe pocos segundos después.

Brooke le escribe rápidamente, avisándole de que estará en la puerta, y sale de su habitación.

Su madre está ese día en casa. Ayer por la tarde le dieron también sus correspondientes días de vacaciones. Pero, a pesar de eso, se encuentra en el salón con multitud de documentos delante de ella. Levanta la mirada de esos papeles para mirar a Brooke, que paso por allí para salir de la casa.

–¿Ya te vas? –le pregunta.

–Sí, voy a ir a casa de Evelyn –le dice Brooke, cogiendo sus llaves del cuelga-llaves que hay al lado de la puerta, con las llaves de cada uno–. Me ha llamado para decirme que se ha roto el brazo y vamos a ir a verla.

–Oh, pero… ¿es muy grave? ¿Ha pasado algo más? –Gabriella la mira, preocupada.

–No creo que sea muy grave, pero… iremos a verla y pasar el día con ella –Brooke abre la puerta–. Te avisaré si no como en casa.

–Vale, cariño. Dile a Evelyn que se recupere de mi parte.

Brooke asiente como única respuesta y está a punto de salir cuando Gabriella vuelve a interrumpirla.

–No estés enfadada con nosotros, Brooke. No nos gusta estar así contigo.

–A mí tampoco me gusta estar así –se gira para mirarla–. Y no… no estoy enfadada. Sólo… ya sabes lo que pienso –se encoge de hombros–. Nos vemos más tarde, mamá. Y deberías dejar el trabajo unos días, para algo estás de vacaciones.

Gabriella sonríe.

–Sí, tienes razón. Lo dejaré en un rato.

Brooke asiente y, con un rápido gesto como despedida, sale por fin de la casa y cierra la puerta a sus espaldas. Se acerca a la calle, a un lado de la carretera, y mira por el lado por el que siempre suele llegar Jack, moviéndose de un lado a otro sin pausa.

En la llamada de Evelyn no parecía que fuese nada grave. Tiene el brazo roto y… bueno, podría haber sido peor. Pero no por ello deja de estar preocupada. ¿Qué ha pasado?

Por fin, Jack aparece conduciendo el coche de su padre. Se mete en él cuando se detiene a su lado y le saluda con un rápido beso en los labios antes de acomodarse en el asiento y abrocharse el cinturón. Él vuelve a conducir, ahora en dirección a casa de Evelyn.

–¿Te ha dicho algo más? –le pregunta él.

–No. Dijo que nos los contaría ahora a los tres –Brooke suspira.

En ese momento, Jack pone una mano en el muslo de Brooke y le da un ligero apretón.

–No será nada grave, ¿vale? Todo estará bien –le mira un segundo antes de volver a mirar a la carretera–. Y ya sabes cómo es Evelyn, se lo toma todo con mucho optimismo.

–Ya, sí –Brooke ríe, colocando su mano sobre la de Jack y éstas se unen al instante–. ¿Sabes qué? Hace mucho que no te pregunto cómo estás. Es decir… he estado tan centrada en mis cosas que no hablamos de ti.

–Ya sabes que yo estoy genial –Jack sonríe al instante.

–¿Seguro?

–Segurísimo –deja un beso en su mano–. Estoy bien, Brooke. No te preocupes.

–Vale –Brooke sonríe, conforme, y se apoya en el respaldo del asiento.

Conduce tranquilamente hasta la casa de su amiga y, tras aparcar en un hueco libre, bajan los dos rápidamente. Jack le echa un vistazo al coche un segundo antes de colocarse junto a Brooke.

–Tengo que plantearme el comprarme un coche. Coger siempre el de mi padre no es un buen plan, ¿no?

–Bueno, si tienes dinero… –Brooke le mira, divertida.

–Tengo ahorros, y mis padres me han dicho que podían también prestarme algo.

–Pues ya sabes, aprovecha. Me vas a tener que hacer de chófer hasta que yo aprenda a conducir –bromea ella.



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En el texto hay: misterio, thriller, aparienciasymentiras

Editado: 05.12.2020

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