Apariencias engañosas: El peligro acecha

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“No, no hace falta. Prefiero ir andando, así me da un poco el aire”, le escribe Brooke a Jack tras recibir su mensaje. “Tú espérame allí, llegaré puntual”.

“Mira que eres rara, eh. Pudiendo ir a recogerte…”, le contesta él. “Pero vale, allí estaré. Nos vemos en una hora”.

Sonríe al leer su primer mensaje y le envía una respuesta rápida antes de dejar el móvil sobre la cama y empezar a prepararse. Ya es Navidad. Y aunque siempre suele quedarse esa tarde con sus padres para terminar de preparar la cena y pasar un rato juntos, ese año va a hacer una excepción y se verá en una hora con Jack. Aunque sea al menos durante media hora. Lo que menos le apetece en ese momento es quedarse en casa.

Aún no ha hablado con nadie de lo que vio la noche anterior. Pero tiene pensado contárselo a Jack en cuanto se vean esa tarde.

Cuando ya está vestida, decide dejarse su larga melena suelta y la peina lentamente para después dejarla caer sobre su espalda. Se queda un momento ahí, mirándose, y finalmente sale del baño. Revisa la hora en su móvil y ve que va con tiempo, aunque debería salir ya si quiere llegar puntual.

Jack le propuso ir a buscarla en coche, pero ella lo rechazó casi al instante. Prefiere que le dé un poco el aire y, además, lleva varios días sin salir a correr… así que le vendrá bien andar un poco.

Sale de su habitación y escucha a sus padres hablando desde la cocina. Están los dos preparando la cena para esa noche. Cena que aún insisten en hacer con los vecinos y Brooke tiene claro que no irá.

–Papá, mamá, me voy.

–¿Dónde vas? ¿No te quedas a ayudarnos como cada año? –Gabriella la mira al instante.

–No, he quedado con Jack. De todas maneras, no tardaré en venir. Sólo… me apetece salir un rato de casa. Y él ha dicho de venir conmigo –les explica rápidamente y mira la cena que están preparando–. ¿Seguís con la intención de cenar donde los vecinos?

–Sí, Brooke –es Oliver quien a mira ahora–. Y tú también. Así que ven a tiempo.

Brooke suspira y niega con la cabeza, sin estar conforme con la respuesta, y se gira para ir hacia la entrada de su casa.

–Si vais, aseguraos de que os enseñen el sótano. Tienen unas fotos preciosas ahí abajo –comenta mientras abre la puerta y sale por fin de allí. Lo que menos le apetece en ese momento es discutir con ellos.

Para que el camino hacia la cafetería donde ha quedado con Jack se le haga más entretenido, enchufa los auriculares a su móvil y elige cualquier playlist mientras se aleja de su casa poco a poco. Le hubiese gustado también quedar con sus amigos esa tarde, pero ambos se quedan en sus casas para ayudar a sus padres.

Lo que tendría que estar haciendo yo, piensa Brooke.

Pero no le da tiempo a avanzar mucho cuando escucha a través de la música que alguien la llama. Se quita los auriculares para asegurarse de que la han llamado. Y así es.

–Brooke, espera.

Se gira y Ruby está tras ella. Intenta no poner los ojos en blanco.

–No quiero hablar contigo –se limita a decir.

Está a punto de girarse cuando la vuelve a interrumpir.

–Entonces, ¿por qué me dijiste ayer que querías hablar conmigo y después no viniste? ¿Por qué me has bloqueado? ¿Qué pasa? –insiste–. Brooke, ya sabes que no quiero estar así contigo. Por favor, vamos a…

–Te he dicho que no quiero hablar contigo –le interrumpe–. Quería hablar contigo de algo para asegurarme de algo. Cosa que he hecho sin necesidad de preguntarte nada. y ahora, si me dejas, me voy. He quedado con mi novio.

Esa vez, sí se da la vuelta y se empieza a alejar de ella.

–¡Me prometiste que nunca harías caso a lo que dijesen los demás! ¡Que seríamos amigas!

–¡Eso fue antes de descubrir por mí misma que tienen razón en todo lo que dicen! –se gira hacia ella, enfadada–. ¡Estás loca! ¡Y no quiero tenerte en mi vida! ¡Olvídame de una maldita vez!

Eso consigue dejar a Ruby callada y parada en su sitio. No sabe qué más decir. O no quiere decir nada. Así que Brooke aprovecha ese momento para alejarse de una vez de ella e ir con Jack. Como siga así, llegará tarde.

* * *

Ruby entra en su casa corriendo y completamente enfadada. O, más bien, furiosa. Cierra de un portazo y busca a sus padres, que se encuentran en el jardín.

–¡Papá, mamá! –sale con ellos casi gritando.

–¿Qué pasa, cariño? –Rose la mira al instante, preocupada.

–¡Brooke! ¡Eso es lo que pasa!

–¿Qué ha pasado ahora? –le pregunta Philips, mucho más serio.

–¡No quiere saber nada de mí! ¡¡Nada!! ¡Me lo acaba de decir! –se mueve de un lado a otro, nerviosa–. ¡Tenemos que hacer algo! Por favor, ¡no puede dejarme sola! ¡Y es por culpa de los imbéciles de sus amigos! ¡Le dicen cosas de mí para que no me hable!

Philips y Rose se miran entre ellos un momento y, cuando los dos asienten casi imperceptiblemente con la cabeza, vuelven a mirar a su hija.

–¿Sabes dónde ha ido? –le pregunta Philips.

–Ha quedado con el estúpido de su novio, pero… pero no sé dónde han ido. Ella iba andando y… y no sé…

–Vale, vamos al coche. Vamos a buscarles –dice Philips rápidamente–. Tenemos que asegurarnos de encontrar a Jack antes que Brooke. ¿Vale?

Las dos chicas asienten como única respuesta.

–Perfecto, pues venga.

La familia sale de la casa y se introducen en el coche. Tienen que arriesgarse. Si no encuentran ahora a Jack, lo intentarán en otro momento. Pero ya no pueden dejarlo más a un lado.

Conducen por las calles, mirando con atención cada calle por la que pasan, buscando a Jack –o incluso a Brooke– por ahí. Pasan así los minutos y Ruby cada vez está más ansiosa cuando su padre tiene que parar un momento en un semáforo que está en rojo. Suelta un suspiro y mira por la ventanilla, moviendo la pierna arriba y abajo sin parar.



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En el texto hay: misterio, thriller, aparienciasymentiras

Editado: 05.12.2020

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