Apartada Para El Alpha ( I I Libro )

Capitulo 8: "esto es dificil..." (parte Dos)

Me quedé allí, sentada en el frío suelo, mirando a Garret sin ver realmente su rostro, sin poder procesar lo que acababa de suceder. Mis dedos se entrelazaban entre sí de manera nerviosa, buscando una solución, un escape, algo que me ayudara a aliviar el dolor que me consumía desde adentro. Pero no encontraba nada. ¿De verdad él lo haría? Pensé, el nudo en mi estómago se apretaba cada vez más. Él no me haría esto... No sabría hacerme daño de esa manera… ¿verdad? Me preguntaba, sin querer enfrentar la realidad.

Suspiré, frustrada conmigo misma. ¿Cuánto tiempo más tendría que seguir cargando con esta angustia, con esta confusión que me arrastraba? La gente, las cosas, todo parecía desmoronarse a mi alrededor, y yo seguía buscando respuestas en un lugar donde ya no quedaba nada.

— Lo intentó —dijo Garret, su voz tranquila, pero vacía, como si estuviera recitando algo que no significaba nada para él. — También quise ayudarlo —agregó, su mirada perdida, sin enfocarse realmente en nada.

Una risa amarga salió de mis labios, sin gracia, sin ninguna emoción genuina. Era como si esa risa fuera un refugio para mis pensamientos más oscuros, como si al soltarla, pudiera aliviar un poco el peso de todo lo que me atormentaba.

— Anja, y yo soy normal… —dije con sarcasmo, sin poder evitarlo. Mi voz cargada de ironía no ayudaba, solo reflejaba el dolor y la frustración que sentía en mi interior. Estaba dolida, pero más que nada, me sentía traicionada.

Garret comenzó a hablar, tratando de explicarme lo que sucedía con la mujer y los calabozos. Pero a medida que lo escuchaba, las palabras se volvían cada vez más vacías. Las explicaciones no cambiaban nada, no deshacían el dolor, no hacían desaparecer la sensación de que mi vida no era más que una mentira.

— Ella se escabulló entre los calabozos y soltó las cadenas. No sé cómo lo hizo para evadir a los guardias y el hechizo —me dijo, como si se tratara de una anécdota sin importancia, algo que podía comprender, como si realmente tuviera sentido.

Mis ojos se llenaron de lágrimas nuevamente, la rabia y la tristeza se mezclaban en mi pecho, y no podía evitar que todo saliera de golpe.

— No intentes defenderlo, Garret —le dije, mi voz suave pero cargada de un dolor tan profundo que ni yo misma pude ignorarlo. Yo ya lo defendí de mí misma demasiadas veces —mis palabras salieron de forma temblorosa, mis ojos cerrados, y el peso de mi propio dolor se hizo insoportable. — Me causa gracia todo esto… —me burlé, pero la risa que salió de mis labios sonó hueca, como una carcajada vacía, un intento fallido de encubrir la desesperación que me invadía.

— Yo aquí, matándome tratando de aprender un puto idioma que no existe. ¿Para qué? Para salvar a los mundos que tú mismo creaste solo porque no pudiste mantener las cosas bajo control… —mis palabras se volvieron más rápidas, como una avalancha de frustración que caía sobre Garret. — Me sabe a mierda, me sabe a puta mierda… —me dejé caer sobre mis rodillas, el llanto comenzó a desbordarse nuevamente, y la sensación de estar perdiendo el control se hizo cada vez más fuerte.

En ese instante, me sentí como si todo lo que había vivido, todo lo que había experimentado, fuera una mentira. Mi existencia entera era una construcción hecha para corregir un error que no era mío. Y la idea de que nada de lo que había sentido, de lo que había creído, fuera real, me destrozaba por dentro.

Garret me miraba, pero no había consuelo en sus ojos. Ya no había palabras que pudieran reparar lo que sentía. Entonces, él habló nuevamente, con un tono que intentaba ser calmado, pero que me sonó distante, como si intentara convencerme de algo que ya no quería escuchar.

— Nada de lo que estás pensando es real —me sacó de mis pensamientos, sus palabras flotando en el aire entre nosotros. Su voz era grave, y algo en ella me hizo detenerme, aunque no entendiera bien por qué.

Yo bufé, harta de todo. Ya no podía soportar las palabras vacías.

— No sabes qué pienso —le respondí, mi tono cargado de desesperación, pero también de agotamiento. Ya no me quedaban fuerzas para pelear.

— Sé lo que piensas, Fumiko. Nada de lo que piensas es verdad —me miró fijamente, como si pudiera ver más allá de mi fachada rota. Era como si quisiera leerme por completo, pero no quería que lo hiciera.

— Observa —dijo, moviendo su mano con un gesto extraño. De repente, un círculo de luz apareció entre nosotros, y mis ojos se fijaron en él, confundida.

Lo que vi a continuación me dejó helada. Oshin estaba allí, atrapado en un lugar oscuro, sus ojos completamente negros, como si algo lo estuviera consumiendo por dentro. Estaba atado, inmovilizado, y su cuerpo se movía frenéticamente, buscando una salida, pero las cadenas lo mantenían sujeto, lo quemaban mientras se retorcía. Era como si estuviera sufriendo una tortura indescriptible.

Mi corazón dio un vuelco, y la preocupación se apoderó de mí.

— ¿Por qué está así? —pregunté, con la voz quebrada por el miedo y la angustia. No entendía lo que estaba viendo, pero la imagen de Oshin, perdido y sufriendo, me rompió por completo.

Garret suspiró, como si ya hubiera previsto mi reacción.

— Es la etapa del celo —me explicó, como si fuera algo que debía saber. — Él intentó encontrar una forma de no salir para no dañarte. El celo es difícil de controlar. Tanto él como su lobo no tienen el control total sobre sus cuerpos —me dijo, y sus palabras me hicieron sentir una pena profunda por Oshin. Quería ayudarlo, pero no sabía cómo.

— Es su lado animal —terminó de explicarme, y algo en su tono me hizo entender que no había mucho más que pudiera hacer en ese momento.

Pero lo que sucedió después fue peor. El sonido de algo rompiéndose, como si un cristal se hiciera añicos, me hizo saltar. La puerta de los calabozos se abrió de golpe, y pude ver a Oshin luchando desesperadamente para liberarse. Se removía con fuerza, pero las cadenas lo mantenían atrapado, quemándolo mientras intentaba soltarse.




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