Apartada Para El Alpha ( I I Libro )

Capitulo 19: "Garret tenia razon..." (parte uno)

"Me he vuelto loca, y no tengo problema con ello"

Fumiko Ibars

Ella tembló de miedo, sus ojos fijos en los míos, como si esperara que alguna piedad llegara a mí. Pero no había nada de compasión en mi mirada, solo furia. Roderick, detrás de mí, intentaba contener las lágrimas, pero sus ojos brillaban con un alivio palpable al verme, al saber que al fin alguien lo defendería. Mi único pensamiento en ese momento era que no permitiría que esa mujer quedara impune por lo que le había hecho al niño.

De repente, un ladrido fuerte y retumbante cortó el aire. Era Connor, quien exigía que regresara a la cabaña. Estaba entre Roderick y yo, intentando interponerse entre nosotras, como un obstáculo que trataba de frenar lo que sabía que iba a suceder. Pero no iba a retroceder. No iba a dar un paso atrás. Ella pagaría por lo que le había hecho a Roderick.

— No lo haré, primero acabaré con esta perra por golpearlo —respondí, sin apartar la mirada de la mujer frente a mí. Mi tono era frío, casi vacío de emoción, como si estuviera hablando de algo trivial, no de una amenaza de muerte.

Connor gruñó con fuerza, tratando de disuadirme, su cuerpo tenso, su presencia imponente. Aun así, me mantuve firme, mis ojos ardían con una rabia que no podía controlar. No le iba a dar el gusto de que me interfiriera.

— No te metas, Connor —exigí, mi voz firme, casi autoritaria. Mi mano comenzó a brillar levemente, el poder acumulándose en mis dedos, pero no necesitaba usarlo para que supiera que no tenía miedo.

Connor me gruñó aún más fuerte, intentando intimidarme, pero lo ignoré. No me importaba su opinión. Solo me importaba Roderick.

La mujer, que antes parecía tan segura de sí misma, ahora temblaba visiblemente. Se dio cuenta de lo que había hecho, pero ya era tarde. Intentó retroceder, pero su miedo no podía esconderse. La vi apartarse, pero ni por un segundo dejé de mirarla, mis ojos penetrando en los suyos con furia y desprecio.

— Estás loca —murmuró ella, buscando alguna forma de salvarse, de decir algo que la hiciera sentir más segura.

Me reí, una risa llena de sorna y desdén. No me importaba lo que pensara esa mujer. Nada en el mundo podría cambiar lo que estaba por hacer.

— ¿Solo porque tú lo dices? —pregunté, elevando una ceja con una expresión desafiante. Me estaba empezando a divertir, a medida que el poder en mi cuerpo aumentaba—. Puede que esté loca. ¿Qué más da? —murmuré con indiferencia, dejando que mi sonrisa se extendiera. Pero era una sonrisa peligrosa, una que no dejaba espacio para dudas—. ¿Y si estoy jodidamente loca? —repetí, mi tono bajo, cargado de una amenaza palpable.

Ella dio un paso atrás, incapaz de soportar mi mirada, su cuerpo se contrajo de miedo. Estaba disfrutando el momento. Finalmente, me estaba dejando llevar por la furia que había guardado durante tanto tiempo.

— ¡LOCA! ¡DEMENTE! —me gritó, su voz quebrada por el terror, mientras las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos.

Reí de manera desquiciada, un sonido que resonó en el aire, como si la locura estuviera apoderándose de mí. Mis dedos brillaban con más intensidad ahora, el poder en mi interior estaba fuera de control.

Pude escuchar pasos acercándose, pero los ignoré. No había nada que pudiera detenerme. Nada.

— ¿Y qué? —me encogí de hombros, mostrando una indiferencia casi monstruosa—. Estoy cansada de intentar ser normal. Siempre estoy pensando demasiado, analizando cada pequeño detalle... —susurré, mis palabras flotando en el aire, mezclándose con la tensión creciente—. Dices "te estás volviendo loca", ¿y qué si estoy jodidamente loca? —pregunté, mi tono se volvió más bajo, casi como un susurro, mientras observaba a la mujer con un interés perturbador—. No necesito una solución rápida. Solo porque tú digas que estoy loca, ¿crees que eso me detendrá?

Sin darle tiempo para reaccionar, levanté a la mujer del suelo con mi poder, usando levitación para elevarla en el aire. Ella comenzó a retorcerse, intentando liberarse, pero era inútil. El miedo la consumía mientras lloraba y gritaba, sus palabras distorsionadas por la desesperación.

— ¡LOCA! ¡MANIÁTICA! ¡PERRA ENFERMA! ¡PSICÓPATA! —gritó, la rabia en su voz era evidente, pero sus palabras eran solo ruido para mis oídos.

Sonreí, mis labios curvándose en una sonrisa macabra.

— ¿Quieres que te lo demuestre? —pregunté, mi voz fría y cortante, mientras apretaba mis puños, concentrando mi poder en ellos. La mujer temblaba de miedo, el terror era tan evidente en sus ojos que me dio una sensación de satisfacción. Te lo voy a mostrar —dije, casi en un susurro, y en ese momento la estrellé con fuerza contra la puerta trasera de la cabaña, oyendo el fuerte crujido del impacto, como si su cuerpo fuera solo un juguete contra la pared.

Caímos en un silencio momentáneo. Solo escuchaba el llanto de la mujer, su llanto desgarrador mientras intentaba levantarse, pero yo no le di tregua. Sin piedad, la levanté nuevamente en el aire y la estrellé contra un estante cercano, oyendo el sonido metálico del impacto.

— ¡MALA MIERDA! ¡VUELTA LOCA! —grité, mi voz retumbando con la furia que sentía. Te lo voy a mostrar para que me digas loca con argumentos...

La mujer lloraba y se quejaba, su cuerpo contorsionándose por el dolor de los golpes. No la solté, la mantuve suspendida en el aire con mi poder, sin mostrar la más mínima compasión.

Finalmente, dejé que mi hechizo de apariencia desapareciera por completo. Mi cabello negro, teñido de colores brillantes, cayó sobre mis hombros, extendiéndose hasta la mitad de mi espalda. El cambio era drástico, y lo sabía. La mujer, al verme, jadeó, su miedo ahora más profundo que nunca. En sus ojos, podía ver el terror reflejado, el mismo terror que había visto tantas veces en otros antes que ella.

Ya no era la misma Fumiko que había dejado ver antes. Ahora estaba frente a ella, completamente transformada, y sabía que ella lo reconocería al instante. Mis ojos, llenos de furia, se clavaron en los suyos, sin dejarle espacio para ninguna esperanza. No iba a detenerme, no hasta que estuviera completamente segura de que pagaría por lo que había hecho.




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