La fiesta estaba tranquila, entre saludos y conversaciones. Las luces suaves de los faroles iluminaban el ambiente, creando una atmósfera cálida y acogedora. En cada rincón, había mesas decoradas con flores frescas, velas encendidas y copas de vino tintado que brillaban bajo la luz tenue de la luna. Un grupo de músicos tocaba melodías suaves, mientras los invitados reían y charlaban animadamente. A pesar del bullicio alegre que me rodeaba, mi nerviosismo no me dejaba tranquila. Ya se acercaba la hora de la presentación y no podía evitarlo. Sentía cómo mi estómago daba vueltas, como si algo estuviera a punto de suceder, algo que cambiaría mi vida para siempre.
Desde que Oshin se fue con su padre, no había tenido la oportunidad de hablar con él, y lo vi conversando con un chico que me resultaba familiar, pero traté de ignorarlo. Mi atención volvió a Estrella, que estaba a mi lado, y luego me uní al grupo de Ai. Estrella tuvo que ir con su esposo a hablar con el príncipe de no sé qué asunto importante. No presté mucha atención a lo que decían los demás; mi mente solo estaba ocupada buscando a Oshin entre los presentes. A veces, el mar de caras desconocidas me hacía sentir aún más aislada, y la preocupación crecía en mí.
La música cambió sutilmente, y el ambiente se calmó por un momento. Fue cuando escuché la voz del señor Mael, quien se encontraba en el escenario. Todos lo miraron, incluyéndome. Ya casi eran las doce de la noche, y por lo que había escuchado, las transformaciones y las sucesiones de alphas, así como las presentaciones de las Lunas, se realizaban cuando la luna alcanzaba su punto más alto. El brillo plateado de la luna llenaba el cielo, creando una atmósfera aún más mágica para lo que estaba por venir.
—Buenas noches —dijo la voz profunda y firme del señor Mael desde el escenario, y todos los presentes, incluida yo, lo miramos. A cada palabra, el salón se llenaba de una expectación palpable—. Gracias a todos los que asistieron a esta fiesta de sucesión. Aquí, frente a todos ustedes, miembros de la manada Dark Moon, y los alphas y las lunas de manadas cercanas que nos han honrado con su presencia esta noche, les quiero presentar formalmente a mi hijo, Oshin Itreque.
El público estalló en vítores y aplausos. Mi corazón dio un salto en mi pecho cuando vi a Oshin aparecer tras el escenario. Su figura imponente y elegante se destacó entre la multitud, y su sonrisa cálida y confiada hizo que mi nerviosismo se intensificara aún más. La luz de la luna reflejaba en su piel clara, y sus ojos miel brillaban con una intensidad que me dejó sin palabras. Al subir al escenario, el aplauso no cesó.
—Esta noche, frente a nuestros invitados y a nuestra madre, la Diosa Luna, te doy, hijo mío, el puesto de alpha en nuestra preciada manada... —continuó el señor Mael, con voz solemne, mientras Oshin avanzaba al centro del escenario, manteniendo esa sonrisa que parecía iluminar el lugar.
—Con orgullo acepto el puesto de Alpha de Dark Moon —dijo Oshin, y los vítores y aplausos crecieron aún más, resonando por todo el bosque. Me quedé mirándolo, embobada, mientras él seguía hablando—. También les quiero informar que he encontrado a mi mate, y esta noche ella también tomará el puesto de Luna de esta manada...
Los gritos de felicidad llenaron el aire, y en ese momento, sentí cómo mi pulso se aceleraba. Mi mente se nubló por un instante mientras trataba de asimilar lo que acababa de decir. "¿Mate? ¿Luna?", pensé, confundida y aterrada. Todo era tan abrumador, y aún no lograba adaptarme a todo lo que estaba sucediendo.
—Fumiko, ¿podrías subir al escenario? —me llamó Oshin, señalándome.
En ese momento, mi corazón empezó a latir más rápido que nunca. Sentí como si fuera a desmayarme. Un escalofrío recorrió mi espalda, y la ansiedad se apoderó de mí. Mi estómago se revolvió, como si hubiera una estampida de rinocerontes dentro de él. Pero, al mismo tiempo, una extraña determinación apareció en mí. Suspíré profundamente y traté de calmarme, mirando a Ai, que estaba a mi lado con una sonrisa eufórica.
—¡Vamos, Fumiko! —gritó Ai, con un entusiasmo contagiante. Estaba rodeada de sus amigas, que aplaudían y vitoreaban, al igual que el resto de la multitud. Su voz me sacó de mis pensamientos y me hizo sonreír un poco. Sus palabras me animaron a dar el siguiente paso.
Oshin extendió su mano hacia mí. La tomé, algo nerviosa, y con su ayuda subí al escenario. El vestido largo y elegante que llevaba no era el más adecuado para subir unas escaleras con elegancia, pero lo logré. Me sentí un poco torpe, pero su presencia me daba el apoyo necesario para no rendirme.
—Manada Dark Moon e invitados —dijo Oshin, presentándome ante todos—. Esta noche me complace presentarles a Fumiko Hargitay, mi mate y su nueva Luna.
El aplauso fue un torrente de felicidad, y mi nerviosismo empezó a disminuir al ver la aceptación de todos los presentes. Mis ojos recorrieron el salón, observando las sonrisas y los gestos de apoyo de aquellos que me miraban. En ese momento, me sentí menos sola. Pero de repente, algo me detuvo.
Entre la multitud, vi una cara conocida. Era Riu Melgus, mi mejor amigo de la escuela. Estaba aplaudiendo, pero su mirada era diferente. Sonreía, pero también había algo de decepción en sus ojos. Estaba allí, entre los invitados, observándome como si quisiera decir algo, pero no lo hacía. Le sonreí tímidamente, aliviada de ver a alguien familiar en un lugar tan extraño para mí.
—Muchas gracias a todos, sigan disfrutando de la fiesta... —dijo Oshin, sacándome de mis pensamientos. Su voz cálida me calmó un poco, y extendió su mano para que bajáramos del escenario juntos.
Al hacerlo, varias personas se nos acercaron para felicitarnos, aplaudirnos y hablar con Oshin. Pero, al ver que la conversación se alargaba, me escabullí de manera ágil, aprovechando el caos y la multitud que nos rodeaba. Caminé hacia el rincón donde había visto a Riu hace unos minutos, con la esperanza de poder hablar con él y encontrar algo de normalidad en medio de este torbellino de emociones.