"No se que haría sin ti, eres lo mas importante que tengo mi niña"
Fumiko Ibars
Todo parecía confuso. Me desperté de la cama, el cansancio me pesaba como una losa sobre los hombros. El sueño que había tenido seguía dando vueltas en mi mente, como si fuera algo más que un simple sueño. Era como si me estuviera alejando de la realidad, tratando de entender qué había pasado realmente. Suspiré, frotándome la cabeza con una mano, mientras una sensación de incomodidad me invadía.
- Qué cosas... ¿Cómo puede un sueño tener desarrollo, desenlace y final? -me quejé en voz baja, sin poder evitar una risilla irónica que salió de mis labios.
A pesar de las palabras que acababa de decir, no podía dejar de pensar en cómo todo lo que había experimentado se sentía tan real. Me acomodé un poco en la cama, permitiendo que la luz de la habitación me rodeara. Reconocí la luz cálida que iluminaba la estancia, la misma que siempre estaba en la habitación de Oshin. Al girar la cabeza, lo vi a él, a mi lado, ya vestido, mirándome con una pequeña sonrisa. Había algo en su mirada que parecía captar mi atención, pero no me detuve a analizarlo demasiado. Mi mente estaba demasiado ocupada en intentar descifrar lo que había ocurrido.
Junto a Oshin, vi a mi padre descansando en el sofá, y a mi hermano, recostado en el suelo cerca de la puerta del cuarto. Me sentí un tanto desconcertada por la escena, como si de alguna forma no perteneciera ahí, como si algo estuviera fuera de lugar.
Cerré los ojos y dejé escapar un suspiro pesado. Me senté en la cama, aún sintiendo la confusión dentro de mí. Estaba atrapada entre lo que había vivido en el sueño y lo que estaba pasando en el presente. Miré mi brazo; estaba completamente sano, no sentía dolor alguno. ¿Cómo es posible? pensaba. En el sueño, me había sentido tan herida, tan vulnerable. Pero aquí, ahora, todo estaba bien.
"No fue un sueño..." Pensé, sintiendo un nudo en el estómago.
Oshin, que parecía estar más atento a mis movimientos de lo que me gustaría, abrió los ojos al sentirme moverme en la cama. Me miró, y esa mirada suya, algo inquisitiva pero también cargada de un dejo de paciencia, me hizo sonreír a regañadientes.
- Hola, amo -le dije con una sonrisa un tanto forzada. Él me miró con una mezcla de desaprobación y cansancio, rodando los ojos.
- Deja de decirme así -casi gruñó, y su tono me hizo sentir una extraña sensación en el pecho, como si algo estuviera mal entre nosotros. Ladeé la cabeza, confundida por su reacción, y lo miré sin entender del todo.
- ¿No es eso lo que soy? -pregunté, sin poder evitar que el sarcasmo se colara en mis palabras. Intenté controlar el impulso de dejarme llevar por la frustración, pero había algo dentro de mí que me hacía querer llorar. El hecho de que me dijera eso, que no fuera capaz de comprender mi dolor, me hacía sentir una incomodidad extraña, una mezcla de dolor y desconcierto.
Oshin apartó la mirada y bajó la cabeza, un gesto que me hizo sentir algo extraño en el corazón. No entendía qué estaba pasando. ¿Por qué todo parecía estar fuera de lugar?, ¿Por qué me sentía como si estuviera atrapada en una especie de niebla, sin poder ver con claridad?
Miré a mi padre, tratando de apartar los pensamientos oscuros que se formaban en mi mente. No quería mostrar mi vulnerabilidad, pero el nudo en mi garganta me dificultaba hablar.
- ¿Cómo está? -le pregunté con voz suave, mi mirada fija en él. Mi padre me miró, y luego dirigió la vista hacia donde yo estaba mirando, a Josh, que seguía en el suelo.
- Está bien, estaban preocupados por ti... -dijo, mientras miraba a mi hermano con cierta preocupación. Sonreí un poco, pero la sensación de confusión seguía pesando sobre mí. - Josh está avergonzado, dijo que perdió el control. El aroma a sangre humana y el enojo al verte herida lo hicieron perder el control por completo -explicó, como si tratara de buscar una razón lógica para lo sucedido. Asentí lentamente, entendiendo lo que me decía. Después de todo, era lo que debía hacer yo: intentar comprender.
Pero aún no podía evitar preguntarme, ¿qué había sido todo eso? ¿Por qué el tiempo se había detenido, por qué esa sensación de pérdida de control? ¿Qué había pasado realmente?
- ¿Qué fue lo que pasó? -pregunté finalmente, mi voz algo temblorosa. Me refería al momento en el que todo se detuvo, cuando la línea de tiempo se paralizó. Oshin me miró, con una ceja arqueada, sin entender lo que preguntaba. Me frustró aún más que no pudiera saber de qué hablaba.
Suspiré, pesadamente, y negué con la cabeza. Me sentía cada vez más perdida, como si estuviera buscando algo que no podía encontrar.
- Quiero tomar un baño, amo -le pedí, sin mirarlo directamente. Necesitaba estar sola, alejarme un momento de todo lo que me rodeaba, de las preguntas sin respuesta.
Oshin me miró con esa misma mirada de reproche, pero esta vez algo en su rostro parecía ceder.
- Deja de decirme así, por favor -suplicó, y esa súplica me hizo sentir un poco más confundida, pero no dije nada. Miré hacia el suelo, sin atreverme a responder.
El silencio se hizo entre nosotros, hasta que finalmente hablé:
- Tengo hambre también -dije, para romper el ambiente pesado que nos envolvía. Él suspiró derrotado y asintió, como si estuviera agotado de tener que lidiar conmigo en ese momento.