Apartada Para El Alpha ( I libro )

Capitulo 35: Inquietud

"Aunque el miedo me consuma poco a poco desde dentro saldré de todo esto solo conmigo misma... Más nada me falta"

Oshin Itreque

Actuó extraño cuando le mencioné lo que pensaba sobre la supuesta portadora, pero era la verdad. Si ella aparecía ahora, nos mandaría de vuelta a nuestra línea, y tendría que alejarme de ella nuevamente, algo que no podía permitir. ¿Cómo podía una simple portadora, alguien que ni siquiera conocía, tener tanto poder sobre mí? Mi mente no dejaba de dar vueltas. Había algo en ella que no podía dejar de sentir, algo que me mantenía intrínsecamente atado a su presencia. Pero si ella llegaba… tendríamos que separarnos. Ese pensamiento me llenó de ansiedad, algo que no solía experimentar. ¿Cómo podría seguir viviendo sin ella?

Me dirigí al comedor, donde todos ya estaban sentados a la mesa, solo esperándonos a nosotros. Al entrar, vi a mi hermana, que me miraba de manera extraña, como si hubiera notado algo en mi actitud. Me sorprendió su mirada, porque parecía saber que algo no estaba bien. No sabía si era su intuición o si había algo más en su expresión, pero la sentí más perceptiva que de costumbre.

Mi padre estaba en la cabecera, y mi madre a su lado, hablando animadamente, como siempre. Mi hermana ocupaba la segunda silla a la derecha, y junto a ella estaba Riu, que parecía muy concentrado en la conversación, aunque de vez en cuando sus ojos se deslizaban hacia Fumiko, como si quisiera decir algo, pero se contenía. A su lado, había una silla vacía donde siempre me sentaba yo, y frente a mí, la silla donde se sentaría mi pequeña. Una silla vacía que me recordaba lo que estaba en juego. Si ella aparecía, esa silla dejaría de ser un espacio tranquilo.

—¿Y Fumiko? —me preguntó mi hermana con una expresión extraña, como si supiera que algo estaba fuera de lugar. Me miraba con una curiosidad penetrante.

—En el cuarto, dejando algunos libros que escogió de la biblioteca... —le respondí, con la voz más calmada que pude. Sin embargo, no pude evitar pensar en lo que acababa de suceder. Cada vez que veía a Fumiko, una sensación extraña se apoderaba de mí. Algo entre el miedo y el deseo de estar cerca de ella, y a la vez, la constante preocupación por lo que el futuro nos deparaba. Ella sonrió y asintió, como si estuviera aceptando mi respuesta, pero pronto volvió a su conversación con Riu. ¿Por qué no podía dejar de pensar en ella?

—Lamento la demora... —se disculpó Fumiko al llegar al comedor, con los ojos ligeramente irritados. Me fijé en su rostro, que aún conservaba una pequeña sombra de incomodidad. ¿Qué había ocurrido en el cuarto? Mis pensamientos volaron hacia el lugar donde había estado hace un rato, pero antes de que pudiera darles forma, Fumiko interrumpió mis pensamientos.

—No te preocupes —dijo mi hermana, mirando a Fumiko con una sonrisa amigable, pero algo en su mirada me hizo sentir que sabía más de lo que mostraba. Riu, sin embargo, la observaba con un aire curioso, como si algo en ella no terminara de encajar.

—Es hora de comer —dijo mi hermana, con una actitud casi infantil. No pude evitar esbozar una pequeña sonrisa ante su actitud. Fumiko rió suavemente, asintiendo, y se sentó frente a mí. Me miró de una manera que me hizo sentir incómodo, como si supiera lo que estaba pensando. Pero probablemente yo estaba exagerando las cosas, o estaba mirando señales que no existían. ¿Acaso todo esto no era un simple malentendido?

—¿Bonita? —la llamó Riu, con su tono usualmente juguetón.

Fumiko lo miró, ladeando un poco la cabeza, con esa curiosidad en su mirada que siempre me desconcertaba.

—¿Sí? —respondió, y la forma en que lo dijo, tan inocente y confiada, me hizo preguntarme si realmente estaba al tanto de la tensión en el aire.

Él la miró durante un largo momento antes de negar con la cabeza, restándole importancia al asunto.

—Nada —respondió en voz baja, como si se hubiera arrepentido de hacerle la pregunta. Fumiko asintió, como si comprendiera su comportamiento, y comenzó a comer rápidamente. Observé cómo se levantaba, alegando que estaba cansada, y subía nuevamente al cuarto. No pude evitar notar que, durante toda la comida, Riu no dejaba de mirarla. Algo en sus ojos me inquietó. ¿Por qué no podía simplemente dejarla en paz?

—Iré con ella —dijo Riu, levantándose de la mesa. Subió las escaleras detrás de Fumiko, siguiéndola. Esa acción me pareció aún más extraña. ¿Por qué no podía dejarla sola? Mi mente comenzó a llenarse de dudas. ¿Qué estaba pasando entre ellos? No podía permitir que Riu estuviera cerca de ella más de lo necesario. Mi preocupación creció con cada paso que daban hacia el cuarto.

Justo cuando me iba a levantar para averiguar qué sucedía, me llamaron.

—Alpha —me llamó uno de los hombres, interrumpiendo mis pensamientos. Lo miré sin mucha sorpresa.

—El beta quiere hablar con usted en el despacho... —me dijo. Asentí, levantándome finalmente de la mesa, aliviado de que al menos algo me apartara de mis pensamientos atormentados.

—En un momento —respondí, tratando de mantener la calma. Le había informado sobre el roger que atacó a Fumiko en el bosque, un roger que nadie había detectado. Le pedí que revisara toda la manada para identificar qué tipo de roger era, y quién o qué estaba detrás de él.

Llegué al despacho, donde José, mi mejor amigo y beta, estaba sentado, mirando algunas hojas que tenía en las manos. Frente a la silla vacía del escritorio, parecía completamente absorto. Al entrar, cerré la puerta con cuidado, queriendo mantener la privacidad de lo que fuera que iba a discutir.

—¿Qué pasa? —dije, alzando la voz solo lo suficiente para llamar su atención. Él me observó, y su mirada seria me indicó que las noticias no eran buenas.

—El roger era un híbrido, licántropo/ninfa —dijo, sin mirarme, mientras hojeaba las páginas. Su tono era grave, como si estuviera evaluando algo mucho más grande de lo que podía comprender. Fruncí el ceño, confundido por la información.




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