—Hay una chica que amo mucho y se fue, no pude hacer nada para detenerla —dije, sentándome en mis patas traseras, mirando al horizonte. La tristeza se reflejaba en mi mirada, y mi lobo interior parecía tan triste como yo. Todo en el bosque parecía más sombrío esa noche.
—¿Amor? —escuché una voz suave, algo sorprendida, como si estuviera reflexionando sobre esa palabra—. Escuché que entre los humanos el amor es el sentimiento más puro que hay...
Suspiré profundamente, sintiendo el peso de sus palabras. Ella tenía razón, el amor era un sentimiento complicado, especialmente para nosotros, los seres sobrenaturales. El amor de los humanos parecía tan simple, tan directo. Pero, para nosotros, estaba marcado por el destino, por las fuerzas divinas que no podíamos entender completamente.
—Pero está mi pre-destino, que ya la encontré, y aún así me siento mal porque ella se ha ido. Amo a mi pre-destino, pero es algo difícil de explicar —agregué, sintiendo el nudo en mi garganta. ¿Era amor lo que sentía por ella o solo una conexión predestinada que me había sido impuesta?
La chica, una figura etérea que había estado observando desde la distancia, se acercó lentamente. Su rostro era delicado, pero sus ojos reflejaban una sabiduría que parecía trascender el tiempo. Había algo fascinante en ella, una energía tranquila que me hizo sentir más en paz.
—No puedes amar a dos personas... —dijo ella, su tono suave pero firme. Se detuvo un momento, como si estuviera buscando las palabras exactas—. Sé que puedes querer mucho a una, y llegar a creer que la amas, pero no lo haces. Es solo cariño que se confunde con amor.
Su respuesta me dejó pensando, pero no me sentí atacado. Al contrario, me sentí comprendido, como si ella hubiera visto más allá de mis dudas y entendiera lo que estaba pasando dentro de mí.
—¿Cómo sé si no amo a mi pre-destino solo porque es mi otra mitad y fue elegida por la diosa para estar a mi lado? —pregunté, bajando las orejas, como si temiera la respuesta. Ella soltó una risita suave, como si comprendiera mi confusión.
—La diosa Luna y la diosa Sangre no les ponen pre-destino a sus creaciones para que se aten entre sí de una manera estricta. Lo hacen para que tengan con quién pasar el resto de sus vidas, sabiendo que no estarán solos jamás. Ellos mismos deciden si usan su otra mitad como su amor, su apoyo, su confidente o su mejor amigo... —ella suspiró, mirando al cielo estrellado como si estuviera buscando respuestas en las constelaciones—. Existen casos en los que los pre-destinos son simples mortales que siempre están el uno para el otro, teniendo una pareja sentimental aparte de su parte que los complementa. Es algo completamente distinto, pero igualmente válido. Ustedes, los sobrenaturales, piensan que, como son pre-destinos, deben estar juntos de manera romántica todo el tiempo, pero no debería ser así.
Me quedé en silencio, procesando sus palabras. La chica parecía tener un conocimiento profundo de algo que, en ese momento, me resultaba confuso y doloroso. Sus palabras eran como un bálsamo para mis dudas, pero aún quedaban demasiadas preguntas sin respuesta.
—¿Cómo hago para saber si quiero a mi pre-destino como pareja o solo como amiga? —le pregunté, sintiéndome algo penoso. Estaba dispuesto a escuchar cualquier consejo que pudiera ayudarme a entender lo que sentía.
Ella sonrió suavemente, con una ternura que me sorprendió. Aun así, su expresión seguía siendo seria, como si quisiera asegurarme de que realmente entendiera lo que estaba por decir.
—Bueno, eso es cosa de tu corazón. Si tu corazón se acelera de una manera insana cuando estás cerca de ella, o si te hace suspirar con solo pensar en ella, es porque la deseas como algo más que una amiga que esté ahí en las buenas y en las malas. Pero para eso, debes descubrir primero qué sientes por esas dos personas que dices amar. Si quieres a una de una manera tan fuerte que te hace pensar que la amas, debes saber cuál de las dos es la que deseas de esa manera, para descubrir a quién amas en realidad —me explicó, sonriéndome con calma, como si me estuviera guiando a través de un laberinto emocional.
—¿Es tan simple? —pregunté, casi incrédulo. No podía creer que algo tan complejo pudiera reducirse a algo tan sencillo.
—No es fácil, pero es simple —respondió ella, encogiéndose de hombros de manera ligera. Luego miró hacia el horizonte, como si estuviera pensando en algo lejano—. La clave está en tu corazón. Tienes que escuchar lo que te dice. Yo tengo un libro que me ha ayudado mucho en mis momentos de duda... Es un libro antiguo, lleno de sabiduría sobre los sentimientos y el destino. Me lo dio una anciana druida que conocí en el bosque cuando aún era una niña. Ella me enseñó que lo más importante es saber quién eres antes de poder amar a alguien. Es un viaje largo, pero necesario.
La mencionada chica sacó un libro pequeño de su bolso, con las cubiertas envejecidas por el tiempo, pero sus páginas resplandecían con una luz cálida, mágica. Lo abrió con cuidado y me mostró una de las páginas. Estaba llena de símbolos y palabras en un lenguaje que no entendía, pero sentí que las palabras hablaban de algo profundo.
—Este libro me ha guiado en mi camino —dijo ella, sonriendo suavemente al recordar lo que ese libro representaba para ella—. Quizá algún día puedas leerlo, si lo encuentras.
Me sorprendió la calma con la que hablaba sobre algo tan misterioso. En un mundo lleno de seres sobrenaturales y destinos entrelazados, parecía que la chica había encontrado algo que le daba paz, algo que yo aún buscaba desesperadamente.
—Tengo que seguir con lo que estaba haciendo. Nos vemos, lobito —dijo, despidiéndose de mí con una mano. Luego, sin darme tiempo para decir algo más, comenzó a alejarse, sus pasos suaves como el viento, y en un abrir y cerrar de ojos, se desvaneció en la oscuridad de la noche.
Me quedé allí, mirando el libro entre mis patas, una sensación extraña de claridad y confusión al mismo tiempo llenando mi pecho. Sus palabras resonaron en mi mente. "Escucha a tu corazón."