Apocalipsis 001

Acto XI: Relaciones Rotas II

Llegué a mi habitación, y sin vacilar  entré en mi saco de dormir. Mi mente estaba por hacerme la noche un infierno, me torturaba con pensamientos incómodos e ideas extrañas propias de una persona cínica. Alivio encontraba en entretenerme recordando buenos momentos antes del apocalipsis, y recordando el aroma nostálgico de esos momentos. Escuchaba la respiración de Víctor lenta y suave; desde dos días antes tanto él como Sara dormían en mi cama —Nunca me molestó—. Me preguntaba en qué momento Sara entraría a la habitación, la estuve esperando durante mucho tiempo. El insomnio me daba la mano, y evitaba que quedara dormido.

Entré en desesperación. La lámpara estaba apagada, y la noche era silenciosa. Me levanté. Abrí la puerta. Con pasos de tortuga caminé silenciosamente y me incliné sobre la barandilla, observando hacia la sala. Era poca la luz que se posaba sobre el sitio. Me costó vislumbrar qué era aquella mancha blanca que sobresalía de la oscuridad. No me pasó por la mente, ni por un segundo de que se tratara de mi madre sentada en el sillón ubicado frente a mi padre, que dormía en el mueble. Me entró la curiosidad, me imaginé que habían hablado y relajado las aguas turbias. Me recorrió un viento de tranquilidad, consigo la sensación de sueño.

Un movimiento turbio de  mi madre me agitó. Parecía llevar algo a su boca, pero por la poca luminosidad se me hacía imposible saber exactamente qué era.

Lo hizo nuevamente y pude escuchar el sonido como de algún tipo de líquido. Me fijé que se levantó del sillón y se acercó a mí padre. Levantó la mano con algo en ella. Ahí me fué cuando me fijé que en su mano derecha llevaba una botella de vidrio.

Me alteré y le grité para evitar una desgracia.

—¡No lo hagas!— Mi grito fue tan potente, que por unos segundos solo escuchaba ruido blanco —Mamá, ¡No lo hagas!

Mi madre me observó como bajaba las escaleras con ímpetu. Huyó con velocidad hacia el baño de lado de su recámara y cerró la puerta fuertemente. Tras de sí, dejó caer aquella botella, haciéndola añicos. Era alcohol.

Estaba realmente sorprendido. No hallaba qué pensar ni qué decir. Mi padre que estaba todavía soñoliento, me preguntaba con desesperación que había pasado.

Sara salió de la habitación y Víctor bajó de mi habitación con la lámpara.

—¿Qué pasó Sebas? — Preguntó Sara soñolienta.

— … — No sabía qué decir. Mi asombro fue tanto, que terminé desconectandome de la realidad por unos minutos. Las preguntas que me hacían los tres retumbaban en mi cabeza. Parecía un avispero que sobrevolaba mi cabeza. No fué pasado unos minutos cuando empecé a tomar el control de mis pensamientos.

—¿No la viste papá?

—¿A Quien? ¿Tu madre?

—Sí… ella intentó pegarte en la cabeza con esa botella. — Señalé los vidrios que alguna vez fueron una botella —Está dentro del baño—.

— … Espera, espera ¡¿Cómo que Griselda quería pegarme con esa botella en la cabeza..?! No me lo puedo creer.

Mi padre entonces, le llamó a la puerta.

—¡Griselda! ¡Sal! ¡Te has vuelto loca mujer..! ¡Griselda! ¡Ábreme la puerta!

Ella no respondió al llamado. Mi padre insistió varias veces. Empezó a empujar la puerta desenfrenadamente. Estaba nervioso. Me invadió un temblor junto a una bajada de presión brusca.  No dije una sola palabra de lo siguiente, pero no quería que mi padre derribara la puerta, independientemente de lo que intentó ella. Pensé que sería lo mejor, tal vez ella estaba llorando dentro del baño reflexionando sobre lo que intentó hacer, porque todavía era muy irreal la situación. Me preguntaba a mi mismo si de verdad, eso estaba sucediendo. Mi madre tomando alcohol, borracha, intentando hacerle daño a mi padre; Su esposo.

Mi padre estaba aún más enojado. Empleó su pie derecho y con mucha fuerza lo intentó varias veces hasta que se cansó. Sin emitir una sola palabra, abrió la puerta principal y se fué hacia el Jeep. Lo intenté detener pero me respondió con una cachetada y una mirada sumamente aterradora. La luz de sus ojos se había desvanecido; parecía un infectado.

Una fría lluvia, cayó esa madrugada.

A la mañana siguiente, el frío era penetrante. Parecía meterse entre mis poros y con pequeños cuchillos pulsaba mi piel,  aún yo bajo gruesos ropajes que cubrían mi piel. Me preocupaba la situación de mi padre, estaba fuera ante el tremendo frío. Abriendo la ventana de la cocina lo pude ver con una manta sobre su cuerpo,  fumando un cigarrillo.

—Sebas..— Exclama Sara, detrás de mí. Voltee a verla. Había salido de la habitación de mis padres.

—Sara … tu eres...

Durante la madrugada lo estuve pensando —Razón por la que amanecí con grandes ojeras dibujando mi rostro de melancolía— todo pudo ser por culpa de Sara. Tratando de darle sentido a las acciones de mi madre, acciones totalmente ajenas a ella —Aunque en ese momento no estaba seguro ni de mis propias acciones— deduje que se había enojado por haberle escondido lo que nos pasó. Aunque, no sabía cómo tomarme lo del alcohol. Para ella el alcohol era lo peor que había inventado el ser humano, siempre lo repetía cuando íbamos de compras al supermercado. Recuerdos de mi padre tratando de llevarse a casa varias botellas de un whisky, me llegaron  de pronto.

— Sebas te tengo que decir al...— Corté sus palabras. La interrumpí violentamente.

—No me digas nada Sara, no te preocupes por explicarme cosas que sé. No sé por qué diablos te confié esas cosas.

— ¿Cómo lo sabés?

—Te escuché anoche decirselo a mi madre. Por eso ella se enojó e intentó matar a mi padre. Sara … yo confié eso en tí.

Sara miró con tristeza el suelo.

—No sabes por qué se lo dije ¿verdad?

— ¿A qué te refieres? — Le repliqué, observando los escalones.

— Tu madre me obligó a decírselo.

—Me tomas por tonto Sara. ¿Como ella sabía entonces sobre ello?

—Me dijo que estaba sospechando. Me dijo que le contara todo, lo más detallado posible, de lo contrario dejaría de atender a mi madre.  También me dijo que tú padre solía obligarla a permanecer dentro de la casa, encerrandola en una burbuja… cuando le dije todo, ella sólo empezó a decirme que se sentía excluida y la hacían ver como  débil. Le molestó muchísimo que ustedes le hayan ocultado que presenciaron las muerte de sus vecinos, y la gran fogata humana de la plaza. Sus momentos de peligro durante sus viajes hacia el almacén.



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En el texto hay: misterio, apocalipsis, ciencia ficcion

Editado: 21.08.2023

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