Apocalipsis 001

Acto XIV: ¡Felicidades!

Olor pútrido. Era vomitivo. Era una mezcla de carne descompuesta junto al máximo nivel de putrefacción de huevos podridos bajo un sol incandescente. Era ardiente en los ojos, y muy penetrante. Olía a mierda y cañería de la más asquerosa existente. En la sala había un vestigio de lo que alguna vez fué una persona. Ya no gritaba, no poseía quijada, aún así en su dolorosa mirada decía todo; necesitaba muerte. En su cabeza  habían larvas de moscas retorciéndose, y no solo allí si no en toda parte de su cuerpo. Me preguntaba y me entristecía la moribunda existencia de ese infectado. 

—Que asco. —Dijo mi padre, al quedarnos viendo el escenario que se hizo en la sala. Un infectado logró penetrar por la ventana, dejándola toda rota. Además dos infectados quedaron atrapados en la ventana y parecían inconsciente—Como diablos vamos a aguantar esto. Tengo ganas de vomitar, joder. 

A Sara le importaba poco. Fué huyendo a la habitación a atender a su madre. Victor no aguantaba el penetrante olor. Vomitaba a cada momento. Su cara adquirió un enfermizo color verde. 

—Sebas, ve a la cochera y trae el rastrillo. Empujaré esos dos y arrastraré a este hasta afuera. —Demostró con su rostro una intensa sensación de desagrado. 

Ya iba de camino por la puerta del frente cuando mi padre me paró en seco. 

—Vete por la puerta trasera de la cochera, es más seguro. 

No podía todavía hablar. En la mañana mi padre se había percatado de ello y me pidió que no lo intentara  por el momento. 

Pasadas las horas pasé a la habitación donde estaba la madre de Sara. La veía pálida como si nunca el sol le hubiese tocado la piel. Sara la veía un poco triste mientras le hablaba serenamente. 

—Oh, Sebas. ¿Cómo estás? Oh espera, no me respondas, es cierto que tú  voz quedó lesionada por la infección. —Me miró con pena. Esa pena me molestó en la nuca. Una irritación me palpitaba en los ojos, la miraba un poco disgustado por lo que acabó de decir— oye, lo logramos. Logramos que tu padre decidiera salir de este sitio… aunque no hicimos nada. —Se ríe ligeramente.  —Tengo la ligera impresión de que de aquí en adelante las cosas serán mejor para nosotros. Estoy segura que en ese refugio estaremos bien. —Ella desprendía tranquilidad. Me sentí tranquilo, se lo hice ver con mis ojos.

—Sabes, estuve pensando sobre las futuras fechas, de las que hablábamos hace unos días. Si logran ser ciertas, mi madre morirá dentro de cuatro días.  Yo espero que no sea más que una coincidencia todo eso. No puedo imaginarme nada, para mí sería el fin. Sabes... la quiero mucho. 

Oh vaya, lo había olvidado. Pero, quién le daría importa a algo tan insignificante, más en situaciones tan graves como las que habían pasado? Era 14 de julio, día de mi cumpleaños. Mi vista se empañó de un poco de lágrimas. 

—¿Huh? ¿Quieres decirme algo Sebas? —Le afirmo con la cabeza. —Bien, te buscaré un lápiz y una hoja de papel de mi bolso. Dame unos segundos. 

Le escribí en el papel:

"Hoy estamos a 14 de julio cierto? Si es así el día de hoy cumplo 15 años. Lo había olvidado. Imagino que mi madre también lo olvido, igual mi padre. Lo siento por esto Sara, es que me trae muchos buenos recuerdos, es todo"

Ella terminó de leerlo.

—Eh.. ¡Felicidades Sebas! La verdad creí que eras un poco más mayor, algo como 17 años, por tu aspecto cualquiera lo podría decir. Pero aún así soy más mayor que tú, tengo 16 años. —Ríe ligeramente. —Quién lo diría. Vaya sorpresa y oye,  ¿Cuáles son esos buenos recuerdos? ¿Me cuentas?

Tocan la puerta. Es mi padre. 

—No podemos irnos aún. 

—¿Por qué lo dice señor Esteban?

—Es… vengan a la sala. —Cierra la puerta lentamente. 

Ya me lo imaginaba. Sabía exactamente qué era lo que iba decir tras nosotros atravesar esa puerta. Estaba más que claro. Me pulsó la cabeza del enojo. No lo quería hacer evidente, porque no quería complicarme ni sobre pensar las cosas. Estaba tan seguro, como decir que al próximo día saldría el sol aunque lo tapara las nubes. Tan seguro como decir que la noche es oscura. 

—Vamos Sebas. —Dijo Sara atravesando la puerta. 

Salí de la habitación. Esperaba estar equivocado y ser solo una mala intuición mía. Que esperanzador. 

En la sala estaba Víctor,  se veía un poco mal. Estuvo vomitando toda la mañana. 

—No nos podemos ir … aún. —Nos miraba. Me enfadé. El lo supo de inmediato pero me ignoró. —Lo hablé con Sebas. No sabemos si en verdad todavía el refugio está, pero tampoco sabemos lo contrario. Con lo ocurrido esta madrugada no podemos permanecer aquí por mucho tiempo, pero… —Dí un fuerte golpe con el pie derecho al suelo. Me entró tremendo dolor. —¡Sebas! Deja tus berrinches. 

—Sebas está de cumpleaños hoy, señor Esteban. —Dijo Sara. 

—¿Co-como?, ¿hoy es 14 de Julio? ¿Es por eso que estás enojado Sebas? —Lo miré con odio. Era demasiado ridículo lo que decía. No era lo más importante en el momento. Odiaba la condición en la que estaba. No podía expresar con toda soltura lo que quería, y eso me frustraba al punto de llorar. Con todas las ganas pude a duras penas, decir un enfermizo «No». 

— … La semana de Sebas. ¿Lo recuerdas? Se quedó en el pasado. Si es eso elimínalo para siempre. Condiciones para esas cosas en este mundo ya no hay. —Su tono era serio y aún más amargo que cualquier café. No era por eso que me frustraba, aunque la semana Sebas fueron momentos increíbles para mí. Él lo sabía pero por si las dudas, se atrevió a echarle cemento a esos recuerdos pasados.

 La semana Sebas era una semana festiva para nosotros; la idea fue de mi madre (eso me contaron ellos mismo). Durante esa semana, no importaban otras cosas más que nuestra unión, por eso dejaban de trabajar para hacerla posible. Viajes en coche, comidas, videojuegos, exposiciones artísticas. Recuerdo cuando acampabamos bajo la oscura noche. En ese tiempo las estrellas casi no se visualizaban, eran tragadas por las poderosas luces de las ciudades cercanas. Sin embargo era sumamente hermoso cuando buscábamos las escasas estrellas en el firmamento. Nadie más lo hacía. Casi nadie solía salir a explorar las montañas y a apreciar los amaneceres y atardeceres. La vida de muchos se trasladó al mundo virtual, dónde se alejaban de las penas del mundo real.  Pero yo era feliz con esos pequeños momentos. Con esas caricias mañanera que me despertaban, avisándome el inicio de nuestras aventuras. 



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En el texto hay: misterio, apocalipsis, ciencia ficcion

Editado: 21.08.2023

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