Apocalipsis 001

ACTO XIX: Agujero

—Quizás sea alguna ruta de escape que usaban los antiguos inquilinos de esta cabaña. —Comentaba mi madre con Sara mientras ambas trataban de abrir algunas latas de atún para calentarlas en una pequeña fogata entre unas rocas. Mi padre la había encendido frotando varios palillos y vertiendo las cenizas en una yesca fresca que había conseguido a unos escasos metros a la distancia. Le encomendó la tarea a Sara de apagarla una vez terminara de cocinar—No estoy segura si es algo por lo que debamos preocuparnos. 

—No sabría realmente que pensar —Sara acercaba con un poco de asco las latas de atún a su sentido del olfato. —Dado que estaba debajo del piso, quizás sea un escondite o un almacén de provisiones. 

—Tengo que mantener a Esteban bajo vigilancia, lo más seguro es que intente bajarlas. 

—Disculpe que me entrometa en esto, pero señora, la última vez que usted intentó vigilar a su marido las cosas no salieron bien. ¿No ha intentado usted hablar con él en lugar de volver a repetir un mal comportamiento? —Comenta Sara mientras colocaba lentamente el atún en un agua hirviendo. Parecía hacerlo con asco. 

—Tienes razón hija. Disculpa lo que acabo de decir… una tontería. ¡Ha! Parece que tengo un largo camino que recorrer. Pero… no dejo de preocuparme de sobremanera. Estoy casi segura que él va intentar bajarlas.Quisiera hablar directamente con él, pero en cada ocasión que lo hago siento vergüenza y bueno, él me ignora a cada momento. 

Sara reflexionó un momento observando el suelo entre sus pies. 

—Yo… no sé qué podría decir ni qué hacer. Para serle sincera, no sé qué será de mi vida de ahora en adelante. Si antes me era difícil imaginar mi futuro, ahora creo que es una tarea imposible; realmente… no siento que tenga algo que hacer, algo que me dé alguna razón de estar orgullosa de seguir con mi vida. Mi razón era mi madre, quien de alguna manera le daba sentido a que siguiera viviendo… —Parecía que en cualquier momento se caería a pedazos y lloraría. —Pero ahora ella no está más conmigo y eso me duele mucho. Dígame señora, ¿cómo podría quitarme este sentimiento? 

—Hija… de verdad me apena mucho escuchar eso de boca de alguien tan joven como tú, lo siento tanto. Pero me temo que no tengo respuesta a tu pregunta. Quisiera decir que el tiempo sana todo, pero eso es una mentira que nos hemos contado para sentirnos mejor en el momento. Claro, tampoco quiero ser pesimista y decir que el tiempo no sana, si lo dijera estuviera siendo sumamente inhumana; lo que quiero decir es que así como las heridas físicas,hay algunas del corazón que aunque sanen y cicatricen, siguen doliendo. Aunque de ellas no brote nada de sangre. 

Victor, quien había advertido anteriormente que iba en búsqueda de hierbas para el caldo del que mi madre y Sara se iban a hacer cargo, regresó con un puñado de estas entre sus manos, las cuales fueron entregadas a mi madre quien con un poco de agua las labó y las echó en la olla hirviendo. 

—¿Qué ocurre? —preguntó Victor al ver a su hermana un tanto decaída. —¿Sara?

—Tranquilo hermano, estoy bien. Creo… si. Solo no te preocupes. 

Sara aun cabizbaja hizo un ademán con sus manos tratando de expresar que se encontraba bien. Pero en ningún momento levantó su rostro hacia su hermano.  

—Señora, ¿necesitarán algo más? —preguntó Víctor, mientras sus ojos paseaban entre mi madre, yo y su hermana. 

—Ah no cariño, está bien. Gracias por tu ayuda. ¿Quieres quedarte con nosotros a esperar el almuerzo? —Le respondió mientras le sonreía con serenidad. 

—Ah, no. Está bien, gracias pero el señor Esteban me espera, le dije que le iba a ayudar con un asunto. Por cierto, ¿aún está dentro de la cabaña?

—Si, supongo que sí. No lo he visto salir desde esta mañana—Respondió mi madre quien no ocultaba su curiosidad por el asunto que mencionó Victor. Con eso, Victor se retiró de la escena en dirección a la cabaña. 

Cuando Victor dejó el sitio, repentinamente Sara levantó su vista. Había aguantado las ganas de llorar por un largo rato, ya que sus ojos estaban empañados de lágrimas que aún no recorrían sus mejillas. Ante esto, mi madre y yo nos exaltó la preocupación. Sara hizo varios intentos de poner su dolor en palabras hasta que pudo decir algo. 

—Señora, a veces veo a aquel sujeto entre sus ojos. Es como un fantasma que nunca se vá. 

—¿Qué ocurre mi niña? ¿de qué hablas?

A Sara le costaba poder sacar de sus labios las palabras, era como si en su lengua colgaran pesas. 

—Mi hermano cada día se parece más a el maldito sujeto que se hizo llamar mi padre. Ya eso lo sabía, e incluso lo había notado ya antes varias veces, pero ahora es peor. Es como que el mundo busca hacerme sufrir, solo sufrir y sufrir y sufrir… Mi hermano no tiene nada que ver con ese hijo de puta. 

Mi madre se acercó de golpe hacia ella. Y con un abrazo de esos que ella sabe que son más terapéuticos que las palabras, abrazó con fuerza a Sara. 

Nunca antes me había parado a pensarlo, pero Víctor realmente se parecía mucho a su padre. Su forma de caminar era calcada, algo así como arrastrando los pies y levantandolos más bien poco del suelo, como arrastrando una larga e invisible cadena. Sus ojos profundos y tristes, una especie de bigote que le empezó a emerger y sus pómulos pronunciados le daban el aspecto incluso de ser más mayor de lo que realmente era. 

—Pero sé que mi hermano nunca será como ese horrible sujeto. —Expresó ya más tranquila. —Encontraré paz, yo y él encontraremos paz. Sé que pronto encontraremos una razón para vivir, algo que nos llene de alegría como en las pocas veces que lo fuimos. 

—Yo también estoy segura de eso. —Afirmó mi madre, mientras me miraba con sus vidriosos ojos al borde de dejar caer una lágrima. —Estoy segura que encontraremos paz pronto. 

Al rato del almuerzo, me levanté y dejé a mi madre y Sara hablando plácidamente sobre un tema que más bien, no me importaba lo más mínimo. Hablaban de una revista que solía (mi madre) leer cuando era más joven, algo así como una revista de artistas y farandulas, pero realmente ella no las leía por la farandulas si no porque tenía la esperanzas de encontrar nuevas referencias de moda que copiar. Parecía algo interesante para ella, aunque a Sara no he hiciera tanta gracia. Quizás lo hacía para tratar de tener un momento en donde simplemente dejar su mente en blanco; completamente necesario si se me preguntara. 



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En el texto hay: misterio, apocalipsis, ciencia ficcion

Editado: 21.08.2023

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