Apocalipsis 001

ACTO III


 

 

Estaba nuevamente temblando sin parar, no podía mover un solo músculo.  En un instante, en mi mente empezaban a pasar como fotogramas todos los acontecimientos posibles, todos, que terminarían de manera trágica. No sé cuánto tiempo pasó desde que me quedé paralizado frente a la puerta, pero, al poder moverme nuevamente, la puerta estaba abierta. Noté que mi padre la había abierto. Asustado y con el peor de los escenarios en mi cabeza, entré sigilosamente a la casa.

—¡Gracias Al cielo! —Suena la voz de mi padre, que algo de alivio.

Mi madre y mi padre estaban frente a mi, ella me miraba con esos hermosos ojos cafés, aunque, no entendía lo que pasaba, mirar el rostro de mi madre me tranquilizaba. Pero, mi padre al voltear a ver a la sala y mirar un pequeño grupo de personas, cambió su rostro, su rostro se llenó rabia.

—¿Quienes son ellos?! —Le gritaba.

—¡Lo siento por no haberte preguntado antes de acogerlos! pero, ¡necesitaban de mi ayuda! 
—Respondió mi madre con una sonrisa, para tranquilizarlo.

—¿Ayuda? ¡¿Y si son portadores del virus?! ¿No te hiciste la idea? —Con mucho cólera elevaba su voz para hacerse oír.

—¡¿Eh?!¡Esteban! ¡¿Qué te pasa?! No eres de ese tipo de hombres, ¡no entiendo que te pasa! ellos necesitaban mi ayuda, no voy a abandonar a nadie que necesite de mis requerimientos!—Justificaba ella.

—Es que no, no ¡No!— al borde de las lágrimas por la rabia.

Miré a mis padres. Me preguntaba, ¿Siempre fueron así? ¿Eran falsas sus personalidades antes de este día..? No aguanté y por la fatiga del día, terminé cayendo al suelo inconsciente.

Desperté en mi cama, temblando. El frió pulsaste, aunque tuviera sobre mi cuerpo una manta. Me fijé que todavía estaba muy oscuro, y a fuera todavía la imparable lluvia fría seguía cayendo.

—¿Todo fue una pesadilla..? Ya quisiera... —Con tono Desilusionado.

Abrí la puerta que daba al pasillo y bajé los escalones que llegaban hasta la sala. Ví a mi madre sentada atendiendo a un chico de unos 17 años que se encontraba en el suelo, no ví a mi padre por ningún lugar.

Mi madre notó mi presencia y volteó a mirar.

—-¿Qué pasó con papá? —Le pregunté, mientras ella me observaba muy seria.

— Vete a la cama sebas —Me dijo.

— Pero...

—¡Qué te vayas a la cama te digo!
—Me respondío con sus ojos llenos de frustracion.

La miré y me sentí terriblemente mal, porque sabía muy bien que ellos habían discutido mucho, cosa que no es común entre ellos. Con mis ojos aguados, empecé a subir lentamente los escalones. Llegué a mi cama, traté de dormir, sin embargo, me despertaba de repente cada cierto tiempo, por aquellas pesadillas provocadas por aquella escena grotesca y maligna, que no se alejaba de mi mente, y lo peor, en aquellas pesadillas estaba mi querido mejor amigo Christian y mis vecinos siendo asesinados por el ejército, sin duda esa fue mi peor noche.

Al amanecer, los rayos del sol me cubrían la cara, noté que estaba en el piso, no recordaba como llegué ahí. El sol, empezaba a calentar mi habitación. Me levanté y me dirigí hacia la sala. Cuando llegué hasta el ultimo escalón, pude ver que mi madre sostenía una conversación con una mujer, en sí era una mujer de unos 40 años, que al parecer era la madre del chico de la noche anterior.

—-Lo... lo sentimos, no queríamos ocasionarles problemas. Gracias por acogernos, nos retiraremos—Decía con vergüenza la mujer.

—¡No! No, está bien, pueden quedarse más tiempo, no es su culpa.No sé porque mi esposo se actuó así, no sé que le pasó para que se pusiera tan violento, el no es así —Respondió mi madre, mientras la observaba.

—-No, es que no queremos ocasionemos más problemas, acá solo somos una carga— Dijo la mujer.

—No, no piense eso, sabemos que no estamos en la mejores momentos y eso, aparte, su hijo no está en buenas condiciones para salir, cualquier movimiento brusco puede afectarle mucho —Pasivamente respondió mi madre.

La mujer titubeó un poco, como pesando en si quedarse o no, pero al final quedó convencida por mi mamá.

—Acepto, pero, una vez que mi hijo sane nos iremos. No queremos seguir ocasionando problemas.

— Esta bien. —Respondió mi madre.

Mi mamá notó mi presencia y de inmediato me llamó y me presentó ante ellos.

—Este es mi hijo sebas, tiene 14 años.

Todos sonrieron mirándome. Estaban conformados por 4 miembros. El chico de unos 17 años que al parecer sufrió algún accidente en su brazo, una chica algo solitaria tomando una sopa de lechugas, un hombre que compartía al parecer la misma edad que mi papá y la señora muy humilde a primera vista.

Yo, no sonreí en ningún momento, desde lo más profundo de mi ser, todavía no superaba lo antes visto; imagínense, un chico de 14 años presenciando atroz escenario diabólico, no le pasaría por la cabeza el intentar sonreír.

De inmediato cuestioné a mi mamá:

—¿Dónde está papá? —Esta vez un poco nervioso, porque no quería que se repitiera su respuesta.

—Creo... que está fuera, le rogué que entrara a la casa, pero, no quiso... no entiendo qué le pasa, por cierto, ¿Qué pasó durante su viaje al almacén?
—Mirándome a los ojos.

Esa pregunta me puso algo nervioso, y desesperado. No podía decirle nada a ella.

—No, nada, solo que no pudimos llegar porque... hubo un incendio, las calles estaban llenas de escombros.. si, y, si! Eso ocurrió. —decía con nervios.

—Oh, vaya... que mal...ya qué nos estamos quedando sin alimentos

Mi madre, pues, no me hizo más preguntas. Procedí a salir de la sala, con mi destino a mi padre.

Mi padre, se encontraba fumando un cigarrillo en el frente de la casa, al lado de la cochera. Me paré frente el, pero no abrí mi boca para articular ninguna introducción ni nada, y mi padre, algo molesto me miró y dijo:



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En el texto hay: misterio, apocalipsis, ciencia ficcion

Editado: 21.08.2023

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