Apocalipsis sentimental.

29: Secretos Oscuros.

 

Jessica.

 

 

– No-grita molesto mientras que a Oliver se le cae una vasija y se estrella contra el suelo rompiéndose en millones de pesados-te felicito Oliver-cierra sus ojos tratando de calmarse pero los abre bruscamente volviendo a hacer lo que estaba haciendo.

– Lo lamento, se me resbalo-junta los pequeños pedazos filosos cortándose un dedo-mierda-presiona la herida por unos segundos confirmando que sangra, y mucho-ya vuelvo-camina subiendo las escaleras esquivando las cajas.

Yo desde que llegué, no he hablado con Tom. Lo veo muy concentrado empacando que me he sentado en un escalón y solo lo observo.

– ¿Estas bien?-escucho que habla y no hay nadie en esta habitación. Oh, no lo había notado-estas muy…silenciosa-¿Quiere decir que siempre soy molesta?

– Pensé que podría molestarte si hablo-deja sus cosas y camina sentándose junto a mí.

– No te he visto hace mucho tiempo ¿Y piensas que podrías molestarme?-no me mira, solo observa la casa, todas las cosas que faltan por empacar-lamento decirte que podrías quedarte en mi casa cuando…-golpeo su hombro.

– No te preocupes por mí-me observa, pero soy yo la que desvía la mirada-entiendo tu situación. Tienes a tu padre en el hospital, te quedaste sin hogar y….no sabes a donde ir. Que te preocupes por mí, es demasiado-toma mi rostro obligándome a verlo. No había olvidado esos hermosos ojos y lo que podían generar en mí-¿Qué?-pregunto con una sonrisa pero no dice nada y rápidamente me besa.

Me va atrayendo a él, pero me niego al escuchar pasos acercarse y, solo toma mi mano poniéndose de pie y subir por las escaleras, por donde se oyen los pasos.

– ¿A dónde me llevas?-trato de soltarme de su agarre y es en vano. Oliver al vernos frunce el ceño.

– ¿No vas a seguir empacando?-Tom no se detiene y ni siquiera hizo el esfuerzo en mirarlo a la cara.

– Puedes solo ¿No?-Oliver abre la boca para hablar pero lo interrumpe-solo haz tu parte, yo hago el resto.

Sigue caminando y me adentra a un cuarto, entrando él por detrás. Esto ya me está asustando. Cierra la puerta con seguro y gira sobre sus pies quedando frente a mí. Otra vez esa mirada fría y seca. Camina a pasos cortos hacia mí, pero retrocedo a cada paso que da. No entiendo que es lo que quiere hacer. Tendría que estar empacando en vez de perder el tiempo trayendo a la gente a cuartos, oscuros, que dan miedo y demás.

– ¿Qué haces?-pregunto desviando mi vista y comenzar a caminar por toda la habitación. Conozco su método y espera a que choque contra una pared para aprovechar el momento-¿Aquí también tienes que empacar?-alborota su cabello algo cansado y sigue caminando por detrás de mí-¿No?-puedo sentir sus pasos, pero no volteo. El miedo me gana y no quiero voltear.

– Jessica-sin pensar giro sobre mis pies, para luego arrepentirme, quedando frente a mí a una corta, muy corta, distancia de mí rostro-¿Me estás evitando?-levanta una ceja esperando una respuesta. Abro mis ojos como platos al ver que se dio cuenta.

– ¿Yo?-pregunto cómo una tonta. Estoy frita.

– Sí, tú-intento retroceder, pero toma mi antebrazo evitándolo-lo estás haciendo-confiesa dolido.

– No lo hago, es una forma de…mantener distancia-levanto mis hombros sin saber ni yo lo que acabo de decir.

– Odio la distancia-confiesa abriendo sus ojos-es decir…-se aleja cruzándose de brazos-con todas las chicas con las que estuve, ninguna quería tener distancia de mí. Es más, querían que esté lo más cerca posible. Tú me entiendes-me giña un ojo. ¿De qué está hablando este loco?

– Pues busca a todas las zorras con las que te has acostado, se te va a gastar el cuerpo-camino molesta hacia la puerta pero corre por detrás tomando mi mano y veo que su muñeca aún está lastimada. Le devuelvo el agarre en mi muñeca y presiono justo en la lastimadura provocando que se queje-¿Duele?

– Ya-pide para que lo suelte. Él no me hace daño físico, pero si emocional al decir eso. Solo ver como se queja me hace sentir mal y decido soltarlo-eres…-frota sus muñecas lastimada, que aún no sé qué le pasó-no diré lo que pensé-confiesa.

Desvío mi vista a la enorme cama y los recuerdos vienen a mi cabeza. El miedo que tenía en ese momento, nunca antes lo había sentido de ese modo. Jackson no debió querer hacerlo a la fuerza. Nunca pensé que iba a ser capaz de hacer algo así.

– ¿Qué te ocurre?-mueve su mano por enfrente de mí, ya que no había notado que he estado observando la cama por un largo rato.

– Necesito salir de aquí-ordeno girando hacia la puerta pero la cierra con fuerza-Tom, quiero salir de aquí-trato nuevamente, pero se niega.

– ¿Por qué me evitas? ¿Por qué estás tan distante conmigo?-siento que el cualquier momento Jackson saldrá de debajo de la cama y no me dejará salir esta vez. No puedo quedarme aquí o me dará un infarto.

– Tengo que salir de aquí-giro la perilla pero no abre, ya la mano de Tom está evitando que se abra.

– Jessica-giro quedando frente a él. Verlo a los ojos me calma, pero no dejan de aparecer esos orbes azules en mi cabeza. No dice nada, solo observa y quita la mano de la puerta, dejando que la abra. Giro la perilla y cuando decido si salir o no, esa voz hace que la cierre nuevamente con mis nervios de punta. Jackson está aquí. ¿Por qué está aquí?-Es Jackson-confiesa viendo como me alejo lo más que puedo de la puerta.

– Puedes salir, yo me quedaré-frunce el ceño-ve.

– ¿No querías salir?-niego y sonríe mientras alborota su hermoso cabello-no te entiendo Jess. Jackson vino a ayudarme con las cosas. No reaccionaste así cuando volvimos del motel-no tengo idea de por qué estaba ahí, pero no puedo estar cerca. En cualquier día moriré o tal solo hay que aclarar las cosas. Eso será mejor, pero ni loca salgo primero.

– Tom-la voz de Jeison hace que corra hacia la puerta y abra, pero Tom otra vez evita que salga.




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