Apocalipsis Z No Memories

Capítulo 5: Primer contacto.

Me he despertado súbitamente en mi cama con una fuerte sensación de terror y psicosis que me envolvía como una manta oscura. Me senté y me llevé las manos al rostro al tiempo que retiraba el sudor que bajaba por mi sien. Mi respiración se encontraba agitada en ese momento al igual que mi corazón bombeaba sangre a cada extremidad de mi cuerpo como si estuviera en peligro. Una fea pesadilla regresó a mi mente como un oscuro recuerdo, aquellos no-muerto estaban en cada imagen que se cruzaba por mi mente y me daban la sensación de ser acechado en ese instante. Entre la oscuridad y la poca luz que ingresaba por la ventana, observé todo mi alrededor y logré tranquilizarme tomando respiraciones profundas. Todo en mi ser volvía a la calma muy despacio.

Recostarme sobre la cama y cerrar los ojos con fuerza me ayudó a recobrar la cordura, pero aun así, no podía negar que el miedo que tenía no era la sensación más agradable. Volteé a mirar hacia mi izquierda en donde se encontraba la mesita noche y sobre ella, una foto de nosotros dos en un marco de madera muy especial que él me había dado cuando llegamos a este país. Sentí el vacío de su ausencia y no pude evitar sentirme intranquilo. Las preguntas se apilonaban en mi mente como una avalancha y la mayoría eran sobre si Thommy se encontraba aún con vida. Al lado de la foto, reposaba el revólver que le había quitado a la mujer que intentó asesinarme y debajo de la pequeña lámpara un reloj de cuerda que marcaba apenas las ocho y media de la mañana.

Me levanté de la cama con algo de pereza, caminé hasta mi armario y me vestí con lo primero que vi; me puse encima unos vaqueros claros, una camisa blanca y luego una chaqueta de cuero que allí permanecía guardada. Por un instante dudé en ponérmela, pues era de Thommy y el olor de su loción seguía sobre ella. La sostuve entre mis manos y luego solo la recosté contra mi pecho estrujándola un poco. Al final, me la puse sin dudar, las fuerzas para seguir adelante en medio de una crisis tan grave como esta debería encontrarlas.

Agarré el revólver con ambas manos y lo observé con sumo detalle. Su culata de madera brillante y su color plateado sumado al peso que ejercía sobre mis dedos me generaban una gran duda de si debía llevarlo conmigo. Podría ser hasta una mala idea, pero recordar lo de la noche anterior me hizo tomarlo con fuerza y resguardarlo en mi cintura en la parte trasera para que la chaqueta lo pudiera ocultar.

Por ahora, mi supervivencia no dependía solo del arma, sino también de la comida que pudiera adquirir dirigiéndome al centro de la ciudad. Si toda esta situación iba para largo e incluso, podía empeorar, necesitaba recursos para seguir con vida y no morir en el intento.

A paso decidido volví hasta la sala de mi casa, quité el pesado sofá que había puesto la noche anterior en la entrada y luego me acerqué a esta. Estuve de pie frente a ella un par de minutos dudando de si realmente debía salir, pero al final, solo tuve que armarme de valor para poder abrirla. El exterior se encontraba bastante tranquilo, una leve brisa surcaba en una sola dirección haciendo que algunas hojas caídas de los árboles más cercanos se movieran al compás del viento. El silencio fue lo que me puso más nervioso, solo la naturaleza hacia su presencia con algunos sonidos que generaban los árboles al moverse por la brisa o alguna ave haciendo sonidos. No era habitual escucharlos, por lo general se podía sentir la gente por ahí yendo a hacer sus cosas, pero no, esto era totalmente diferente. Las personas se habían esfumado... o escondido.

Me estremecí por un momento, me llevé las manos a los bolsillos de la chaqueta para mantenerlas calientes y comencé a caminar sin detenerme ante ninguna situación. Hubo un lugar donde la puerta de una casa se encontraba abierta por completo, la oscuridad de su interior no dejaba mucho que ver, pero en la entrada había mucha sangre fresca que me provocó una fea sensación de terror y ganas de salir corriendo. Todo sería más fácil si hubiera podido irme en automóvil, pero tampoco era posible. La noche anterior los militares lo habían usado para crear un muro de contención alrededor del hospital para evitar la propagación del Menenge... viendo la situación, eso no pareció funcionar muy bien.

Seguí mi rumbo por las calles caminando muy cerca a los establecimientos y estructuras para no llamar la atención de nadie, pero entonces frené en seco cuando me percaté de algo horrible. Cerca de una esquina y a un basurero, reposaba sobre el suelo el cuerpo de una persona. Se encontraba boca arriba con los brazos extendidos como si fuera una estrella de mar y, desde donde me encontraba, un charco de sangre que iniciaba en su cabeza se extendía hasta la calle como un rio. Sus ojos estaban abiertos de par en par observando la nada. Me acerqué un poco mirando de lado a lado y una vez que me encontraba más cerca, pude darme cuenta de que al pobre sujeto le habían metido una bala en la cabeza. Asumí de inmediato que se trataba de una de esas cosas por el aspecto que tenía... uno ya aprendía a diferenciarlos por su aspecto, piel blanquecina, ojos blancos, sangre en la boca y un incontrolable deseo por carne humana. Entendí también que el sujeto había salido de un hospital, pues llevaba una bata blanca con algunos dibujos.

Volví a mirar en todas direcciones y no vi nada particularmente extraño; la mayoría de los establecimientos estaban cerrados y hasta el momento no me había topado con ninguna persona. Recuerdo que cuando llegué a casa a eso de las seis de la mañana, la gente se aglomeraba en todas partes tratando de sacar máximo provecho a la situación, el ruido era intenso y ahora, todo se veía como si el mismísimo Jesucristo hubiera bajado del cielo para llevarse a todos en un arrebato y dejar a aquellos no merecedores en un infierno horrible.

Dejé de lado al hombre tirado en el suelo y seguí caminando. El supermercado ya estaba bastante cerca, por lo que no dudé en comenzar a caminar más rápido. Frente a mí, se extendía un gran establecimiento en medio de un gigantesco parqueadero. La entrada estaba llena de basura, algunos carritos de compras volcados y latas de comida regadas por todo el suelo no daban la mejor imagen para el lugar. Algunos casquillos de bala permanecían en el suelo y también muchas marcas de sangre... esto había sido una gran zona de guerra con la diferencia de que los cuerpos se habían marchado también.



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En el texto hay: zombies, ciencia ficcion, terror

Editado: 25.06.2021

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