Apocalyptic War

Capitulo 5- A salvo?

El refugio de Tomás y Clara ofrecía una seguridad que hacía tiempo no sentían. La casa, aunque modesta, tenía provisiones, un generador de energía y una estructura aún firme. A pesar de todo, Ashley no bajó la guardia.

Después de una comida escasa pero reconfortante, se turnaron para dormir. Ashley se quedó despierta, sentada junto a una ventana con su cuchillo en mano.

Tomás entró a la sala y la observó en silencio.

—No tienes que quedarte despierta toda la noche —dijo con voz calmada.

Ashley no apartó la vista del exterior.

—No confío en nadie.

Tomás suspiró y se apoyó contra la pared.

—Buena filosofía en estos tiempos, pero sin confianza, tampoco se sobrevive.

Ashley lo miró por fin.

—¿Por qué nos ayudaste?

Tomás se encogió de hombros.

—Porque nadie debería enfrentar este infierno solo.

Ashley mantuvo la mirada en él por un momento, pero no dijo nada. La desconfianza seguía ahí, firme como una sombra.

Los días pasaron, y aunque el grupo disfrutaba de la relativa seguridad del refugio, sabían que no podían quedarse indefinidamente. Las provisiones se agotaban y la ciudad seguía plagada de amenazas.

Un día, mientras Víctor y Tomás exploraban los alrededores en busca de suministros, Ashley y Clara estaban en la cocina cuando un ruido en el patio trasero las alertó.

Ashley tomó su cuchillo y se acercó a la ventana. Afuera, dos hombres revisaban los alrededores con cautela. No eran los saqueadores de la farmacia, pero tampoco parecían amigables.

—¿Hay otra salida? —susurró Ashley.

Clara asintió.

—El sótano tiene un pasaje que da a la casa de al lado.

Ashley corrió a buscar a Sofía y al pequeño Julián. Antes de que pudieran moverse, un golpe resonó en la puerta principal.

—Sabemos que están ahí —dijo una voz grave—. No queremos problemas, solo provisiones.

Ashley apretó la mandíbula y se preparó.

La tensión llenó el aire. Si los dejaban entrar, era probable que no salieran vivos.

Antes de que pudieran reaccionar, la puerta se abrió de golpe. Tomás y Víctor habían regresado justo a tiempo. Tomás disparó un tiro al aire, haciendo que los intrusos retrocedieran.

Ashley corrió con Sofía y Julián al sótano mientras los disparos resonaban. Se metieron por el pasaje y salieron en la casa contigua, una estructura en ruinas.

Esperaron, conteniendo la respiración.

Después de varios minutos, los disparos cesaron.

Ashley se asomó con cautela y vio a Víctor, con el rostro ensangrentado, ayudando a un Tomás herido.

Clara no estaba.

Ashley sintió un nudo en el estómago.

—¿Dónde está Clara?

Víctor bajó la mirada.

—Se la llevaron.

El silencio fue más abrumador que los disparos.

La ausencia de Clara era un golpe difícil. Tomás, a pesar de su herida, estaba decidido a encontrarla.

—No podemos arriesgarnos —dijo Ashley, intentando hacerle entrar en razón—. No sabemos cuántos son ni dónde están.

—No la dejaré morir sola —respondió Tomás con firmeza.

Finalmente, decidieron seguir el rastro de los atacantes. Se dividieron: Ashley y Tomás buscarían a Clara, mientras Víctor protegería a Sofía y Julián en un refugio seguro.

El rastro los llevó a un edificio derruido en la zona sur de la ciudad. Desde una azotea cercana, vieron a Clara, atada y vigilada por tres hombres.

—Tenemos que idear un plan —murmuró Ashley.

Tomás asintió, pero su mirada ardía con rabia contenida.

Esperaron hasta la medianoche. La vigilancia era escasa. Se deslizaron entre las sombras y eliminaron al primer guardia sin ruido.

Tomás se adelantó, incapaz de contenerse.

Uno de los hombres despertó y el caos estalló.

Ashley peleó con uno de ellos, logrando clavarse su cuchillo en el costado. Tomás disparó al último, pero no sin recibir otro impacto en el brazo.

Clara, débil pero viva, los abrazó con fuerza.

—Tenemos que salir de aquí —susurró Ashley.

Salieron lo más rápido que pudieron.

Pero la ciudad no iba a dejarlos ir tan fácilmente.

Los disparos alertaron a otras bandas en la ciudad.

La persecución comenzó.

Se ocultaron en los túneles del metro, avanzando entre escombros y cuerpos olvidados.

Tomás jadeaba, su herida empeorando.

Finalmente, lograron regresar con Víctor, Sofía y Julián.

—Tenemos que salir de la ciudad —dijo Ashley.

Todos asintieron.

Era hora de buscar un nuevo destino.
(...)

Días después, encontraron un asentamiento seguro en las afueras.

No era el paraíso, pero era un nuevo comienzo.

Ashley observó a sus amigos descansar, sintiendo por primera vez una chispa de esperanza.

La lucha aún no terminaba.

Pero al menos, no la enfrentarían solos.

El viento seguía ululando entre los edificios en ruinas cuando el grupo decidió que quedarse en la ciudad no era una opción. Habían enfrentado demasiados peligros en poco tiempo: saqueadores, hambre, el riesgo constante de ser descubiertos.

Ashley, Víctor, Sofía, Tomás, Clara y el pequeño Julián sabían que debían moverse, pero ¿hacia dónde?

Tomás, a pesar de su herida, insistió en que al sur había un asentamiento del que había oído rumores.

—No sabemos si es real —objetó Ashley, con los brazos cruzados.

—¿Tienes una mejor opción? —respondió él, desafiante.

Ashley apretó los labios. No la tenía.

Finalmente, decidieron partir al amanecer.

Salieron antes de que el sol se alzara en el horizonte, usando las sombras como aliadas. La ciudad era un campo minado de peligros: no solo los grupos armados, sino las "cosas", esos seres que alguna vez fueron humanos y que ahora vagaban sin rumbo, hambrientos de carne viva.

Tomás iba detrás, cojeando ligeramente por la herida en su pierna, pero se negaba a ralentizarlos.

Víctor llevaba a Sofía de la mano, y Clara sostenía a Julián, asegurándose de que no hiciera ruido.




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