Apoccalipsis 1: Esferas de poder

Capítulo 4

-Esperaba un grito de terror-.Dijo aquél ser sorprendido.

La vista del muchacho repasó aquella extraña criatura de arriba abajo. Mediría algo más de tres metros, así que su cabeza, exenta de pelo, rozaba el techo del piso. Sus ojos, calcados a los de una serpiente, le miraban fijamente con cierta expresión de superioridad.

Su tronco era delgado, aunque distaba de serlo tanto como el de una serpiente. En lugar de manos tenía dos aguijones puntiagudos que brillaban con la luz de la estancia. Su lengua bífida de color morado, salía y entraba de la boca. No parecía tener colmillos. Tampoco supo verle los dientes.

-Aunque los humanos seamos más atrasados evolutivamente, como has expuesto hace unos minutos, la realidad es que llevamos décadas imaginando como seríais los extraterrestres. Después de ver tantísimas monstruosidades, la realidad es que no impacta tanto-.Dijo seriamente el muchacho.

-Mejor, así evitamos perder más tiempo reanimándote. Escucha atentamente porque tenemos solo unos minutos antes de que los enemigos sepan de nuestra existencia-.Dijo aquel reptil.

Andrés asintió con la cabeza. Aunque no entendía un ápice de lo que pasaba, pues no era capaz de comprender la magnitud de todo aquello, decidió escuchar atentamente con la intención de evitar la extinción humana.

-En la Vía Láctea hay millones de planetas que albergan vida muy variada, como te he dicho hace unos instantes. Pues bien, desde hace miles de años todos los planetas hemos sabido ponernos de acuerdo y hemos logrado que reinara la paz. Otras galaxias lejanas, han sucumbido en el caos y perecido por completo. Hace unos 100 años apareció quién ya te he dicho, nuestro enemigo común.

“A partir de este instante, las reuniones anuales se pusieron bastante violentas porque en cada planeta existían seres oscuros que solo anhelaban el poder. Tharantzu, cuyo planeta de origen se desconoce (algunos dicen que proviene de otra galaxia lejana) empezó a acoger todos estos seres. Lo que empezaron siendo unos pocos seres marginales, acabaron siendo un ejército. Hemos luchado durante años en un combate sangriento, pero el poder de este ser es tal que aun así perdimos al núcleo de nuestro batallón, Rx-312, quién murió de un envenenamiento hace unas pocas semanas”.

“Ahora, más fuertes que nunca, está mandando esbirros suyos a cada uno de los planetas para su destrucción. Vosotros sois uno de los planetas más débiles que conocemos, así que creemos que podéis conseguir tiempo. El portavoz que te he mencionado hace un buen rato, amigo mío y habitante también de mi planeta natal, Orolux, nos ha dado 10 orbes de poder. Aunque teniendo estos aparatos no os puedo asegurar vuestra supervivencia, la realidad es que puede sacar en vosotros el potencial que late en vuestras entrañas”.

“Desconozco como funciona. De hecho, mi misión es simple y llanamente darte a conocer este nuevo mundo. Ofreceros esta vía para luchar contra los enemigos quienes ya se encuentran presentes en vuestro planeta desde hace semanas. Han estudiado a fondo vuestros comportamientos para que el ataque sea mucho más certero y letal. Huye de las zonas urbanas, en pocas horas será un caos de muerte y destrucción”. Finalizó.

-¿Entonces, nuestro recurso es vencer o aguantar con vida?-.Preguntó Andrés, atento a una conversación que cambiaría su vida tal y como la conocía.

-Necesitáis sobrevivir durante bastante tiempo. Yo, junto a otros millones de compañeros míos más, somos mensajeros. Recorremos la galaxia en busca de planetas donde exista la esperanza y supervivencia para avisarles de que deben luchar. Que se puede vencer.

-¿Entonces, debemos aguantar el ataque de una especie evolutivamente superior, sin saber todo su potencial y con la única baza, un orbe de poder, que no sabemos que poderes nos dará, ni tan solo como hacer uso de él?-.Preguntó atónito.

-Exactamente-.Sentenció

-Estamos bastante jodidos-.Dijo Andrés con cierta cara de preocupación.

De repente se escuchó un golpe en la puerta. Una voz que Andrés apenas podía escuchar empezó a hablar con un idioma que no entendía.

-Están aquí. Debes irte-.Le dijo aquella criatura-.Por cierto, toma también esto. Sirve para entender todos los idiomas. Lo necesitarás.

Tras haber dicho esto, le dio una pastilla de color naranja. Era bastante pequeña. El ser extendió su afilado aguijón y le puso la píldora en la boca. La tragó con agilidad. Se le quedó pegada unos instantes en la garganta aunque no le dio importancia.

-Solo una pregunta más. ¿Has matado tú al perro?-.Le preguntó dubitativo.

-Sí, era la única manera de atraer tu atención-.Respondió con efusividad.

El muchacho se quedó cabizbajo. Le apenaba que hubiera muerto el perro por su culpa. Aunque trató de tranquilizarse pues él tampoco sabía que estaba destinado a tan importante papel en lo que parecía una guerra interplanetaria. Siempre había odiado las películas sobre el espacio, como Interstellar o la Guerra de las Galaxias. Irónicamente se les avecinaba una batalla probablemente igual de terrorífica. Y él iba a ser protagonista.




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