"Amar es recibir un pedazo de cielo"
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Son las doce de la noche, llego ebrio a mi apartamento, intento abrir la puerta pero obviamente está cerrada, intento recordar dónde dejé las llaves mientras registro los bolsillos de mi chaqueta color negro.
Justo cuando logró encontrar las llaves en uno de los bolsillos de mi pantalón recibo una llamada.
Tomo mi celular y miro la pantalla, no logro distinguir el nombre del contacto, pero puedo ver la foto de una chica que no recuerdo ahora, pero luce bastante hermosa y alegre.
—¿Bueno...? ¿Quién habla...? —pregunto arrastrando la lengua, ni yo sabía que era lo que intentaba decir.
—No lo recuerdas, ¿verdad? —pregunta la dulce y triste voz de una chica dentro de la bocina del teléfono, intento pensar que es lo que debo recordar, pero nada llega a mi cabeza por lo que sólo río nervioso
—Es nuestro aniversario, comeríamos en el restaurante de nuestra primera cita...te esperé durante dos horas, pero nunca llegaste... —su voz sonaba como intentado ocultar que estaba llorando o a punto de hacerlo, sin embargo no encontraba las palabras correctas que decirle en ese momento, pues aún no podía recordar quien era.
Tú siempre esperaste por mí
En el mismo lugar de siempre pero
Yo no estaba, yo no estaba.
Me despierto al día siguiente, ya es tarde y recuerdo todo, mi chica, la que tanto me había costado conquistar, la que no presentaba a mis amigos por miedo a que ella se enamorada de ellos o ellos de ella.
Me regañe mentalmente, siempre soy el idiota que arruina todo, incluyendo la felicidad de ella, sin embargo, soy un egoísta que no dejará que su más preciado tesoro se le escape de las manos tan fácil.
Me aseo y arreglo para salir, en el camino veo una tienda de joyería, me detengo a observar y veo un hermoso collar con un dije de bailarina con un corazón en sus manos, ella admira mucho a las bailarinas, por lo que no lo pienso y lo compro de inmediato.
Llego a su casa, puedo verla leyendo en la sala, en su rostro una expresión de tristeza y nostalgia.
Llamo a la puerta, ella voltea y se sorprende al verme ahí, duda si sonreírme o no y sólo hace una mueca mientras se levanta para abrirme la puerta.
—¿Qué haces aquí? Si vienes a dar una explicación de porqué no llegaste anoche y porque estabas ebrio no quiero escucharla. —dijo mientras cruzaba los brazos en señal de que estaba molesta, pero con la mirada al suelo.
—Claro que no, sé que hice mal ayer, pero no vengo a dar excusas o disculpas, sólo vengo a darte esto —digo mientras saco de mi bolsillo el collar y se lo coloco en su delgado y perfecto cuello.
Siento como aguanta la respiración, nerviosa, sin dejar de mirarme, cuando término de colocárselo no puede evitar mirar la figura del collar y sonreír.
—Nunca me alejaré de ti. —me dice mientras se lanza contra mí, abrazándome, está totalmente emocionada, puedo sentir su corazón palpitar como la primera vez que nos abrazamos.
—Sabes que eres especial para mí, nunca te dejaré sola. —le digo mientras le correspondo el abrazo. —Sabes que siempre puedes confiar en mí, te protegeré siempre. —dije mientras tomo su rostro entre mis manos y la miro a los ojos, sus ojos que brillan de una manera especial, ella confía en mis palabras.
No confíes en mi como una tonta
Dije que te protegería siempre
Pero todo era una mentira, una mentira.
Volvimos a discutir, volvió a ser mi culpa, como siempre, ella decidió alejarse para evitar salir aún más lastimada, no lo evite, probablemente sea lo mejor para los dos.
Creí que no me afectaría, que no me importaría estar solo, creí que sería más libre de hacer más cosas y divertirme, sin embargo, nada me quita el aburrimiento, me siento siempre tan vacío, como si algo me faltara, no entiendo que está pasando, jamás pensé que la necesitaría tanto.
Paso el mayor de mi tiempo viendo la televisión, comiendo comida chatarra y bebiendo alcohol, ya no me apetece ir a fiestas, salir con mis amigos o coquetear con chicas, ni siquiera me apetece mirar la televisión, sólo hay clichés que me restriega en la cara la basura de persona que soy.
Por alguna razón, hoy los dramas de la TV que siempre veía
Tienen unas escenas cliché que parecen estar riéndose de mí.
Salgo a la calle a comprar lo necesario para sobrevivir en mi encierro, cuando me doy cuenta me encuentro frente a ella, sonríe e intenta hablarme, pero antes de que yo pueda escuchar algo con su dulce voz doy media vuelta y me alejo corriendo, no es que no la quiera ver, mucho menos que me quiera alejar, sólo que no quiero escuchar algo que me haga sentir miserable o que me reclame lo malo que fui, que soy.