Apostando al Amor

Capítulo 10. Aguamarina

Al amanecer del día siguiente, Connor se despertó más temprano que de costumbre. La decepción y la culpa aún pesaban en su corazón por no haber aparecido en la cafetería la tarde anterior. Sabía que probablemente Aurora lo estaba odiando. A medida que se alistaba para ir al instituto, su mente estaba ocupada maquinando cómo podría hacer para que Aurora lo perdonara. Se imaginaba la decepción que estaba sintiendo probablemente.

El camino hacia la secundaria Hilton fue un torbellino de pensamientos y emociones.

Connor, permanecía en el grupo de sus amigos recostado en su lujoso auto con la mirada puesta en la entrada del campus, intentaba seguir el hilo de la infantil conversación de sus amigos, pero toda su atención estaba centrada en ella, esperando por Aurora. No tuvo que esperar mucho; Pronto, Aurora apareció entre la multitud de estudiantes, caminando con desgano hacia la entrada, sin prestarle atención a nada como siempre y, ese día mucho menos quería ver a nadie.

Sin importarle que sus amigos estuvieran cerca y pudieran observarlo, Connor se alejó del grupo, caminó a pasos seguros, se adelantó y le cerró el paso, impidiendo que siguiera caminando. Aurora levantó la mirada, encontrándose con los ojos de Connor. Su corazón comenzó a latir muy fuerte y luego el recuerdo del día anterior invadieron su mente.

—Hola Aurora, ¿Podemos hablar? —le pidió Connor con una voz que pretendía mantener la calma. Sin embargo, Aurora, pasó de él y siguió caminando, ignorándolo completamente. El rechazo palpable lo hirió, consciente de las miradas de los alumnos sobre ellos, pero poco le importó, no estaba dispuesto a rendirse. La siguió por el largo pasillo, determinado a ser escuchado.

El corazón de Aurora latía rápidamente. Había decidido no creer en las palabras de Connor una vez más. No después de la decepción de la cafetería. Llegó a su casillero y abrió la puerta con más fuerza de la necesaria, sintiendo la presencia de Connor a su lado.

—Sé que estás molesta, pero escúchame, ayer no pude ir a la cafetería, se presentó algo y…

—No me interesa saber, mejor déjame en paz, Connor —respondió Aurora con frialdad, cerrando su casillero con fuerza y dejándolo solo una vez más.

Connor observó a Aurora mientras se alejaba, sintiendo una mezcla de frustración y desesperación. Sabía que tendría que hacer algo más que solo palabras para ganarse su perdón.

Aurora se dirigió a su salón de clases y cuando él iba a seguirla fue interceptado por sus amigos. —Oye Connor, ¿Dónde vas? —lo detuvo Liam. —Tenemos clase de español, vamos —Connor suspiró porque era cierto y aunque quería ir detrás de Aurora no pudo. En cambio, al girar se encontró con la mirada acusatoria de Emma quien pasó a su lado sin decir nada, ya había visto toda la escena.

Aurora estaba sentada en su lugar habitual en el salón de clases, con la mirada fija en las notas de su cuaderno. Trataba de concentrarse en el tema del día, pero su mente seguía regresando a la noche anterior.

Sin embargo, su paz momentánea se vio interrumpida por la entrada de Emma y sus amigas, quienes se dirigieron directamente a los asientos detrás de Aurora. Los murmullos y risitas de las chicas comenzaron a incrementar su nerviosismo. Intentó ignorarlas, pero las palabras de Emma perforaron su mente como cuchillos afilados.

—La noche fue increíble —dijo Emma con una voz exagerada y claramente dirigida a Aurora. —No puedo creer que Connor me haya confesado su amor. Y sí, ya no tiene sentido ocultarlo… tuvimos sexo —dijo riendo.

Aurora sintió cómo una oleada de celos y decepción la inundaba. ¿Podría ser cierto? Un nudo comenzó a formarse en su garganta y su corazón se aceleró. No podía evitar imaginar a Connor y Emma juntos. Pero ¿Qué de raro había en eso? Si ellos eran los más populares y era obvio que ellos terminaran juntos.

—Fue tan mágico —continuó Emma, claramente disfrutando del efecto que sus palabras tenían en Aurora. —Confesó que nunca había conocido a alguien como yo. Me dijo que estaba enamorado, y que no podía resistirse.

Aurora apretó los puños, sus uñas clavándose en las palmas. No quería darle el gusto a Emma de ver cuánto la afectaban sus palabras, pero cada descripción se clavaba más profundamente en su pecho, haciendo que cada latido doliera más.

Emma y sus amigas continuaron hablando, sabiendo perfectamente bien que Aurora las escuchaba. Las risas y los susurros consumían el aire a su alrededor, haciéndole sentir que el piso se hundía bajo sus pies.

Aurora intentaba encontrar alguna distracción, volver a concentrarse en sus apuntes, pero las imágenes y pensamientos seguían torciéndose en su mente. Finalmente, se levantó bruscamente de su asiento, atrayendo la atención de algunos compañeros y salió del salón. Claramente Emma habia ganado la partida consiguiendo lo que queria. 

El resto del día pasó en un borrón de emociones confusas y pensamientos erráticos. Aurora esperó pacientemente hasta que sonó la última campana, señalando el final de las clases. Ella y otros pocos alumnos quedaban en el instituto. Cuando se dirigió a su casillero para recoger sus demás libros, al abrirlo se encontró con una pequeña caja. Se sorprendió al ver lo que contenía, una rosa, una carta y un pequeño chocolate. De pronto sintió sus mejillas arder y su corazón acelerarse. Miró a los lados y al no ver a nadie cerca tomó la carta entre sus manos.

Soy un completo idiota, lo sé, te dejé plantada y me siento terriblemente mal. Probablemente me odies ahora mismo. Pero, ¿podemos hablar? Te espero al terminar las clases en el gimnasio debajo de las escaleras.

Te estaré esperando Aurora.

Connor

Ella comenzó a temblar, cerró nuevamente su casillero y suspiró profundamente. No quería caer nuevamente en ese juego, pero su ingenuidad pudo mas y sus pies se dirigieron hacia el gimnasio. Al entrar lentamente observó a los lados y ya no había nadie. Entonces giró su rostro hacia las gradas y con extremo nerviosismo caminó rodeándolo.




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