LUZU
A pesar de tener todo aquí me sentía solo, vacío y frío. Había ganado las elecciones, pero Quackity no había querido hablar conmigo y me evitaba siempre. Decidí salir de la alcaldía e ir a verlo, necesitaba arreglar todo con él; poder gobernar juntos.
El camino hacia la casa de Quackity no era muy lejos, pero durante todo el camino sentí como si nunca tuviera fin, a medio camino una rara sensación se apoderó de mí, obligándome a acelerar el paso.
Aceleré un poco más cuando en el horizonte pude ver la casa de Quackity, el mal presentimiento se intensificó aún más preocupándome.
Unos pasos más y un intenso sonido me detuvo, disparó, era un disparó; mire a todos lados, pero solo estábamos la casa de Quackity y yo.
Quackity….
Cualquier sonido se desconecto de mí, el sonido de mis latidos inundaron todos mis sentidos alterando mis nervios y mis pensamientos, los pasos acelerados se convirtieron en una carrera por llegar a él y saber que tenía, que estaba bien.
—¡Quackity! — grite cuando llegue a su puerta, toque su puerta con insistencia —¡Quackity! — pero ninguno de ellos tenían una respuesta
Sin pensarlo retrocedí unos pasos y con fuerzas corrí y derribe la puerta, unos segundos me tomaron recuperarme del aturdimiento, alce la mirada algo confundido por la oscuridad del lugar.
Mis ojos se posaron en el cuerpo inerte de Quackity y una extraña mancha que estaba alrededor de su cuerpo. Grité horrorizado al reconocer el olor a sangre.
—¡Quackity! — grite tomando su cuerpo y apoyándolo en el mío — Despierta! — gritaba sin cesar —Vamos pato, no me hagas esto, no me dejes — llore intentado sentir su pulso o algo de su calor
—Quedate conmigo Quacks, por favor — junte nuestras frentes sin dejar de llorar — no me dejes, no puedo sin tí — mis lagrimas caian de mi cara y rodaban por la suya
—Lo siento, no quise robarte las elecciones, solo quería protegerte — me lamente sin dejar de abrazarlo — no quería que te hicieran daño, solo quería protegerte, no me dejes
Mi cabeza empezaba a doler y mi vista era nublada con el paso del tiempo, me costó a su lado sin importarme la sangre en la que me estaba acostando.
Los minutos pasaron y nunca deje de abrazar el cuerpo de Quackity, su cara estaba llena de sangre, pero eso no quitaba la tranquilidad en su rostro; siempre lo vi con una sonrisa brillante, tan grande como el sol o una mirada desafiante como la de un león; pero esta nueva tranquilidad era extraña y ahora dolorosa.
Tenía que escribirle a alguien, teníamos que velar a Quackity, escribí por el chat pidiendo ayuda y lo cerré buscando un trapo para limpiar la sangre de su cara, nadie podía verlo en ese estado.
AL DÍA SIGUIENTE
Luego de la llegada de los demás y las explicaciones que intente dar, todo pasó demasiado rápido como para que mi adolorido corazón pudiera procesar algo más que la muerte de Quackity.
No pasó mucho para que el velorio estuviera hecho y todos nos encontrábamos ahí, todo era silencioso y solo unos sollozos se podían escuchar; creo que son los míos, no estoy seguro en realidad.
Me quise acercar muchas veces a su ataúd, pero mi cuerpo no se movía; las horas pasaron y algunos iban regresando a sus casa, pero yo no me podía mover.
El camino a casa fue duro y solitario, no podía estar cerca a nadie, quería silencio, pero a su vez ese silencio era doloroso.
Aunque Quackity y yo nunca compartimos la cama alguna vez, acostarme en ella ahora se sintió demasiado vacío, frío, solitario y doloroso.
Tome la piña, el símbolo de un amor que no pudo ser nada más que miradas, sonrisas y pequeños momentos íntimos pero felices entre ambos.
Mis lágrimas corrieron por mi cara durante las siguientes horas, en algún momento me desmayé, pero volví a despertar con un fuerte dolor de cabeza.
Me levanté y con pesadez caminé hasta la alcaldía; la luna y los sonidos de la ciudad a la hora de la madrugada ayudaron a despejar la mente.
La oficina que debería ser de ambos estaba solitaria, mire la caja fuerte detrás de una foto nuestra y coloque la contraseña; la fecha del día en el que nos conocimos.
La pistola era fría, pero prometía un cálido reencuentro con él. Me senté por última vez en esa silla.
Te amo Quackity, lamento todo lo que te hice, espero puedas recibirme de nuevo junto a tí en el otro mundo…
Fue lo último que pensé antes de apretar el gatillo y cerrar los ojos. Abrir los ojos dolió y el color blanco del lugar hizo más difícil abrirlos, al intentar adaptarme a la luz una risa brillante me hizo voltear y verlo, era él.
Me miró y con una gran sonrisa corrió hacia mí, saltó sobre mí y nos dimos un beso. Tal vez este lugar no sea malo siempre y cuando él esté aquí conmigo.
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