Después de ese evento lo único que pude hacer fue tirarme en el suelo a llorar. No sé como me metí en este problema. Sin duda conoces todo tipo de gente en su momento, pero esto sin duda se lleva el mayor logro a mi estupidez; lo único que quería era tener un trabajo y seguir mi carrera como cualquier persona, ahora estoy involucrado con el narcotráfico.
Mi novia puede estar corriendo peligro, mi familia puede estar siendo vigilada y ante todo no puedo dormir tranquilo esta noche. Las maletas llenas de dinero será mejor que las resguarde en un lugar seguro, lo peor sería que alguien las robará, así que las guardo en mi bodega privada.
Al ver el reloj me doy cuenta de que son las nueve en punto, tengo llamadas perdidas de mi novia y mis padres. Así que mejor llamo para asegurar.
—Hola — digo lo más calmado posible.
—Hijo, ¿Dónde estás?
—En la oficina madre.
—¿Qué haces y por qué no llegas a la hora de siempre?
Estaba siendo amenazado por un narcotraficante y ahora debo lavar dinero para evitar que me maten o les hagan daño.
—Estaba viendo un cliente.
—Sí claro. Llama a Yoselin, estaba preocupada por tí.
—Lo haré madre.
Colgando la llamada decido llamar a mi novia y explicarle la situación lo más discreta posible. Ella no puede saber en qué estoy involucrado y además yo sacrificaré mi vida para que se sienta bien y ante todo no le pase nada.
Me subo al auto mientras coloco una de mis canciones favoritas, En algún lugar de la banda Dunca Dhu. Una canción que tiene mucho significado para mí y ante todo que tiene mucho valor.
Al llegar a casa trato de actuar normal y subir a mi cuarto para intentar dormir. La ansiedad que me causo este suceso hace que me sienta incómodo y ante todo este alerta. Reflexionando tranquilamente en mi cama se me vienen mil ideas a la cabeza y es que nuestra sociedad y gobernantes ya son corruptos y pertenecer al sistema no sería mala idea, aunque un poco arriesgado, sino que tienes los contactos necesarios para hacerlo, eso sin contar que Yoselin no sabe que su jefe y el dueño del banco más grande del país tienen las manos metidas en el lavado de dinero.
Sin darme cuenta caen mis parpados y procedo a darme un sueño profundo, pero al despertarme me doy cuenta de que es la realidad cruel a la que me metí. La alarma suena como cualquier día normal en mi vida, así que tengo que empezar con lo necesario.
Tomo las llaves de mi auto y me voy vestido informalmente con una carta de renuncia en mi mano izquierda. Al llegar al trabajo paso por todos los procesos y parafernalia de rutina, oficinista y sin tocar, ni pedir permiso o siquiera seguir pensando en que me voy a arrepentir entro a la oficina de mi jefe, el único problema que tuve fue encontrarlo teniendo sexo con la secretaria.
—Jacobo, ¿Qué mierdas haces?
—Vengo aquí para darte una noticia.
La señorita se viste y regresa a su lugar de trabajo.
—Más te vale no decir nada o tendré que aumentarte el trabajo.
—No te preocupes por eso. Estoy aquí para renunciar.
—¡Perdón!
—Esta es mi carta de renuncia de este asqueroso lugar y de tu puto nepotismo y negligencia laboral.
—Te crees indispensable. No eres nadie y solo eres un idiota más con título que abrirá su negocio de emprendimiento y volverás a nosotros.
—Interesante forma de proyectarte.
—Deja tu bazofia psicológica.
—Crees que no sé acerca de tu negocio fracasado de servicios de terceros. Pusiste tus ahorros de tu vida y cuando fracaso vinieron cosas peores: el divorcio, problemas de liquidez, impotencia sexual y ante todo una enorme frustración que manejas con tu mínimo gramo de poder aquí en un lugar que no eres más que un hombre enfermo y sin aspiraciones. Por personas como tú es que profesionales abandonan sus sueños en un call center, porque idiotas como tú creen que no sirven para lo que realmente nacieron, así que voy a decirte algo, cuando me veas en televisión estarás lamiéndome el trasero porque te dé un trabajo—.
—Buena suerte, maldito hijo de puta—.
Dejo mi carta en el escritorio y entrego todos mis documentos laborales para evitar molestias. Subo al auto y me voy directo a mi oficina, con el adelanto que me dieron los del cartel puedo subsistir por un momento, pero si hago bien el trabajo necesitaré de alguien implicado en el negocio.
Antes de pasar a mi oficina paso en el ministerio de economía en dónde está un idiota que me ayudará, Lazaro. Es su hora de comer y siempre va un restaurante de lujo.
—Oye, Lazaron— digo desde la ventana de mi auto.
—Disculpa, pero que quieres de mí.
—Necesito ayuda. Acompáñame a mi oficina.
Ambos tomamos viaje y vamos a la oficina. Le muestro las maletas llenas de dinero.
—¿Dé donde las sacaste?
—El cartel usará mi oficina y negocio para lavar dinero.
—Sabes que estás metido hasta cuello en esto, verdad.
—Necesito lavar este dinero y realizar varios préstamos.
—Necesitas un contador y también algo grande para mover todo esto, por qué esta cantidad solo lo puedes hacer si tienes una mega corporación y no tienes ni siquiera un 1% de eso aquí.
—Eres informático no, lávalo con bitcoins y en apuestas para poder limpiarlo y además también necesito una parte para pagar los préstamos.
—Estás creando una empresa de cartón y lo sabes.
—Lo sé.
—Claro que lo sabe — dice otra voz.
—¿quién eres?
—Me llamo Miguel.
Al parecer el cartel nos ha enviado a alguien para cuidarnos y también su dinero.
—Veo que conoces a nuestro mejor lavador y también encubridor — dice Miguel.
—Maldito y no querías ayudarme — digo con un tono furioso.
—Carajos.
—Me alegra saber que se conocen. Vine porque sabemos que tu patrón está cobrando la renta, así que no te preocupes, ya pagamos tu deuda y al menos dos años de renta — dice Miguel.