Aprendices de Politicos

Capítulo 5: Usa otros recursos

Los días pasaron como si nada. Mis padres y mi hermana aún creen que estoy trabajando para el call center y que sigo recibiendo llamadas. Qué ingenuo, lo bueno es que podre hablar con mi hermana a la hora de almuerzo, ya que trabajamos cerca. 

 

Los negocios que propuse han ido bien, me han pasado el reporte de qué miles de jóvenes en búsqueda de trabajo, ingresos y una vida digna han sido los ganchos esenciales para generar nuestra riqueza. Sé que está mal que muchos jóvenes pongan en nuestras manos su futuro, esto no demuestra más que el sistema está podrido y mientras sigas creyendo en la ingenuidad de la gente siempre podrás ver una oportunidad de generar dinero. 

 

—Jacobo — dice Miguel.

—Dime, mi querido Mike — digo contento.

—No me digas así, suenas estúpido — dice.

—Quieres decirme algo o insultarme—replico.

—El jefe manda a decir que está feliz con tu trabajo y como estas manejando sus finanzas— dice con una sonrisa.

 

Me alegra saber que para el jefe que trabajo este contento con mis resultados, eso nunca lo hoy de mi antiguo jefe que no estaba contento con mis resultados. La explotación laboral es tan común que es raro escuchar a alguien al cual le agraden tus resultados. No me confundo, sé que en cuanto cometa un error estaré saludando a Hitler o alguno de los miembros políticos que decidieron revelar acerca de la oligarquía nacional relacionada con la desfachatez política del país.

 

—Dile a tu jefe, que estoy haciendo lo mejor y siempre trataré de hacerlo perfecto en ocasiones futuras — digo contento.

 

Miguel se retira de mi oficina mientras yo sigo replanteado mi vida y pensar en como salir de esta situación. Lazaro aún sigue controlando el resto de las empresas de cartón y también del dinero que me dieron, el cual apenas he lavado un quince porciento con las nuevas empresas lograré a aproximadamente llegar al veinte porciento. 

 

Dejo mis penas por un momento para ir con mi hermana a almorzar y mejorar nuestra fraternidad. Ella le gusta comer hamburguesas, las cuales considero que son deliciosas pero se me antoja un sushi o tal vez pizza con piña. Llego al restaurante y la veo sentada pidiendo lo de siempre, nos conocemos tan bien que no tengo necesidad de decirle nada al camarero, además en el lugar ya nos conocen.

—Hola hermana.

—Llegas tarde.

—Siempre tan formal.

—Sabes que mi trabajo me lo exige.

—Sé que tienes que ser muy recta y firme con las reglas y también la educación, pero soy tu hermano.

 

El mesero llega con nuestros platos de comida y comienza el ataque. 

 

—¿Por qué estás en traje? Acaso tomas llamadas ejecutivas o algo— dice mi hermana.

 

Maldita sea, olvide que ella no me vio vestido en la mañana. La mejor excusa es decirle que estaba haciendo negocios en mi oficina mientras hui de mi trabajo. 

 

—Llego un cliente nuevo, así que posiblemente me trasladen a otra área como administrador — digo persuasivo.

—Sabes que no te creo nada, hace mucho que no prácticas tu carrera — dice mi hermana escéptica. 

—Sé que no crees en mí y eres igual a papá. Pero yo soy muy determinante en la toma de mis decisiones— digo.

—Papá hace lo necesario para que tengas un trabajo— dice mi hermana justificando sus acciones.

—Estoy consciente de lo que hace, el problema es que le pide ayuda a idiotas que no hacen nada por él. Míralo ha pasado su vida entera viendo presupuestos y no ha salido de lo mismo.

—Sabes que en la política todo es por contactos— dice.

—Es lo que digo, necesito contactos de verdad, gente involucrada y manipulando a los seres débiles que portan el área de recursos humanos. No unos simples gatos y mensajeros que prometen y el único poder que tiene  es el de embriagarse— digo un poco molesto.

—En la noche dirás que sí a la propuesta que te tiene y luego dejamos en paz el tema— dice mi hermana.

 

No sé qué propuesta me habla, pero estoy seguro de que es una estupidez que no llegará a mucho. Pago lo que comí y me largo a la oficina a seguir pensando, tengo presiones diferentes para estar preocupado por una propuesta laboral que no llegara a solo un par de tragos. 

 

Regresando a la oficina recibo una llamada de mi padre. 

 

—¿Qué paso padre?

—Necesito que vengas al restaurante italiano.

—Para qué rayos y además estoy trabajando.

—Ven, no te arrepentirás — dice padre.

 

Mientras llego la hora, reviso en las cuentas bancarias como van los ingresos del día y vamos bien, ahora el problema será cuanto le daremos al fisco. También es bueno saber que ya no se fijaron en el tema de los préstamos del banco financiero, al menos no saben de mi relación con Yoselin y menos que ella fue quien ideo todo esto. 

 

Llegado mi supuesta hora de salida comienzo a buscar rutas para ir al restaurante italiano, lo peor de todo es que madre está preocupada y enojada, así que lo mejor es avisarle que pasaré por papá. Cuando llego, veo los diferentes autos y también en la mesa exclusiva en el cual me enojaré porque están varios miembros importantes en la historia del país.




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