Aprendiendo a Amar

Parte 1

Mi vida siempre ha sido desordenada desde que tengo memoria, mi padre me abandono junto a mi madre cuando solo tenía cinco años, recuerdo que desde ese día deje de ser el mismo y aunque mi madre daba la vida por mi yo le pagaba mal. ¿Por qué? Bueno siempre fui mujeriego, tomador, parrandero, lo único que no he hecho es consumir drogas o fumar, pero de resto era un dolor de cabeza para la mujer que daba la vida por mí.

Llegar a las seis de la mañana después de una gran fiesta, gastando el dinero que ella después de haber luchado todo el día en la plaza de mercado era lo “mejor” para mí, nunca me importo ayudarle a pagar el arriendo o trabajar, era un vividor también de las apuestas de futbol, casi siempre ganaba y ¿Saben donde quedaba ese dinero? Supongo que si, en botellas de licor.

Yo decía que mi señora madre era cantaletosa al querer que yo me compusiera, pero a los veintiocho me di cuenta de muchas cosas, como se me puso la situación bastante dura en todos los sentidos me figuro recapacitar dándome a entender de que era un completo idiota. Actualmente cuento con treinta y ocho años, han pasado ya once años desde que mi vida cambio, tenía que hacerlo porque al estar solo dependiendo de mi madre que por poco y la pierdo sufrí, anexando así la llegada de esa niña ¿Por qué no use condón? Era lo primero que me decía.

—. ¿Es en serio padre? No me digas que ahora te arrepientes de que esta belleza haya llegado a tu vida.

—. Un poco la verdad, eres un fastidio.

—. Pero ¡Papá! No te hablaré ahora tienes la ley del hielo ¡Jum!

Una pequeña risita broto de parte mía y de la periodista con la que me encontraba en la cómoda sala de estar de nuestra nueva casa, cargue a mi pequeña de diez años sentándola en mis piernas para sonreír.

—. Sabes que es mentira, claro que lo mejor que me paso fue que llegaras esa mañana a la puerta de mi casa, si no fuera sido por esta pequeña fastidiosa en estos momentos no supiera que fuera de mi vida.

—. En verdad que es una historia de admirar señor Karl, pero así cuéntenos a profundidad ¿Cómo fue que su vida cambio? Y lo más importante ¿Cómo fue que aprendió a amar?

—. Bueno, nuestra alocada historia comienza once años atrás un 23 de enero, empezando el año me enteré de la grata sorpresa de que era padre.

[………….]

—. ¡Hijo! Despierta ya.

—. Madre santísima de mi vida déjeme dormir más por favor me duele la cabeza.

—. Fueron seis días que duraste tomando sin parar y dos que has pasado durmiendo de corrido, nos has comido ni un solo bocado, así que te vas a levantar para que te tomes este caldito que te he preparado y te reactives, estamos en año nuevo y prometiste buscar trabajo para estudiar.

—. ¡Ah! Madre tengo veintiocho años ¿¡Cómo quieres que en verdad estudie!?

—. No sé cómo le harás, pero me lo prometiste y me lo cumplirás, porque las promesas a una madre son más sagradas que las que se hacen a cualquier otra persona.

—. Bien, bien aunque no deberías creer en la palabra de un borracho, porque no recuerdo haber prometido eso uh.

—.  Tu deja de prometer cosas mejor estando borracho entonces, vamos báñate y te tomas la sopa seguramente volverás a caer mal en esa cama a lo que saldré al mercado por una pastilla al igual que algunas compras, no hagas tonterías.

Iba a reprochar cuando vi que salió de la habitación, vivíamos en una casa dentro de una vecindad de Grinfing la capital Monester el cual es un país no reconocido en el atlas del mundo, lo ubicamos en el continente americano en la parte centro, tiene cercanía con Colombia, pero al ser como una especie de isla no tenemos carreteras para el exterior, todo es vía marítima.

A pesar de no tener relación con el exterior somos únicos, los ricos cada ve se hacen más ricos mientras que los pobres como yo simplemente buscamos tener que comer y que tomar, podría decir que siempre he sido un hijo mimado de mami porque con mi edad aún no salgo de mi casa, no me he casado y no he tenido crías, o bueno eso pensaba yo antes de lo que paso esa desastrosa mañana.

Me estaba duchando con la jarra de la cocina porque otra vez habían cortado el agua así que temblaba por el frío del líquido que quien sabe cuánto llevaba empozado, al salir a los quince minutos me vestí con una camisa ancha con algunos rotos en las costuras de las axilas junto a una pantaloneta que no le cabía una mancha más de pintura porque no había más espacio.

—. Tendré que pedirle dinero a mi linda madre para volver a comprar ropa, pero ¿Cómo? Si se entera de que vendí la última muda de ropa me querrá decapitar y más si sabe que el dinero lo perdí en una apuesta.

Suspire negando para acercarme con algo de torpeza aun a la pequeña mesa de madera donde estaba el plato de sopa cubierto, le quite la tapa de olla para tomar la cuchara de palo empezando a tomarla, por un momento sentía como me empezaba a revolver, no recuerdo cuando fue la última vez que tome de esta manera, creo que me excedí.

Al terminar después de media hora de consumir la sopa en verdad me sentía peor que antes, todo el licor se me había subido a la cabeza o eso sentía por lo que me iba a recostar de nuevo a mi cama, estaba a solo un paso cuando la puerta de la entrada sonó en un par de golpes, al gritar no hubo respuesta de nadie por lo que fui a abrir al escuchar un pequeño cascabel, aquí no había niños. Al abrir la puerta la vi y estaba confundido, iba a cerrar mi puerta de vuelta sin darle importancia cuando mi madre llegaba del mercado con sus compras en compañía de un hombre que seguro le ayudaba.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.