Aprendiendo a Amar

Parte 2

—. Ahora si debes tener un motivo para salir adelante, una bebe gasta mucho dinero Karl.

—. ¿Cómo sé que si es mi hija? Puede ser una farsa, Emily su madre se pudo haber metido con cualquier otro hombre.

—. La niña se parece a ti cuando tenías su edad ¿Te atreves en serio a negarla?

—. Nunca supe de esa niña y que aparezca de la nada no me parece nada confiable madre, puede ser del hombre ese que es su novio ¿Quién nos asegura que no lo puede ser? Porque yo hijos no tengo.

Le miré tomando asiento en el taburete que estaba en la sala para pasar el rato, el golpe de impresión que tenía me había quitado todos los males, aún no podía entender lo que me pasaba, gran principio de año. Mi madre por su parte estaba encantada con aquella criatura, aunque no lo quisiera aceptar si tenía un parecido a mi en sus facciones, pero yo nunca tuve una hija con Emily, además de que nunca me informo aunque nos hablábamos en ocasiones, así que tendría que asegurarlo de alguna manera siendo allí en ese mismo instante que se me vino la grandiosa idea de hacer una prueba de paternidad.

—. Madre sabe usted de casualidad en ¿Cuánto esta una prueba de paternidad?

—. ¿¡Es en serio Karl!?

—. Madre, debo asegurarme si esa niña es mía o no, dígame que yo veo como busco el dinero en caso tal que no me lo quiera dar.

—. Las pruebas están aproximadamente en 150 dólares Karl.

—. ¿Por qué tan caro? Eso acaso vuela o que por si sola.

La mujer suspira con algo de furia ante la inmadurez de su hijo, toma asiento con la niña en brazos notando que se había dormido para mirar al adulto que se comportaba como si aun tuviera dieciocho.

—. Hagamos un trato Karl, yo te daré el dinero de unos ahorros que genere en el mercado, a cambio de que cuando salga el resultado de la prueba y si esta pequeña resulta ser tu hija no las vamos a quedar y tú tendrás que buscar trabajo, para que puedas cumplir el bachillerato al igual que hacer una carrera.

—. ¿Y en caso tal que esa niña no sea de nuestra sangre?

—. Bueno, en ese caso podrás vivir como quieras y la llevaré yo misma al bienestar, aunque dudo demasiado que no lo sea tiene tu mismo rostro.

—. Eso lo veremos.

Debo aceptar que la confianza que tenía mi madre me intimidaba mucho, eran las once de la mañana cuando cargue por primera vez a esa preciosa niña, tenía que aceptarlo era muy hermosa de tez blanca, ojos color cafés, su cabello liso del cual le brotaban dos moñitos, además de estar cachetona. Pero fuera de ello aún no me imaginaba como padre, nunca me intereso tener hijos al saber cómo vivía, aunque si la vida me dio este golpetazo debió ser por algo.

Mi madre se encontraba realizando el almuerzo cuando empezó a quejarse de un dolor a la altura del pecho, mi única reacción fue llamar a una ambulancia e ir con la niña al hospital tampoco es que la fuera a dejar sola, al llegar los médicos atendieron a mi madre y le controlaron el bajón de azúcar que le había dado produciéndole la taquicardia. Sin querer en ese mismo momento me enteré de que mi madre era diabética, pero no solo eso, sino que en sus piernas portaba una especie de enfermedad que se alimentaba de su falta de azúcar, era algo extraño para la ciencia que aún se andaba investigando, ya que se decía que le daba a una de cada cien personas.

—. Doctor que necesita mi madre para poder salvarse…

—. Te seré sincero Karl, tu madre debe entrar a un programa de diabetes para controlarle la enfermedad como tal y esta que tiene demás, nombre no te digo por qué aun tampoco lo hemos descubierto, pero si hemos tratado ya a dos pacientes que le ha llegado por desgracia.

—. ¿No tiene seguridad de que mi madre pueda mejorar?

—. Si tratamos su diabetes claro que sí, lo de sus piernas se afecta por la falta de azúcar de su cuerpo, pero con las medicinas puede apaciguar dichas alteraciones negativas que pueda producir como lo es la taquicardia, la cosa esta en que los medicamentos son costosos y tu madre lo más recomendable es que no se asole o se trajine más en el mercado.

—. Comprendo doctor, yo me encargaré de cuidarla.

 —. No Karl, tú debes es trabajar, podemos ponerte una enfermera para que la atienda, solo debes pagarle el servicio.

—. Jairo tú has sido nuestro doctor desde siempre, sabes bien que no tengo dinero para pagar un servicio de esos, mira mi ropa.

—. Lo sé, y yo te aprecio Karl por conocernos de años así que te ayudaré en los dos primeros meses de pago como regalo por lo buena que es tu madre, tienes dos meses para conseguir trabajo y no gastártelo ni en mujeres ni en alcohol, de paso la enfermera que se enviara a tu casa cuidara de la pequeña que tienes ahora mismo en brazos.

—. No quiero caridad, yo pued…

—. Yo sé que puedes y no es caridad, es un regalo de agradecimiento, así que lo haré, piensa un poco en que tu vida esta cambiando para que recapacites, hazlo por tu madre.

El hombre dio tres palmaditas en mi hombro antes de irse por el gran pasillo, simplemente suspiré para caminar a la habitación donde se encontraba mi señora madre, al abrir la puerta la pude ver despierta hablando con una jovencita quien al verme simplemente se acerco para tomar a la pequeña en brazos.




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