Aprendiendo a amarte

Más Cerca de lo Esperado

El segundo día en la multinacional se sintió igual de intimidante para Sofía, aunque había algo en el aire que la mantenía alerta. Sabía que estaba comenzando a adaptarse, pero no podía ignorar la presencia constante de Zeus en su mente. Su sonrisa, su forma de moverse con seguridad… y ese encuentro casual de ayer que aún la hacía sonrojarse cuando lo recordaba.

Sofía intentó sumergirse en sus tareas, revisando informes financieros y tomando notas. Pero, justo cuando empezaba a concentrarse, un mensaje apareció en su pantalla. Era una notificación para una reunión en la sala de juntas. Suspiró, sabiendo que tendría que enfrentarse a nuevas caras y, muy probablemente, a Zeus.

Con un poco de nerviosismo, recogió sus cosas y se dirigió a la sala de juntas. Al llegar, se dio cuenta de que había llegado demasiado temprano. La sala estaba vacía, salvo por las grandes ventanas que ofrecían una vista impresionante de la ciudad. Decidió acercarse al cristal y disfrutar del paisaje mientras esperaba.

"Siempre puntual, ¿eh?", dijo una voz profunda detrás de ella.

Sofía se giró rápidamente, encontrándose, una vez más, con Zeus. Llevaba una sonrisa pícara en el rostro, una que la hacía sentir un torbellino de emociones cada vez que lo veía.

"Eh... sí, creo que prefiero estar temprano a llegar tarde", respondió, con un nerviosismo que trataba de ocultar.

Zeus caminó hasta ella, quedando a poca distancia. Había una tranquilidad en él que contrastaba con la agitación interna de Sofía. “No te preocupes, te acostumbrarás a todo esto. Al final, solo es un trabajo como cualquier otro", comentó, con un tono casual.

Sofía intentó sonreír, pero su atención estaba completamente fija en la cercanía entre ambos. Podía sentir el calor de su cuerpo, y el aroma a menta de su loción la envolvía, haciendo que todo su sistema de alerta se encendiera.

El tiempo parecía detenerse por un momento mientras Zeus se inclinaba ligeramente hacia ella para observar algo que tenía en las manos. "¿Qué llevas ahí?", preguntó, señalando el cuaderno de notas que Sofía apretaba contra su pecho.

"Ah, solo... apuntes para la reunión", respondió ella con una risa nerviosa, pero justo cuando intentaba moverse, sus pies tropezaron con una pequeña mesa detrás de ella.

En un segundo, todo pasó demasiado rápido.

Zeus, al ver que Sofía perdía el equilibrio, estiró la mano para ayudarla. Sofía, tambaleándose, hizo un movimiento torpe, y en el intento por estabilizarse, ambos se inclinaron hacia el mismo lado. Sus rostros se encontraron en una fracción de segundo, y antes de que cualquiera de los dos pudiera reaccionar, sus labios se rozaron.

El beso fue breve, casi un accidente, pero el contacto fue innegable. Ambos se congelaron en el lugar, los ojos de Sofía abiertos de par en par, y Zeus, por primera vez, parecía haber perdido su habitual compostura.

Sofía se alejó rápidamente, sintiendo cómo su corazón latía frenéticamente en su pecho. "¡Lo siento, fue un accidente!", se apresuró a decir, incapaz de evitar el calor que subía por sus mejillas.

Zeus, sorprendentemente, no se movió ni dijo nada al principio. Solo la miró, con una expresión que era una mezcla de confusión y algo más... algo que Sofía no pudo identificar de inmediato.

"Tranquila, Sofía", dijo él finalmente, con una sonrisa ligera que suavizaba la tensión. "No fue nada. No te preocupes."

Sofía asintió rápidamente, incapaz de encontrar palabras que pudieran salir con coherencia. Por dentro, luchaba por procesar lo que acababa de ocurrir. No había sido intencionado, pero el efecto de ese breve beso la había dejado completamente alterada.

Los demás comenzaron a llegar a la sala de juntas, y Sofía aprovechó la distracción para apartarse y sentarse al final de la mesa. Durante la reunión, no pudo evitar lanzar miradas rápidas hacia Zeus. Él parecía completamente tranquilo, como si nada hubiera pasado. Pero Sofía no podía dejar de recordar ese momento, ni de preguntarse si Zeus lo había sentido tan intensamente como ella.

Mientras la reunión continuaba, Sofía trató de centrarse en las palabras de los otros asistentes. Sin embargo, en el fondo de su mente, algo le decía que ese beso, aunque accidental, había abierto una puerta que ninguno de los dos había previsto cruzar tan pronto.




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