Aprendiendo a Olvidar

Capítulo XI

La agarraron in fraganti,
La señorita Abigail Blackwell fue vista en una posición muy escandalosa con un caballero, la noche del 27 de mayo de este mismo año.
La chica que en su momento fue el pequeño retoño del conde de Rowling hoy es la repudiada de la familia. Pero descuiden que aunque su historia parece la más triste, tuvo un final diferente de lo que habíamos esperado. Tenemos fuentes fidedignas de una noticia que los dejará boquiabiertos. Pues la “pequeña” se ha convertido en Lady Rushmore, la esposa del hijo mayor del Duque de Sutherland y ahora Marquesa de Abeforth.
Sabemos que es una boda precipitada, más nos queda que felicitar a la pareja.
Ecos de sociedad
30 de Junio de 1815.

Abigail dio un recorrido exhaustivo  por la casa y pasó a una estancia que no había visitado. Había un piano blanco muy hermoso que parecía desigual en la sala tan lúgubre donde se encontraba, se podía percibir que hacía mucho tiempo que nadie entraba allí. Parecía lleno de polvo y triste, por lo que con la misma que entró, salió del cuarto.

Esa mañana sin más nada interesante que hacer en ese día, Abigail tuvo ganas de ir al pueblo de Folkestone, hoy era el primer día con una doncella y decidió aprovecharlo.

Se puso su mejor vestido de color verde jade. Era manga corta y tenía encaje justo antes del escote. Violet la peinó con un moño alto que dejaba caer dos rizos sobre su frente.

Se perfumó con su agua de orquídeas y salió al pasillo donde encontraba Violet. —Estoy lista. —exclamó emocionada.

Salieron al pueblo en la calesa y Abby tenía una sonrisa genuina. Apenas vieron el movimiento de gente, la felicidad no quiso quedarse más encerrada dentro de su cuerpo por lo que celebró saliendo a disfrutar.

Pasearon por varias tiendas y en una de ellas compraron distintos pasteles que ambas devoraron encantadas. Abigail estaba maravillada ante los deliciosos manjares.

Violet estaba también feliz se le notaba una dicha que suponiendo que aún estaba triste por la muerte de su padre era muy buena.

Llegaron a una tienda de vestidos, sombreros y guantes. A Abby le faltaban un par de guantes, por lo que decidieron pasar.

Cuando llegaron al mostrador una joven aproximadamente de la misma edad que ellas las recibió. —Buen día señora ¿en qué le puedo servir? —Sonrió la dependienta.

—Deseo unos guantes, por favor. —dijo Abigail con seguridad.

—Tenemos de todos los modelos y telas. —Ella sonrió y fue a buscar un muestrario. —Por cierto, me llamo Lily.

—Mucho gusto Lily. —supo que debía presentarse con la pompa del título. —Yo soy Abigail Rushmore, Marquesa de Abeforth.

—Ay señora... —su rostro palideció.

—No hagas reverencias, por favor.  —Contestó Abigail antes de que se abalanzara.

—Disculpe. —dijo apenada la dependienta.

—Descuida, Lily. —ella empezó a tutearla para aligerar la tensión que tenía la situación.

Decidieron unos modelos los cuales le quedaban un poco grandes por sus dedos largos y finos que los iban a arreglar y luego se lo entregarían.

—Voy a llamar a mi Jefa. Deséenme suerte. —y las dos soltaron una carcajada ante las ocurrencias de la chica.

Una señora de aspecto francés se acercó al mostrador y se presentó. —Soy Cèline, es un placer conocer a la Marquesa...—se quedó ahí y no supo cómo continuar.

—De Abeforth. —Cuando salió eso de sus labios se arrepintió porque un halo de reconocimiento pasó por sus ojos y lejos de gustarle, la apabulló.

🌸🌸🌸

Abeforth había regresado de la cámara de Lores. Había traído un detalle para Abigail. No sabría si le gustaría pero quería entregárselo de una vez.

— ¿Dónde está Abigail? —preguntó a Malcon.

—Ella salió al centro con mi sobrina. Iban muy emocionadas. —Por supuesto, Violet la sobrina de Anabel y él.

—Está bien. —Él se dirigió triste a su despacho por no haber podido hablar con ella pero en su mente vinieron un artículo de los Ecos de sociedad de esa misma semana en donde se nombraba a Abby y a él también. Pensaba no decir nada para no causarle dolor, pero vio que eso sería imposible. Sabía que la iban a reconocer en el pueblo.

Fue a los establos prácticamente volando, pero no encontró a ningún mozo cerca, por lo que el mismo ensilló su caballo y salió corriendo en su búsqueda, debía encontrarla antes de que fuera demasiado tarde.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.