P R Ó L O G O
No lo hagas porfavor, ya no más— rogaba la niña entre lagrimas, aun era una pequeña de cuatro años y tenía la mala suerte de sufrir.
Ohh quieres que pare, pues que crees, no me da la gana— la señora le decía con todo el odio del mundo, y con una mirada de satisfacción que aterraba a simple vista.
Ella se aprovechaba de la pequeña para sacar toda su furia y odio, la traición de su marido era la niña, y eso era mas que suficiente para que sienta su odio hacia la pequeña, eso sucedía cuando los abuelos de la pequeña no se encontraban, y la servidumbre y además miembros de la familia no hacían nada por defender a la pequeña, hasta su padre que veía todo no hacia nada.
Ella a pesar de todo amaba a su padre, era su padre, los padres amaban a sus hijos, y ella pensaba en ese momento que lo que le hacían era por su mal comportamiento y para hacerla una niña de bien.
Cada golpe que recibía, cada insulto profanaba en lo más profundo de su ser , a pesar de que ella pensaba de que era su familia y debía aceptarla, no sabia que estaba habitando un profundo rencor hacia esas personas que decían ser su familia.
Ya ibas diez azotes con la fusta de cuero, esa fusta que había presenciado un sin fin de castigos, castigos por las cuales siempre eran en un lugar poco visible para que los abuelos y personas allegadas no se dieran cuenta, la servidumbre callaba, y eso era suficiente, y bueno ella ya sabia que no debía decir nada de esos castigos furtivos, o su abuela se podría enfermar eso era lo que le decían para callarla, la manipulaban.
Que gran mentira era esa, la abuela gozaba de buena salud.
Una inocente niña que creía todo lo que le decían.
Hermanos que la detestaban.
Un padre que no la quería.
Una señora que la odiaba.
Una madre alcohólica y muerta.
Una abuela que la quería y amaba.
Un abuelo que no demostraba algún indicio de cariño.
Un odio que una niña no debería de sentir.
Y esa era su familia.