Aprendiendo a quererte

Capitulo 31

Llego con prisa al hospital y me dirijo a la habitación en la que me dijeron que se encuentra Alicia, al llegar la veo acostada, y Oliver está sentado junto a ella.

-es bueno que hayas llegado, los profesores que la trajeron ya se han ido, el doctor dijo que está bien, solo necesita descansar y luego despertará cuando su cuerpo se haya recuperado del lavado estomacal.

-Gracias Oliver- le digo con sinceridad al chico.

-bueno, creo que será mejor que me retire, aun tengo más clases en el día, no me gustaría retrasarme aunque sea muy poco- se levanta de la silla en la que estaba y se va.

Transcurrió alrededor de una hora y media cuando Alicia por fin despertó estaba desorientada y cansada, pero dejando eso de lado se veía bien.

-¿Xander?- dice en cuanto me ve, con lentitud se sienta y observa la intravenosa que está en su mano- ¿Qué es esto? ¿Por qué estoy aquí?

-eso debería preguntártelo yo a ti, Alicia. ¿Por qué estás aquí?, tuvieron que hacerte un lavado estomacal, ¿podrías explicármelo?

-¿un lavado estomacal?- pregunta genuinamente confundida.

-sí, hablé con el doctor y me dijo que tomaste muchas pastillas antidepresivas ¿Por qué tenias un frasco de esas pastillas en primer lugar?- intento sonar tranquilo, pero es casi imposible en estas condiciones.

-¿Cómo que “por qué”? ¿Enserio me estas preguntando por que tengo esas pastillas?, ¡Xander! He estado yendo a un puto psicólogo, incluso fui al doctor, dime, ¿ahora te sorprende esas pastillas?

-¿desde cuándo?- la ira que tenia, si es que se podía llamar así, ahora es hacia mí, ¿Cómo no sabía eso? Se supone que es mi hermanita, debería de saber cosas como esas.

-desde que murió Mónica, desde que me distancie con Mateo, desde que mi familia “perfecta” se vino abajo, no solo he estado tomando antidepresivos, también pastillas para poder dormir, sigo un tratamiento para mi desorden alimenticio, si, incluso tengo un desorden alimenticio y si no me tomo el medicamento que necesito no me dan ganas de comer, mi apetito no se abre, he bajado de peso- suelta cada palabra con dolor y con ira.

-no lo sabía….

-¡por supuesto que no sabias! Xander, has hecho mucho por mí, me pareció egoísta involucrarte en eso también.

-soy tu hermano mayor, que me involucres en tu vida no es egoísmo enana, siempre contarás conmigo, no me vuelvas a ocultar algo, y menos de esa magnitud, ahora, por favor dime, ¿Cómo terminaste en este lugar?

-no intenté suicidarme si es lo que estas pensando- se recuesta en la cabecera de la camilla y suelta un suspiro largo- solo me confundí de pastillas, estaba muy apresurada, no leí la etiqueta y sin querer repetí una que ya me había tomado, en realidad fue un puñado de las mismas pastillas, fue una sobredosis accidental, te lo juro.

-bien, lo importante es que estas bien, no pasó nada grave, ahora todo estará bien, enana.

-¿Cómo estás tan seguro de eso?- voltea a verme.

Me levanto de la silla y le tomo de las manos.

-porque esta vez podré ayudarte mejor, podremos ayudarte, no estás sola, y nunca lo has estado, Alicia- la abrazo.

No sabía por lo que ella ha tenido que pasar sola, todo lo que ha callado en estos años, sabía que lo que había pasado con Mónica y Mateo le había afectado, pero no sabía la magnitud en que lo había hecho.

 

-¿Cómo se portaron los niños hoy?- le pregunto a Mariana una vez que estamos solos en nuestra habitación.

-muy bien, Mariano me ayudó bastante con sus hermanos mientras me encargaba de la reunión que pensabas volver a posponer, ¿sabes?, si sigues posponiendo las reuniones de esa forma te van a terminar dejando de respetar, solo por esta vez fue algo justificable, pero las otras veces solo lo has hecho para escaparte de ellas- su mirada no es nada dulce, y sé que tiene razón.

-¿tú te encargaste de la reunión?- ella asiente mientras busca su pijama- ¿y cómo te fue?

-lo hice bien, no te preocupes, no has perdido ningún socio ¿recuerdas que soy yo la que escribe la mitad de tus “discursos”?- su ironía es más que evidente, sonrío ante su sarcasmo.

-tienes toda la razón, no sé donde tendría la cabeza sin ti.

-lo que si se me hizo difícil fue tolerar a Patricio durante la reunión, ¿Cómo lo has soportado tanto tiempo?- se queja dejando su pijama sobre la cama, se sienta junto a mí y recuesta su cabeza sobre mi hombro.

-de la misma forma en la que tu soportas a tus familiares, supongo- recuerdo el cumpleaños de Jazmín, esa familia no es para nada normal, eso la hace reír, sabe que es cierto pues ella misma me advirtió sobre ellos- me acostumbré a él.

-supongo que tienes razón- sus manos comienzan a jugar con la mía, entrelaza nuestros dedos y los vuelve a soltar, les da la vuelta, ve mi palma, mide nuestras manos, repite todo una y otra vez- ¿sabes? Hoy me encargué de tu reunión, soporté a Patricio y cuidé a los niños, necesito relajarme- se levanta, poco a poco empieza a desvestirse, por cada prenda que deja su piel mi vista viaja a esos espacios desnudos.

-estaré en la ducha, por si quieres acompañarme.

Su tono no es como el de hace rato, es mucho más suave y seductor; camina hacia el baño y deja la puerta abierta, en poco tiempo escucho la ducha.

Termino por ir junto a ella, después de todo no es como que haya mucho que pensar.

Entro al baño y abro la puerta corrediza de la ducha, mariana está de espaldas mientras el agua corre por su cuerpo, me acerco a ella y la tomo de la cintura acercándola a mí; beso su cuello, ante mi tacto ella ríe, eso suele darle cosquillas.

-pensé que ibas a resistir mas, eres muy débil Gutiérrez- se da vuelta, rodea mis hombros con sus brazos y me besa, deslizo mis manos de su cintura a sus muslos y la levanto haciendo que ella enrolle sus piernas en mi cintura.

-es difícil resistirse cuando vas y me provocas de esa forma tan descarada-  susurro en su cuello y desciendo a su pecho.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.