Aprendiendo a quererte

Capitulo 32

Mariana

-¿Julieth? ¿Qué crees que haces?- pregunto con los brazos cruzados mientras la veo teclear en su computador sin descanso.

-ya va, Mariana, termino esto, y estaré lista.

-no, nada de “ya va”, es tu hora de almuerzo, se supone que debes descansar y despegarte de ese aparato, respeta la hora del almuerzo, ahora levántate y vamos a comer.

-pero…

-pero nada, vamos a comer- la veo guardar la información y pone en suspenso a la computadora- ¿viste? No era tan difícil, ¿Qué quieres comer?

-pollo a la plancha con ají dulce y una cervecita para alegrar el día- dice de la forma mal dulce e inocente que puede.

-¿cerveza a esta hora?

-¿Cuál es el problema? Siempre es buena hora para una cerveza, además, está haciendo calor, eso refresca- me rio, no lo había pensado de esa forma.

-pues eso será- levanta ambas manos en celebración.

Terminamos llegando a un restaurant bar, tanto el ambiente como el decorado es rustico pero hogareño, ¿alguna vez han ido un fin de semana a preparar parrilla en el bosque a orillas del rio, con la cabaña de fondo a una esquina? Pues justo ese ambiente da, es fresco y la música suena en cada rincón  alegrándolo aun más.

-ayer te estuve viendo- la voz de Julieth captó mi atención- es decir, estuviste muy ocupada, te llegaron tres visitantes sorpresa.

-oh eso, si, la verdad fue raro, el papá sólo me vio y los dejó ahí, por poco y no sale corriendo.

-si corrió, yo lo vi.

-sólo eso faltaba- me rio, fue algo muy exagerado, aunque toda esa familia es exagerada, no me sorprende- y dime Julieth, ¿has vivido toda tu vida aquí?

-no toda mi vida, viví dos años con mis abuelos en su hacienda en Italia, es un lugar muy bonito.

-oh vaya, no tengo dudas de eso, ¿Qué te hizo regresar?- pregunto realmente interesada, yo estuviera en Italia no quisiera regresar mas nunca.

-familia- se limita a responder, se puede notar su incomodidad a simple vista.

-está bien, hay temas que son difíciles de explicar, no pasa nada- muestra una pequeña sonrisa y asiente.

-¿tú has vivido aquí siempre?- me devuelve la pregunta.

-no, más de la mitad de mi vida viví en un campo, ¿sabes?, plantas, animales; mi padre era mecánico en sus tiempos libres, claro, eso antes de morir; tenemos varias fincas, para ser sincera no nos va mal. ¿Tus padres viven aquí?- le pregunto, eso es algo que realmente me interesa, además, a Mateo también le interesa.

-mis padres murieron cuando era pequeña, no recuerdo casi nada de ellos, mi tía me acogió pero hace un par de años enfermó y murió, y desde entonces hemos sido solo mi primo y yo.

-yo… lo siento tanto- claro mateo, mándame a preguntar algo tan personal y acabar en esta situación.

-no te preocupes, son cosas que ya pasaron, he aprendido que no es sano vivir en el pasado, es un espiral de dolor y caos, y no me gustaría estar en eso, es tortuoso.

-claro, entiendo perfectamente- y si lo hago, comprendo muy bien ese sentimiento.

-Mariana… ¿te puedo hacer una pregunta?

-ya estamos en eso, tú sólo sigue.

-ya que Mateo y tú son prácticamente familia, me imagino que sabrás, ¿él está interesado en alguna persona actualmente?

-¿quieres que lo averigüe por ti? Incluso, podría darle tu número para que te escriba, si hay alguien de quien pudiera estar interesado o incluso podría interesarse seria de ti.

-¿enserio? ¿Qué te hace pensar eso?

-pequeñas actitudes y comportamientos de su parte cuando te menciono o escucha tu nombre en alguna conversación- desvío un poco la verdad con tal de no decirlo todo.

-bueno… si tú crees que es buena idea darle mi número, no te diré que no lo hagas- intenta ocultar una sonrisa bebiendo de su cerveza- por cierto, lindo vestido.

-ni lo menciones- Julieth se ríe, sabe que no llegué con esta ropa y debe estar montándose toda una escena en su mente.

 

Esto no me gusta, ¿Por qué no nos podemos reunir como personas normales?

¿Qué cree él? ¿Qué irme escondida a su habitación a media noche es muy normal?

No hace falta tocar la puerta, él la abre y cierra tan rápido que me asusta.

-¿me puedes explicar el  por qué a la una de la madrugada?

-¿quizás porque llegué tarde de mi trabajo?

-oh, discúlpame, se me olvidaba que trabajas, como estas de arrimado donde tu hermano- contraataco.

-no me juzgues, quiero recuperar tiempo perdido, y Carlos también está aquí, ¿porque no lo atacas a él también?- se queja.

-porque él no se queda todos los días, todo el día, como tú.

-me parece solo una excusa barata- se cruza de brazos.

-excusa barata la tuya.

-¿Qué me has averiguado?

-primero tú, ¿Qué me averiguaste de Xander?

-no hay mucho que te pueda decir de él, excepto de que quizás lo dejé pensando, no creo que siga con su trauma por mucho tiempo si hablamos de ti.

-eso explicaría su comportamiento el día de hoy, ¿puedes creer que me hizo pasar el día con un vestido blanco?

-uhh, ya está comenzando a imaginarte en vestidos de novia, no te sorprendas cuando te haga probarte uno, sólo para “probar” una nueva colección- comienza a reírse, no sé porque, pero imaginarme en esa situación me pone nerviosa, ¿debería estarlo? esto es lo que quería ¿cierto?

-por lo menos es un avance.

-¿tú que me averiguaste?

-pues….

Muchos detalles, varios buenos, otros… no tanto, le digo todo lo que pude averiguarle sin haberme escuchado tan indiscreta.

Aunque varios de los detalles que ella me dio los encontré un poco fuera de lugar, el tiempo o el lugar no concordaban en varias partes.

 

-solo uno, anda, no te costará nada, es solo una semana- vuelve a decir Xander por decimoquinta vez- solo piénsalo, seriamos solo tú y yo, hace tiempo no pasamos tiempo a solas.

-por undécima vez, Xander, ¿Quién se encargara de la empresa en esa semana? Eso es tiempo suficiente para que todo se descontrole, y no, no vas a dejar a cargo a Patricio y a Mitchell, menos a Mitchell- le digo antes de que me vuelva a salir con eso.




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