Aprendiendo a Sentir

Capítulo 2.

Iris


Llevo una semana de castigo, y hoy ya es domingo, ayer decidí no salir de casa y terminar todas mis tareas de la escuela, además de hacer la colada y limpie mi habitación. Lo sé, no parece mucho pero para mi es mucho y para papá fue casi como si hubiese hecho un milagro.
Les hablaré un poco de papá, él es médico cirujano, el mejor del país si me permiten decirlo, sin embargo también trabaja para la institución publica de salud más grande del país, aunque le han ofrecido mejores trabajos en otros países y en hospitales del sector privado, pero él siempre los rechaza. Dice que porque no quiere alejarse de mi, lo cierto es que el hospital donde trabaja tiene un valor sentimental para él. En ese hospital conoció a mamá que era enfermera como yo, se conocieron cuando él hacia su especialidad en endoscopias, y fueron almas gemelas. Es un alivio que mamá muriera en otro hospital, porque así un recuerdo no opaca al otro. Mi mamá murió cuando yo tenía 8 años de edad, así que desde entonces solo somos papi y yo en el equipo. Nunca ha tenido una novia, bueno ni siquiera ha salido en una cita con alguna mujer y no es porque no hubiese candidatas, papi es un hombre muy guapo: alto, lo suficientemente ejercitado, moreno y de ojos color miel que dejaban muda a más de una mujer. Pero él  dice que su corazón solo nos pertenece a mamá y a mí.
Escucho el timbre de la casa, seguramente papá debe estar en su oficina armando un nuevo rompecabezas de 2000 piezas así que será mejor que baje yo a atender. Bajo corriendo las escaleras y abro la puerta, para encontrarme a la vecina de la casa de a lado. La señora Vivanco.
—Buena tardes señora Vivanco. —le digo recargándome en el marco de la puerta. — ¿A qué debo su visita? —su cara es un poema, esta claro que ella esperaba ver a alguien más y por ese alguien me refiero al hombre que debe estar encerrado en su despacho con sus lentes de montura buscando que pequeñas piezas encajen unas con otras.
— ¡Ah! Hola Iris querida, hace tanto que no nos veíamos, ¡¿Qué milagro encontrarte un domingo tan bonito en casa?! — ¿Acaso me esta riñendo por estar en casa? La miro confundida y empujo mi cabello fuera de mi rostro y la miro frunciendo el ceño.
—Es mi casa, al fin y al cabo, señora Vivanco. —cambia su cara a una cara de sorpresa e incredulidad— y dígame ¿a qué debo su visita?
—Oh, si. El viernes el cartero dejó este paquete en mi casa, es para tu papá, pero debió confundirse de número de casa el cartero. —me dice entregándome un paquete rectangular forrado con un papel marrón y una etiqueta con los datos de papá.


Roberto Sandoval de la O
Privada de Miguel Hidalgo 104, Residencial Independencia, Estado de México. 67070.


— ¡Ah, si! Bueno yo se lo entrego. —le digo sosteniendo el paquete que debe ser un nuevo rompecabezas. —Bueno fue un gusto verla de nuevo. ¡Hasta luego señora Vivanco y gracias por él paquete!


Y muy descortésmente cerré la puerta y sacudí mi cabeza negando, porque no puedo creer hasta dónde llega su obsesión por mi papá. Se llevó el paquete nada más para ver a mi padre, pero esta vez le falló. Sonrío como él gato de Cheshire y entro a la sala, dejo el paquete sobre uno de los sofás y me dirijo a la cocina. Tengo una terrible manía de siempre querer estar comiendo, Reny dice que es ansiedad, pero el hecho es que continuamente siento la necesidad de comer algo, no importa lo que sea. Así que abro el refrigerador y busco algo que se me antoje comer. Veo él jamón y él queso, podría hacerme un sándwich, pero después veo los yogurts de durazno y me decido por un par de ellos y una manzana, tomo mi pequeño botín y regreso a mi refugio para empezar a ver otra temporada de Grimm, Cazador de monstruos.


🍫🍫🍫


— ¡IRIS! —escucho a mi papá gritar afuera de mi habitación justo antes de que abra la puerta. — ¡¿Quieres bajar el volumen a la pantalla?!
Me encojo aun más en mi bola enmedio de las cobijas en la cama y tomo el mando a distancia para pausar el capítulo y bajar el volumen. —Lo siento papi.
—Llevo quince minutos llamando a tu puerta. —Me reprende— estaba llamándote para saber qué ordenamos de comer. —Da un rápido vistazo a todas las envolturas regadas por mi cama y alrededor de esta. —Aunque puedo ver que no tengas hambre.
Me levanto de un salto de la cama y lo abrazo y le doy un sonoro beso en su mejilla. —Sabes que yo siempre tengo hambre. Y podemos pedir tailandés, ¿está bien?
—De acuerdo, haré el pedido, pero ya no quiero venir a buscarte hasta tu habitación, cuando llegue el repartidor en 22 minutos empezaré a comer estés o no estés. —separo mis brazos de él y afirmo enérgicamente con la cabeza. Y él sale de mi refugio, yo tomo mi móvil y escribo a Reny.


› ¿Qué haces?


Reny 💚: Estoy ayudando a mamá en el puesto ¿y tú? ¿Siempre si saliste con el guapo chico de medicina? 😏


›Nah, no tenía ganas de salir hoy. 😪


Reny 💚: ¿Segura? ¿No tiene nada que ver que hayas estado toda la semana cerca de Fernando? 😏


› ¡Por supuesto que no! 😒 Sabes que ya no siento nada por él. ¡Absurdo! 💅


Reny 💚: Bueno yo estuve ahí también y pude ver que aún te afecta. 💅


› ¡Claro que no! 😡


Reny 💚: ¡Oh, no me mientas! Señorita cara de jitomate. 🍅


› ¡Por Dios! ¡Odio sonrojarme. Es tan humillante! 🙈


Reny 💚: Nah, te ves linda cuando te sonrojas. 😍😚


›Pero yo ya no quiero verme linda con él. 🙈😭


Reny 💚: ¡Relájate! Sólo tienes que tener mayor dominio sobre ti, tu puedes hacerlo. Demuéstrale que ya no te afecta 😀


›De acuerdo. Trabajaré en ello. 💪✋




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