Aprendiendo a Sentir

Capítulo 3.

Iris

 

— ¡Demonios! —No sé cómo es que se me hizo tarde de nuevo. Llevaba cuatro semanas en perfecto orden, bueno quizá no perfecto, pero sí mejor que antes. — ¡Cambia maldito! —exclamo al maldito semáforo que no me deja atravesar la calle.


Hoy empecé a trabajar en el tema de mi tesis, mi mentora esta muy feliz por el tema y me ha dado varios libros que me pueden servir para mi tesis, por lo que hoy mi bolso pesa todavía más. Por fin cambia el semáforo y empiezo a correr entre la gente, golpeo a un señor con mi bolsa pero no me detengo, voy demasiado tarde. Corro hacia las escaleras y bajo corriendo, pero a mitad de escalera se me atraviesa una viejecita, puede que no me importe golpear mujeres, hombres y jóvenes con mi bolso, pero si me importan las viejitas, así que en el último momento la esquivo, pero se me acaba el escalón.


— ¡MIERDA! —grito porque seguro terminaré rodando por las escaleras, cierro mis ojos y me preparo para lo inminente. Cuando siento que ya estoy cayendo, siento una mano fuerte en uno de mis brazos y soy atraída hacia la dirección contraria a mi caída, y posteriormente siento otra mano fuerte en mi cintura, abro los ojos y me encuentro frente a unos fríos ojos grises, me quedo muda. Miro su mano que aún aferra mi brazo y veo la hora en su reloj. — ¡MALDICION! —me suelto de su agarre y empiezo a bajar las escaleras corriendo de nuevo hacia el interior del metro, paso mi tarjeta por el lector y paso los torniquetes metálicos, corro hacia el tren que esta en ese momento llegando a la estación y para mi fortuna logro entrar todavía al vagón. — ¡Dios!
Me acomodo bien entre la gente y sigo mirando el reloj avanzar, tal vez si llegue.
Cuando bajo del microbús corro de nuevo para llegar a registrar mi entrada y ¡SI! Llegué a tiempo. Me permito dar un ligero y breve baile y me dirijo al quirófano.

 

💉💉💉

 

El día en el quirófano es agotador, tuvimos cinco cirugías, continuas. Estoy agotada y no tuve oportunidad de adelantar tarea. Tendré que llegar a hacerla en casa y dormirme muy tarde. El lado bueno es que toda esta experiencia me sirve para mi tesis. Después de la quinta cirugía por fin voy y me siento junto a Fernando.
—Estoy agotada. —le digo y él me da un chocolate KitKat. —Eres grandioso.
Destapo el chocolate y lo empiezo a devorar. Y de repente noto que me mira fijamente.
— ¿Qué te pasó en el brazo? —me pregunta y yo reviso mi brazo que señala y veo que tengo unos moretones pequeños.
— ¡Oh, no lo sé! —le digo y miro más fijamente los moretones, los toco con mi otra mano y siento un dolor muy leve. —No recuerdo cómo me los hice.
—Parece como si alguien te hubiera tomado del brazo con mucha fuerza. —y es cuando dice eso que recuerdo una mano fuerte y unos ojos de piedra.
— ¡Oh, ya recuerdo! —le digo y el toma mi brazo entre sus manos y mira las marcas moradas. —Es que hoy casi caigo por las escaleras del metro y un muchacho me detuvo antes de salir rodando, supongo que fue mucha fuerza para detener mi inminente caída.
— ¿Cómo que estuviste a punto de rodar por las escaleras? ¿Qué paso? —parece asustado.
—Pues es que se me hizo tarde por estar hablando con mi mentora sobre la tesis, entonces bajaba corriendo las escaleras del metro y una viejecita se me atravesó en el camino y por esquivarla casi caigo por las escaleras. —Fernando se cubre la cara.
—Iris, pudiste haberte matado. —lo noto mortificado. —Te pudieron pasar tantas cosas. 
Y me abraza con fuerza, yo quedo completamente atrapada entre sus brazos.
—Tranquilo, sigo aquí. No me pasó nada. —le respondo y el me separa de su cuerpo y me empieza a revisar la cara y los brazos.
— ¿Por qué no me dijiste cuando llegaste? —me cuestiona.
—Por que no lo recordaba, pero no paso a mayores. Vedme aquí estoy. —parece dudoso, pero se conforma con mi explicación.
— ¿Y agradeciste que te salvo de matarte? —me pregunta mientras yo saco uno de los libros que me dio mi mentora.
—Ahora que lo mencionas, creo que no. —hago memoria de ese corto momento, ahora que lo pienso el chico era muy guapo, tenia un aire de chico malo, pero combinado con un toque de extrema seriedad. Y esos ojos. Tan grises y tan fríos, como piedras de granito.
—Iris, Iris. —me regresa a la realidad mi jefe. — ¿Segura que estas bien?
—Claro, estoy perfectamente. Solo algo cansada. —le respondo y abro el libro para distraerme con algo útil y no con ese par de ojos grises.
Son las 21:30 y yo registro mi salida con toda tranquilidad, me dirijo a la salida y veo el auto de papá a pocos metros y me dirijo a él.
—Hola papi. —lo saludo entrando al auto, lo noto algo serio, beso su mejilla y lo miro atenta. — ¿Sucede algo?
— ¿Estas saliendo de nuevo con Fernando? —su cuestionamiento me toma por sorpresa y lo miro confundida.
— ¿Cómo dices?
—Te pregunté que si estas saliendo de nuevo con Fernando. —arranca el auto y se mete entre el tráfico. —Es una pregunta muy fácil Iris.
— ¿Te refieres a si somos novios de nuevo? —Asiente sin despegar la vista del camino— No, no somos novios de nuevo.


Da un suspiro y sigue manejando.


—Es que hay cosas que dicen de él y no son buenas. —finalmente me dice, lo miro intrigada y molesta a la vez ¿Desde cuándo papá hace caso a chismes?
— ¿Se puede saber qué cosas se dicen de él?
—Dicen que es muy violento, que estaba saliendo con una enfermera de en la noche y que la golpeo en una discusión que tuvieron. Dicen que le dejo el ojo morado y el labio partido. —Lo miro horrorizada— Y hoy me dijeron que te habían visto de nuevo con él, y que te dijera que te alejaras de él porque está loco. —Yo me quedo sin palabras, algunos malos recuerdos se esfuerzan por salir de nuevo, pero trato de alejarlos pensando en otra cosa y de inmediato pienso en el chico de los ojos grises. —Nunca te golpeo, ¿verdad cariño?
— ¿Qué? ¿Quién? —le digo distraída.
—Pues Fernando, cariño. ¿Estás bien? Pareces un poco pálida.
—Si, estoy bien. Solo cansada.
—Bien, ¿se te antojan hamburguesas?
—Claro, suenan bien.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.