Aprendiendo a Sentir

Capítulo 6

Capítulo 6

 


Me encuentro contando el material en el quirófano y tarareando una pegajosa canción que escuche en Spotify todo el trayecto al trabajo con la esperanza de volver a encontrarme con Abelardo.
—Y ya eres mi persona favorita, cada minuto a tu lado es genial... —canto alegre y ensoñadoramente cuando soy interrumpida.
—Parece que alguien está contenta. ¿Puedo saber a qué se debe y por qué es que no lo sé? —me dice Reny y yo me alegro más por verla, desde que ella decidió que ya no la necesitaba en el quirófano, regresó a Geriatría y ya casi no nos vemos. Así que corro hasta ella y la abrazo — ¡Amiga! ¿Qué haces aquí? Te hacía con tus viejitos.
—A decir de la Jefa Mary, alguien me pidió en el quirófano. ¿Tienes idea de por qué haría eso Fernando? —me pregunta y mi enorme sonrisa que traigo desde ayer por la noche se merma un poco.
—Ya no le hablo, más que lo estrictamente necesario de trabajo, puede ser por eso. —ella me mira y frunce el ceño. Me mete en la bodega y cierra la puerta.
— ¿Te hizo algo de nuevo? —me pregunta mi mejor amiga preocupada.
— ¡No! Pero papá me dijo que... —doy un suspiro y miro al techo pidiendo fuerza— bueno papá me dijo que él no ha cambiado, que supo de una enfermera del turno nocturno a la cual golpeó.
Veo a mi amiga abrir los ojos.
—Yo también supe de eso, pero de eso hace como unos seis meses, no te lo comenté en el momento porque no le vi caso, tú ya estabas decidida a estar lejos de él. Pero estuve tentada a decirte cuando vi que se estaban acercando de nuevo. —me encojo de hombros.
—Eso no va a volver a pasar, te lo aseguro. —le digo y me alejo para seguir contando el material.
—Bueno, pero tú estabas cantando cuando llegué. ¿Por qué cantabas?
—Conocí a alguien. —y de inmediato una sonrisa boba se adueña de mi cara al pensar en ojos de granito.
— ¡¿Qué?! ¿Cuándo? ¿Dónde? —tan emocionada como yo sé acerca a mí y me quita la libreta de registro. —Tú cuentas, yo anoto. Y cuéntame.
—Bueno lo conocí hace unos días en el metro.
—Un lugar extraño para conocer a alguien. 
—Sí, y más extraño nuestro primer encuentro. —cuento las bolsas de suero. —Anota 25 bolsas de Mixta de 100. —ella anota y continúo con mi relato. —Él me salvó de matarme en las escaleras del metro.
— ¿Qué? ¿Cómo?
—Pues iba bajando muy rápido y se me atravesó una viejita y por esquivarla casi ruedo por las escaleras, de no ser por él, seguro me mato.
— ¿Entonces fue amor a primera vista? 
—De hecho no, yo me fui corriendo y sin decirle ni gracias.
— ¡Qué grosera!
—Lo sé. Y estaba arrepentida por eso. El chiste es que me lo encontré ayer en el metro, estuvimos hablando un poco en el metro hasta que se bajó. Pero de nuevo no sabía ni su nombre, así que estaba en ceros.
— ¿Y luego? ¿Cómo piensas averiguar más de él?
—En realidad ayer salí más tarde y papá no pudo venir por mí. Entonces iba caminando sola de camino a mi casa cuando sentí que alguien me seguía. —miro a mi amiga y está completamente atenta a mi historia. —Y era él. Pero me explicó que no me seguía por acosador, me dijo que vive en la zona y me vio que iba sola, así que decidió seguirme para asegurarse que no me pasara nada.
—Wow, qué lindo.
—Hablamos más de camino a mi casa, me dijo que se llama Abelardo Bravo y que es abogado.
— ¿Y ya lo buscaste en Facebook?
—Sí, anoche lo busqué. Encontré sus Redes Sociales y un artículo donde él fue el abogado que representó a varias chicas que fueron abusadas por un tipo al que apodaron "El monstruo de las Flores".
—Escuché de ese tipo en las noticias, según supe le dieron 70 y tantos años de prisión.
—Así es. Pero en sus redes sociales no hay mucho de él, casi todo es referente a su trabajo. —y saco mi celular de mi bolsillo del pantalón. —Mira.
Entro a mi Twitter y busco su perfil. Y le paso mi celular a Reny.
— ¡Dios! Sí que es guapo. —abre la foto del perfil y la mira atentamente, la amplia y la aleja varias veces. —Ahora entiendo porque te trae cantando.
—Y la mejor parte. —estuve guardando esto hasta el final porque sé que se emocionará tanto. —Me invitó a salir mañana.
Ella suelta un grito muy fuerte y agudo, yo me cubro los oídos y la puerta del almacén es abierta.
— ¡¿Qué pasa?! —entra Fernando corriendo.
— ¡Nada! —decimos las dos al mismo tiempo.
—Pero las escuché gritar. —nos mira contrariado y nosotras negamos con la cabeza. — ¿Seguras?
Las dos asentimos y él se aleja dejando la puerta abierta, Renata me abraza y empezamos a dar saltitos pequeños.
—Me tienes que platicar todo el sábado después de que llegues a tu casa. —Yo asiento feliz— Estaré pegada a mi celular para esperar detalles minuciosos.
—Obvio, eres mi mejor amiga.

♾♾♾

El resto del día transcurre en lenta y tranquila calma. Estoy guardando mi libro de procesos de Infección en mi bolsa, cuando soy interrumpida.
—Me alegra verte reír de nuevo. —me dice el guapo pero monstruoso de mi ex.
— ¿Necesita algo jefe? —le respondo sin mirarlo.
— ¿Por qué me tratas así? ¿Qué hice?
— ¿Tratarlo cómo? Lo respeto. ¿O le he faltado el respeto en algún momento? —termino de cerrar mi bolsa y lo miro.
—Por supuesto que no, es solo que creí que éramos amigos y ahora me tratas peor que a un perro de la calle.
—Como ya le dije anteriormente, limitémonos a usted ser el jefe y yo la auxiliar de enfermería. ¿Necesita algo más o puedo retirarme?
Da un suspiro largo, cierra los ojos y niega.
— ¿Puedo llevarte a tu casa?
—No, gracias. —y colgando las correas de mi bolso en el hombro empecé a caminar hacia la salida del quirófano. —Con permiso, que tenga buen fin de semana jefe.
Voy pasando junto a él, cuando siento su agarre sobre mi brazo, de inmediato volteó a mirarlo y le doy una de mis más temibles miradas.
— ¡Suélteme! —le exijo pero no me suelta, su mirada es fría, lo que hace que los bellos en mis brazos se ericen. — ¡SUELTEME!
No quiero hacer un escándalo aquí, pero no me está dejando muchas opciones, cuando grito que me suelte, aparece Renata y Lorena, otra compañera. Reny de inmediato se dirige hacia donde estamos.
—Fernando, suéltala. —le dice tranquilamente. —Vamos, no quieres hacer algo de lo que puedas arrepentirte después.




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