Aprendiendo a ser femenina

Capítulo ocho

—Pero si me contrataron cómo modelo y termine de niñera.



 


Finalmente después de tantas vueltas me encontré con Liam en una de las oficinas ya que alguien me dijo que lo vio entrar ahí, si pregunté por el sobre todo porque necesitaba encontrar una forma de matar el tiempo.

Cuando escucho mi voz a penas levantó su cabeza hacia mi dándome un gesto cómo si en realidad lo estuviese irritando con mi hermosa presencia. Levante una ceja y aclare sonoramente mi garganta. 



 

—Por Dios, eres desagradable. —Dijo dándome una mirada en blanco. Le sonreí como respuesta.

 

—El sentimiento es mutuo, tesoro. Mira, te busca tu madre y parece preocupada.

 

—Mi madre siempre se preocupa por todo, además ya lo sabia. Me lo dijeron un montón de veces ¿Por qué crees que me escondo?

 

Lo miro mientras intento descifrarlo, levanto mis manos en señal de paz dando al mismo tiempo una mirada en blanco. De nuevo, fijo mis hijos sobre él como si no pudiese darse cuenta de que lo miro aunque en realidad no muestra ningún tipo de importancia.

Hay una cancion de un rapero que no conozco en el reproductor de la sala, Liam parece concentrarse en escuchar la canción como si hiciera aquello más seguido.

 

—Entonces ¿Aquí es donde vienes a llorar? —Intento romper el hielo haciendo referencia a los Simpsons solo me gano una mirada de desagrado de su parte. —Deberías dejar de preocupar a tu madre.

 

—Deberías dejar de meterte en donde no te llaman.
 

—Oye no seas grosero, nos conocemos hace un día.
 

—De echo, hace tres.
 

Tomando nota: A Liam le gusta competir, de acuerdo. Esbozo una sonrisa burlona hacia el porque podrá ser todo lo cabeza hueca que quiera pero nunca sería capaz de ganarme a mi.

 

—Vale ¿Pero no eras tú el que me dio un menudo discurso de que tenía que enfrentar el mundo? Mirate ahora, escondiendote de él.

El se levanta de su silla para enfrentarme.

—Oh Dios. —Dice soltando una risa amarga. —A nadie le gustan las metiches.

—¡Pues no quiero gustarle a nadie, cerdo! Sólo he dicho lo que tú madre me pidió, nada más. Ahora si me disculpas, debo irme.

Cuando estoy por abrir la puerta Liam se interpone en medio, prohibiendo mi paso y por lo tanto también mi libertad. Arrugo mi nariz para empujarlo.

 

—Oye, déjame ir.

—Ni en sueños. —Dice, mirándome fijamente.

—¿Disculpa?

—¿Para que le digas a mi madre qué estoy aquí? No gracias, si estoy escondido es porque no quiero que me encuentren.

—Joder...—Jadeo en voz baja.—Eres raro.

—Y tu desagradable.

—¡Liam! Juro que sí no me sueltas ahora mismo llamaré a la policia.

—Ay si, como si sirviera de algo. —Se defiende rodando sus ojos. —Dejad de ser llorona, mira memes en tu celular hasta que entres a trabajar. No perturbe
el único momento de paz que tengo.

—¡Yo no perturbó nada! —Chillo. —Mira, tengo un gran apetito si no como algo dulce ahora mismo yo... —Busco una excusa. —Me vuelvo caníbal.

—No sé porque te lo creo. —Dice y aunque se aleja de la puerta no la abre si no que va a la pequeña nevera y me lanza un chocolate haciendo que lo atrape en el aire. —No quiero que sepan que estoy aquí.

—No le diré a nadie que estas aquí.

—Mientes.

—Por supuesto que miento, lo haré si se que te fastidia.

Liam suelta un suspiro y apoya sus manos en el escritorio, pone su mirada en la ventana y recuerdo las palabras de Cassie. Si Liam no es modelo entonces en realidad se están perdiendo de mucho, porque vamos no negaré lo que está a simple vista.

—Idiota. —Proteste, pero fui débil al punto de abrir el chocolate y empezar a comerlo. Termine sentada en el suelo de la oficina. —Si llego tarde lo descontarán de mi sueldo, que patético.

—No lo harán, cierra el pico.

Suspiro y le muestro el dedo corazón. Empiezo a tarear una cancion de fall out boy entonces. No vuelvo a darle importancia a la presencia de Liam ahí hasta que él habla.

—Sabes, en realidad no entiendo... —Dice viéndome serio y de brazos cruzados.

—¿Qué cosa no entiendes? —Quise saber por alguna razón estupida.

—Porque mi madre se fijo en ti para imagen de la empresa, no tiene sentido.

Y a pesar de que apenas lo conozco su comentario un poco duele, aunque no se lo demuestro. Al contrario me pongo de pie hasta tenerlo enfrente.

—Te diré porque. —Digo. —Uno, soy un encanto. Dos, sé que todavía no tuviste el placer de ver mis piernas y tres.... Para patarles el culo a imbeciles que piensan como tú. —festejo animada sacudiendo su hombro. —No me subestimes, cariño.

Y lo siguiente que hago es sacarle la llave para finalmente poder salir de esa estupida oficina.


 

(***)



 


Aquel encuentro con mini Ross ha logrado ponerme de mal humor, creo que el primero en darse cuenta de eso es Scott quien al verme levanta una ceja con curiosidad hacia mi.

No soy muy buena escondiendo que las cosas no van bien, suelto un suspiro y pienso ¿Que hay de malo en mi? Porque Liam no es la primera persona que me lo dice y tengo confirmado que tampoco sera el ultimo, y a pesar de eso sigo sin entender que es eso de mi personalidad que les molesta tanto.

¿Debería disculparme? Por ser como soy, bruta metida y con un pésimo gusto para la moda. Realmente siento que es lo que todos esperan de mi pero no puedo hacerlo y no se si ha esta altura de mi vida pueda cambiarlo ¿Acaso mi madre me ha mentido en este mundo apropósito? ¿Para ver si ellos logran cambiarme como a un conejo de indias?

¿Eso es lo que soy, un experimento?

¡Mierda, que paranoica!

—Creo que no estás teniendo un muy bien día ¿Verdad? —Asiento a la pregunta de Scott y el chasquea su lengua. — ¡Y eso que recién empieza!



#19112 en Novela romántica
#3281 en Chick lit

En el texto hay: drama, romance, humor

Editado: 30.12.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.