El siguiente día en la empresa fue muy curioso a decir verdad, todos observaban mi pie medio roto ya que todavía podía sin pisar bien, la primera en realmente preocuparse por mi fue Jenny ni bien me vio llegar.
—Seguro necesitas ayuda —Murmuró acercándose a mí para ayudarme a caminar, en realidad si me dolía pero no quise quedarme en casa.
—No, descuida estaré bien. He tomado un calmante para el dolor así que no sentiré nada por los próximos cuarenta minutos. —Rei, preguntando si en realidad aquello había hecho efecto o simplemente no servía para nada porque la molestia seguía ahí.
—Lamento ser yo quien te diga esto, odio dar malas noticias. Pero los ascensores está en mantenimiento, hacen esto alguna vez al mes siempre terminan descomponiéndose.
¡Santo Jesús! ¿¡POR QUÉ ODIAS MIS TRENES!? Solté un quejido, no estaba lo suficientemente bien como para subir escaleras, Jenny se dio cuenta de eso y suspiro.
—Tendrías que haberte quedado en casa, Clary últimamente todo es desgracia por aquí. —Nego.—Pero no te preocupes, puedo conseguir a alguien que te ayude.
—Sé que en mi vida pasada seguro cometí un pecado muy grande, no se espero que por lo menos haya valido la pena porque entonces la mala suerte que tengo ahora tendría un poco de sentido. —Dramatice.
Jenny sonrió, ambas giramos nuestros cuerpos cuando escuchamos a alguien más entrar gracias al sonido del celular, Liam estaba muy concentrado escribiendo un mensaje o algo así que ni siquiera levantó la cabeza para mirarnos.
—¡Oye tú! —Grite.—Justo lo que buscaba.
Mientras él y Jenny me miraron confundidos, sonreí porque ya sabía que tenía en mente.
—Si, me lo han dicho muchas veces pero no eres mi tipo. —Dijo indiferente y siguió mirando su celular. Di saltitos para llegar a él e interponerme en su camino.
—No hablo de eso, simio. —Declare.— Necesito a un hombre fuerte y valiente que se atreva a llevarme por las escaleras.
El levanto una ceja y miró como tenía mi pie en el aire.
—Ah, estoy seguro de que no necesitas a un hombre fuerte y valiente para nada.—Respondió. —Buena suerte con eso, pero es tiempo de que te actualices.
—¡Liam! —Me quejé, dando un golpecito en su hombro.— Solo necesito que alguien me ayude a no caer redondita por las escaleras.
—Cuando lo encuentres me avisas, aunque no me importa.
Di una mirada en blanco.
—Vamos para el mismo lado, no te cuesta nada. Solo es un pequeño favor ¿Si? —nunca pensé que estaría dedicándome mi mirada compradora a Liam Ross, pero que vueltas tiene la vida. El soltó un quejido y guardó el móvil.
—Lo haré solo para que me dejes en paz, y será mejor que ya no digas ni una palabra.
El acto seguido me tomó de sorpresa, Liam me cargó en sus brazos como recién casada. ¿Él pensaba que le estaba pidiendo esto? Aún así, obedecí sus palabras y no dije más nada.
Además, no puedo negarme a un viaje gratis.
Salude a Jenny quien me miró con una sonrisa burlona y me guiño el ojo. Abrace el cuello de Liam manteniendo cierta distancia entre nuestros rostros. El lo hizo, logró subir esas escaleras conmigo y yo le devolví el favor manteniéndome en silencio.
Finalmente, cuando llegamos al segundo piso me bajó con cuidado y le sonreí.
—Sabes… podría haber subido caminando, solo necesitaba un poco de ayuda para pisar. —Confesé con una sonrisa inocente, mirando como este ponía una poker face. —¡Pero gracias, el viaje estuvo muy bonito!
Antes de que Liam pudiera hacer algo, como insultarme o lo que sea entre al estudio y vi como Scott ya estaba trabajando. Le sonreí tranquila, Rodrigo bajo su mirada hasta mi pie y levantó una ceja.
—¿Qué se supone que pasó ahí?
—Bueno, estuve peleando con leones.—Respondí con ironía mientras colgaba mi abrigo, Rodrigo soltó una risita cuando me vio caminar.
—Estas coja.
—De todas formas puedo hacer muchas cosas con mi pie, como patear a cualquier persona que me irrite. —Adverti, asintió con una sonrisa y siguió haciendo su trabajo. En realidad no me caía mal Rodrigo a pesar de tener solo unos años de diferencia creo que nuestra relación venía siendo una especie de Padre- Hija rebelde adolescente.
Aún así, me agradaba. El pobre tenía que aguantar mis idioteces y mi poca gracia para las poses que ordenara que hiciera. Al menos, ya no se tapaba la cara con disgusto cuando me veía hacerlo como los primeros días.
—Los ascensores están rotos ¿Cómo llegaste hasta aquí? —Pregunto también Scott, que estaba escuchando todo mientras seguía haciendo su trabajo.
—Tengo un Ángel de la guarda. —Bromee, en realidad Liam me parecía de todo menos un ángel o cualquier otra cosa parecida.
—Ese Ángel de la guarda estaba distraído cuando te destrozaste ese pie ¿Segura no tendrán que apuntarlo? —Cureoseo Rodrigo.— ¿Qué pasa si lo pico con mis manos muchas veces?
Dios, dame los más exagerados que tenga…
Y de ahí vino Rodrigo.
—Bien creo que todos estamos dramatizando un poco.—Rei.— No creo que quieras averiguar esa respuesta.
—Si, bueno en fin. Hoy tenemos una sesión de fotos formal, pero Lidia no pudo venir por problemas familiares. —Rodrigo, hizo una pausa para mirarme. — ¿Crees que puedes maquillarte tú?
¡Ah, joder!
Salte de mi silla arrepintiéndome por aquel movimiento segundos después.
—El maquillaje y yo nos llevamos muy mal, una vez intenté ponerme delineador y casi terminó sin un ojo. ¿Realmente hace falta que me maquille?
—Realmente hace falta que te maquilles, aunque bueno al final del día las miradas estarán en Scott usando traje.
Estoy de acuerdo con eso, aún así me doy cuenta de que no tengo escapatoria. Lidia se encargaba de este tipo de maquillajes, suspiré sintiéndome acabada. Bueno, si me pedían que me maquille yo sola sería mi fin en realidad…