Fabiola sacaba de las bolsas las cosas que Omar le había comprado y cuando sacó las zapatillas, sonrió. De verdad se sentía bien estando con él.
— No sé de quién es el hijo que estoy esperando, pero me gustaría que hubiera sido de una persona como él. — Dijo Fabiola, tocándose su vientre. — ¿Quién soy en realidad? Seré una buena persona o tal vez…
Fabiola sintió un dolor en la cabeza, como un pinchazo, viendo todo a su alrededor nublado, cuando reaccionó al escuchar la televisión del salón.
«La hija de la difunta actriz Julia Santillana y del empresario Martín Romero será la sucesora de la fortuna de sus padres». Oyó Omar en la televisión de la sala de descanso de la librería.
«Pronto será su presentación oficial a la sociedad. Sus padres siempre la han tenido oculta de los medios de comunicación». Contentó un reportero del programa que se estaba emitiendo.
«Sus padres eran unas bellezas, seguramente su hija también lo sea».
— Últimamente solo dicen tonterías en los programas de televisión, ¿A quién le interesa la vida de una niña con cuchara de oro? — Habló Vero, que se preparaba un café. — Nosotros trabajamos como unas mulas.
— No te quejes tanto, hay personas peores que nosotros. — Contentó Omar, que se acercó para servirse también un café.
— Es verdad, mírate a ti, no solo tienes que hacerte cargo de tus hermanos, ahora también estás cuidando de una chica desconocida. — Asintió Vero removiendo su café.
Omar miró a Vero serio, echando unas cucharadas de azúcar a su café.
— Todo por culpa de May. — Dijo y caminó hacia la puerta.
— ¿De mi May? — Preguntó Vero, dejando la cucharilla en el fregadero y yendo detrás de Omar. — ¿Por qué dices que es culpa de mi pareja?
Omar bebió de su café y se acercó hasta el mostrador, se sentó en su sitió para anotar en lista de la librería los nuevos libros que llegaron a la tienda.
— Él sugirió que me la llevara a casa.
Vero tomó su silla sentándose al lado de Omar.
— ¿Hizo eso? — Lamentó, ya que conocía la economía de la familia de Omar y como él dejó sus estudios universitarios para ponerse a trabajar y cuidar de sus hermanos cuando sus padres murieron.
— Mi suerte no es muy buena… — Omar se rió para no llorar. — Resulta que Fabiola está embarazada.
Omar bebió de su café y Vero volvió a lamentarlo por él.
— Cuando llegue a casa le daré una paliza a ese estúpido. — Le prometió Vero y Omar sonrió.
— Gracias.
Omar dejó su taza de café al ver acercarse hasta el mostrador a unos clientes.
Vero le acarició un hombro, levantándose después y atendiendo a los clientes con una sonrisa en su rostro.
Omar corrió para llegar a tiempo a recoger a sus hermanos pequeños del colegio, cuando llegó la gente ya estaba recogiendo a los niños y fue repentinamente abrazado por Ángel.
— Ángel. — Dijo Omar, sonriendo y poniendo luego una seria expresión en su rostro. — Te he dicho que no salgas del colegio hasta que me acerque a la entrada.
Ángel se quedó serio, creyendo que su hermano estaba enfadado con él, pero Omar le frotó la espalda.
— ¡Hermano! — Chilló de pronto Laura, que estaba acompañada de su profesora y otros niños.
Laura corrió hasta su hermano y de lejos Omar se despidió de la profesora de su hermana.
— ¿Cómo te ha ido el colegio? — Preguntó Omar a Laura, caminando con ella y Ángel hacia su coche.
— He coloreado mucho y la profesora me ha dicho que soy una niña inteligente. — Dijo Laura, agarrada a la mano de su hermano mayor. — ¿Por qué has venido a recogernos? ¿No estás trabajando por la tarde?
— Hoy no trabajo por la tarde. — Contestó Omar.
Laura soltó la mano de Omar y se puso delante de él.
— Entonces, ¿me comprarás unas zapatillas Love baby? — Le pidió, ella quería lo que sus compañeras de clase tenían. — Mis amigas las tienen y yo también las quiero.
Ángel miraba a sus hermanos y Omar se agachó frente a pequeña Laura.
— Ya te he comprado unas zapatillas. — Le explicó Omar, que no podía comprarle unas zapatillas nuevas.
— Pero… Yo quiero las mismas que mis amigas. — Protestó Laura, poniendo una mueca en la cara y cruzándose de brazos. — Sus mamás se las compran ¿por qué tú no me las compras?
Omar se levantó, sintiéndose mal por el hecho de que sus hermanos pequeños estuvieran creciendo sin sus padres.
— No puedo gastar dinero innecesariamente en unas zapatillas cuando ya tienes unas zapatillas nuevas. — Le habló Omar serio. — Piensa en tus hermanos.
Laura negó y se echó a llorar porque su hermano no quería comprarle unas Love baby, ella quería las mismas zapatillas que sus amigas.
Ángel le metió entonces una piruleta de fresa a su hermana en la boca y Laura se calló, chupando el caramelo mientras le caían las lágrimas por las mejillas.
Omar miraba en una página de compra online la zapatillas Love baby que Laura quería, buscando el precio más barato.
— ¿Qué estás haciendo? — Preguntó Fabiola, que se sentó al lado de Omar en la mesa del comedor.
Omar la miró.
— A Laura se le ha metido en la cabeza que quiere unas zapatillas de una marca demasiado cara. Pero sus amigas las tienen y me siento mal por no poder comprarlas. — Contestó Omar, mirando desanimado el alto precio de las zapatillas. — Lamento no poder darle más de lo que le doy.
Fabiola apoyó los codos en la mesa, sintiéndose culpable por tener que depender de Omar y su familia.
— ¿Y si busco un trabajo? — Propuso ella y Omar negó.
— Claro que no, estás embarazada. Si te ocurre algo… — Omar se levantó, dejando su teléfono móvil en la mesa y caminando hacia la hornilla. — Solo descansa.
Fabiola lo vio ocupándose del almuerzo que se estaba cocinando en el fuego de la hornilla, albóndigas con tomate. Fabiola tomó el teléfono de Omar y vio las zapatillas que Laura quería.