Aprendiendo a ser tuya.

♡P R Ó L O G O

Mis lágrimas no dejaban de salir al imaginarme la peor razón por la que mi período menstrual estaba retrasándose, mis sollozos salían contra la almohada con más intensidad al recordar que era regular y que llevaba más de dos semanas sin sufrir cólicos y todo lo referente a la menstruación.
No podía estar embarazada, ¡no a esa edad, no de mi mejor amigo y no con tantos sueños por cumplir!

Entre Alexey y yo, quien más sufriría los estragos de un embarazo, sería yo, porque además de ser la juzgada por la sociedad ante mi embarazo a tan temprana edad, todos mis sueños se verían frenados sacando adelante al pequeño que llevaba en mi vientre, ni siquiera me había hecho la prueba de embarazo, pero todo apuntaba a que lo estaba porque tuve sexo con un hombre «nos protegimos, sin embargo, sabía claramente que el único método 100% era la abstinencia», lo sabía por mi falta de menstruación y los mareos, los mismos mareos de los que me había excusado diciendo que eran causados por mi anemia. 

Él tenía su vida resuelta y quizás hasta le emocionaba la idea de ser papá, mientras que yo era una chica dependiente de sus padres y hermanos, además de que iba a la mitad de la carrera universitaria y un embarazo arruinaría todo por lo que me había esforzado por tantos años, pues mi mayor meta era tener una carrera universitaria.

Alexey se había graduado con honores de la universidad, tenía un trabajo en donde le iba de maravilla, había asistido a suficientes fiestas, había tenido muchas novias, se había equivocado y había solucionado sus problemas, vivía en su propio departamento que aunque fuese pequeño, era muy lujoso además de que tenía la satisfacción de decir que era de él.

Yo nunca había trabajado por estar tan enfocada en la universidad, no podía servirme cereal sin que me salpicara una gota de leche, los fines de semana era una alcohólica y el alma de las fiestas, no podía hacerme responsable de mí misma, ¿¡cómo carajos me haría responsable de un bebé?!

Me imaginaba las críticas que recibiría de mis papás, amigos, hermanos, de los estudiantes y de los padres de Alexey.

No sólo estaba defraudándolos a ellos, sino a mí misma, seguía sin comprender como era posible que una noche de pasión, diversión y perversión pudiese convertirse en una consecuencia tan grave como la que estaba experimentando justo en ese momento.

Mis papás me recriminarían sus esfuerzos para que pudiese estudiar sin la necesidad de trabajar, pues ellos solventaban hasta mi más mínimo gasto y hasta me daban más de lo que necesitaba. Mis hermanas se me lanzarían cuán leonas furiosas al enterarse de que me había acostado con Alexey sin estar enamorada de él y que a causa de eso tendría un hijo, ellas siempre lo defendían y decían que alguien tan guapo, talentoso e inteligente como él no merecía a alguien tan inmadura y fría como yo, siempre me aconsejaban que me alejara de él si no quería dañarlo, me escudaba diciendo que éramos mejores amigos, que por eso estaba a su lado, pero ellas perdían el control ante las respuestas que les daba y argumentaban que entre más tiempo pasáramos juntos, él más enamorado quedaría de mí. Mis amigas se impresionarían por mi falta de responsabilidad. Mis profesores se sorprenderían de que una chica tan inteligente en el aula de clases no supiera utilizar correctamente los métodos anticonceptivos. Los papás de Alexey se sorprenderían de que su hijo fuese el padre de mi hijo sabiendo que entre nosotros no existía amor pasional «por lo menos no de mi parte» y es que todo era una verdadera, jodida y confusa mierda; estaba embarazada de alguien a quien no amaba, a penas tenía 21 años y me había acostado con él muy ebria sin medir las consecuencias de aquello. A pesar de que mi hermano y Alexey se llevaban muy bien, sabía que querría matarlo por haberle quitado la virginidad a su hermanita menor, lo que ni él ni seguramente nadie imaginaba es que yo había sido quien estaba sedienta porque alguien me hiciese suya y aunque no estuviera enamorada de mi mejor amigo, todo indicaba a que él era el candidato perfecto para elevarme al cielo por primera vez.

Desde la mañana en que amanecimos enredados en las misma sábanas mi vida no había sido la misma y la sentía aún más diferente cuando todo apuntaba a que me había embarazado de él.

¿Cuánta mala suerte debía tener como para embarazarme en mi primera follada? Y peor aún, ¿qué tan fuertes y veloces eran los espermatozoides de Alexey como para fecundar mi óvulo aún utilizando preservativo y tomando la pastilla del día siguiente? ¡Algo estaba mal con eso, algo no cuadraba ahí!

Mientras más teorías hacía, más dolor y pesar sentía por la situación que estaba atravesando, algo muy dentro de mí me decía que con un bebé en camino mi vida cambiaría en demasía y no precisamente para bien, algo me decía que dejaría de ser alegre, extrovertida, parlanchina y soñadora, estaba segura de eso porque desde que noté mi falta de menstruación, había dejado de bromear, salir e incluso hablar como lo hacía de costumbre.

Desde que las alertas de embarazo se filtraron en mi cabeza, mi entusiasmo había decaído, mi ánimo era inexistente y ni qué decir de lo sucia que me sentía cada que miraba a Alexey, el chico que me elevó al cielo con ternura, el chico que estaba enamorado de mí «aunque yo no lo estuviese de él» el chico que dentro de poco se convertiría en papá. 

Creía que estaba en la mejor etapa de mi vida, era una jovencita con muchas cosas por experimentar y el sólo imaginar que podría estar esperando un hijo de Alexey me alteraba de sobremanera porque todo era complicado si se trataba de hablar de mi relación con él y peor aún, de lo que había pasado aquella noche en la que me entregué a él.




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