Al abrir los ojos, me encontré con una mirada de enfado y la acción que me iba a despertar de mi extraña pesadilla.
—Ya estoy despierto —indique para que Alely bajara su chorro de agua.
Aun así, lo lanzó sobre mi cara mientras sonreía satisfecha de haberme molestado.
—Todos tienen que lavarse la cara al levantarse —indicó feliz. —Además, parece que no destruiste este lugar a pesar de que tenías pesadillas.
El cuarto estaba intacto, lo que decía que no me había descontrolado a pesar de todo lo horrible que soñé. Aunque era un alivio, no me sentía igual en mi mente. Me sentía preocupado por aquella voz y sentía rabia por aquel que me había golpeado.
En un intento de saber quién era, me quedé mirando a Alely.
—¿Qué es lo que pasa? —Me pregunto ella al notar como la miraba.
—Tu voz es fea si la comparo con la de ella —respondí sabiendo las consecuencias.
Basta decir que no desayuné y me apresuré para llegar a la primera lección que iba a recibir de Rafago, aunque el primer día no estaba dando la mejor primera impresión.
—¡Aaaaayyyyuuuuuuuuddddddaaaaaaa! —Grité cuando a lo lejos pude divisar al anaranjado dragón.
—¡Vuelve a repetir eso estúpido zorro! —Gritó Alely mientras me perseguía ferozmente.
Rafago solo atinaba a reír mientras iba a todo lo que podía hacia él, esperando que la pudiera tranquilizar y convencer que aplazara mi ejecución.
Rafago pudo detenerla, pero aunque sus ganas de matarme me intimidaba, unas palabras que le susurró, hizo que sonriera malevolamente, lo que provocó que en mi naciera un miedo aún peor del que tenía al perseguirme.
—Bueno, mi querido elegido, ya que serás mi discípulo y veo que tienes suficiente agallas. Te haré una pequeña prueba para saber en qué condiciones estás y cómo mejorarte —explicó Rafago dándole un guiño a Alely que no me gustó. —Veo que eres rápido, más que Alely según vi, pero también la resistencia es una parte fundamental. Así que, sin salir de este prado, quiero que huyas y veamos cuanto tardas en cansarte. ¡¿Preparado?!
—¿Espera qué? —Pregunté asustado mientras veía como Alely se preparaba para correr.
—¡¿Listos?! —Sin esperar la señal, empecé a correr por mi bien —¡Ya!
Alely salió tras de mí sin reparo ha dejarme escapar y aquello duró media hora, dejándome exhausto y la dragona blanca con pocas fuerzas como para que su golpe con su elemento doliera menos de lo que dolía normalmente.
—Parece que tenemos buenas bases para mejorar, descansen que ya viene el desayuno —indicó Rafago mirando un dragón volando en nuestra dirección.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca, vi que se trataba de Milett, quien como siempre, se mostraba con una sonrisa.
—Discúlpame si interrumpo Rafago, estos dos salieron muy deprisa —indicó mientras nos veía como si nos regañara tiernamente.
—No te preocupes Líder Milett, en la forma que llegaron, me di la idea que no vinieron comiendo. Tiene que tener presente que la comida más importante es el desayuno.
Una vez comidos, Milett se despidió de todos.
—Bien, después de este desayuno. Continuaremos con la sesión de prueba para ver cómo es que trabajaremos contigo.
No era de sorprenderse que en todas había quedado totalmente vencido por Alely, fuerza, equilibrio, agilidad y destreza en la pelea. Aunque no nos golpeamos, hubo más de una ocasión que ella pudo propinarme un duro golpe. Incluso en el manejo de la cola ella me ganaba.
—Parece que hay mucho que hacer para que puedas mantener una pelea decente con Alely. Ahora trabajaremos individualmente. Tú trabajarás tus látigos hasta que se vuelvas filosas armas. Tengo que cubrir todo hasta que te decidas qué quieres hacer —indicó a la dragona blanca, quien no recibió de la mejor manera la indicación.
—Mientras, tú aprenderás a usar tus alas, sin duda han sido tan poco utilizadas que no tienes control en ellas —señaló Rafago mientras las movía para reaccionar. —Lo primero será que lo sientas. Échate en el suelo y concéntrate en abrirlas y cerrarlas.
Obedeciéndole, intenté sentir las alas, pero antes de que siquiera intentarlo, recibí un golpe en mi cabeza por parte de mi maestro.
—Te ordené que te concentraras y no lo estás haciendo. Cierra los ojos e inténtalo nuevamente.
Era cierto, miraba a Alely y su repentino cambio de actitud, aunque no era la primera vez, había algo raro en su mirada y acciones tan agresivas.
Aunque al menos eran mejores que las mías. Apenas y podía mover mis alas en modo de espasmos que no estaban cien por ciento bajo mi control.
—Argh. Me es imposible, me duele y no obedecen —replique frustrado.
—Tranquilízate Brydres, es normal que no logres a la primera, eres diferente a todos y eso te pone en cierta desventaja. Tus dos naturalezas impiden que sobresalga la más necesaria —explicó Rafago con paciencia tratando de tranquilizarme. —Verás que de a poco, entenderás mis palabras y esta desventaja será tu mejor arma.