Aprendiendo a ser un Zorro Dragón

CAPÍTULO 13

—Vamos zorrito, despierta, nos tenías preocupados —escuché decir a Rafago mientras abría los ojos.

—Hoy no entrenamiento, por favor —suplique mientras cubría mis ojos con mis patas tratando de evitar la luz del amanecer.

—Tranquilo Brydres, hoy no habrá entrenamiento, pero sí que lo necesitarás para enfrentarte a Adrivier.

Levanté la cabeza rápidamente, mientras que en mi mente pasaba las altaneras, idiotas e ineptas palabras de Adrivier que le dijo a Alely.

—No necesito saber cómo golpear a un dragón lame escamas —mencione con emoción.

—Lo necesitarás si quieres asegurar la victoria y cerrarle el hocico a Oscas —Rafago estaba más serio de lo normal.

—Dos beneficios por el precio de uno. ¿Cuándo será? —Pregunte sin entender la preocupación.

—Dentro de dos semanas. Nos hubiéramos negado si no fuera porque Oscas sabe algo que desconocemos —el dragón de escamas anaranjadas endureció la mirada y parecía enojado de saber que estaba a merced de ese viejo dragón.

Rafago se sentó a mi lado y empezó a explicarme algo que iba a hacer después del fallecimiento de Milett.

Normalmente, los elegidos como Milett nace como lo haría cualquier dragón normal, de un huevo, pero que yo apareciera en mi forma adulta y que me comportara raro me hacía sospechoso de pertenecer a un grupo que había encontrado la forma de sobrevivir fuera del valle.

Toda sospecha fue descartada por mi inutilidad y miedo a mi propio elemento, cosa que no me animaba para nada aquel comentario.

El valle fue creado por un primer elegido, un dragón con la rara mezcla de otro animal. Todo para protegernos de la naturaleza, la cual desea la muerte de todos los dragones, especialmente la de los líderes como Milett. Odia profundamente la esencia que tenemos por qué es la misma que con una apariencia diferente, casi la destruye.

—El fuego arcoíris es lo único que lo detiene, lo apacigua, pero eso se obtiene...

—Por herencia y con los recuerdos de mi vida pasada, lo que me vuelve un inútil —interrumpo a Rafago para decir lo que ya pensaba.

—No es así Brydres —indicó el enorme dragón tratando de tranquilizarme —. El único que ha podido deducir la razón de tu existencia es ese viejo escamoso y por su expresión, sin duda no es algo bueno para él.

—Aun así va decírnoslo si venzo a Adrivier, no es algo difícil, a menos que no maneje mi elemento por miedo y que Oscas planeo esto como una trampa. Jamás diría algo que no le beneficie —por un momento me había olvidado de mi fobia.

—Mañana en cuanto salga el sol empezaremos el entrenamiento intensivo.

Rafago se marchó volando y mientras yo decidí bajar caminando de la montaña de agua. Durante el recorrido todos mis pensamientos empezaron a abrumarme hasta sentir que me estaban asfixiando. La ira y la sangre hervía dentro de mí y en una solución de desahogo, empecé a dar zarpazos a la pared más cercana.

Pánico, furia, miedo y confusión. No entendía cómo es que me pudieron contar todo y esperar que lo acepte sin más. Realmente no entendía que es lo que significaba ser un elegido sin serlo al mismo tiempo.

Sintiéndome inquieto, decidí irme de aquel risco y aunque caminara con pasos rápidos, no sentía desaparecer la ansiedad. Así que otro ataque de furia, seguí golpeando a la pared de la montaña sin hacerle más que unos pequeños rasguños. Mientras que mi pata derecha lo sentía arder, lo que extrañamente me gustaba.

Atacando con más furia y con mis dos patas, terminé cansado, con gran dolor y un ardor que en parte me ayudaba a ignorar como me sentía ante todo lo que me pasaba. Continúe caminando con más paciencia, pero al sentir una sensación de fango en mis patas delanteras, miré al suelo, descubriendo que era porque estaban sangrando.

La mezcla con la tierra hacía que ardieran aún más las heridas que me había provocado y aunque en un principio me hacía sentir bien, empezó a ser incómodo, así que al estar en la base de la montaña, no dudé en remojar mis patas en la pequeña laguna que se formaba en la entrada de la cueva.

La refrescante sensación aliviaba el ardor, también me ayudaba a tranquilizar mis pensamientos. Hasta que escuche como alguien salía de la base. Al mirar de quien se trataba, me dio risa al ver que era una dragoncita, la cual se asustó al ver como parte del agua se hacía roja por mis heridas.

—Está herido líder Brydres —antes de que pudiera tranquilizarla, empezó a llamar a alguien que estaba tras de ella —. Capitana Arlet, Brydres está lastimado.

Atravesando la cascada, Arlet salió y me fue raro que no me mirara como siempre lo hacía y aún más, verla preocupada de que estuviera sangrando. No me importó mucho que me viera, así que sacando mis patas, me dispuse a marcharme, hasta que sentí que algo sostenía mis patas delanteras.

—¿Crees que podrás ocultar que te has lastimado golpeando la montaña? —Me pregunto dejándome asombrado que supiera que había hecho.




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