Aprendiendo a ser un Zorro Dragón

CAPÍTULO 19

—Te lo pediré una sola vez, enciende el fuego arcoíris —exigió frente a todos, pero al acercarse a mí, susurró —. O él será quien acabe con todos a quienes aprecias.

Levantando mi mirada con fuerte dolor, miré unos ojos con sed de sangre, dispuesto a asesinar a todos los presentes.

—Milett, dime por favor —pedí a la dragona que casi rompió en llanto y su voz, como nunca la escuche, se negó.

—Brydres, no lo hagas.

—Ya te lo dijo maldito zorro mentiroso —expreso con ira con otro zarpazo.

Cansado de su maldita actuación, lo miré agresivo, encendiendo mi pelaje y empezando a batir mis alas, pero un torrente de agua de parte de Reimi me devolvió al piso, pero sin ganas de apagar mi pelaje, lo miré con un dolor que estaba más adentro que el superficial.

Repentinamente mi cuerpo estaba envuelto por llamas azules, dándome la respuesta que hace mucho buscaba.

—Quiero todos los colores maldito inútil —exigió Eidivil con otro golpe que sonó duro e hizo que todos los presentes voltearan.

—Deja de golpearlo —pidió Alely llorando.

Miré a Milett, quien en silencio negaba mi acción. Había descubierto como crear el fuego arcoíris.

—Detenlo Eidivil, te lo pido o esto terminará en tragedia —suplicó Milett asustada.

Sonriendo, me concentré y llegué al lugar oscuro donde ahora podía ver a tres figuras y yo, solo era un ser lleno de energía. Por fin tenía la memoria humana de aquel mundo que dejó de existir yo huí. Mi vida en el valle, donde Brydres nació y aprendió a ser lo que otros decidieron quién debería ser y de donde también huí. Por último la del zorrito, aquel que murió y aunque pasó viviendo en la aldea, no fue una mejor que la dejo y yo no pude protegerlo.

Las tres imágenes se unieron formando al zorro dragón Brydres, lleno de todos sus recuerdos y yo. Su vida era la luz que dejaba que aquello se revele en el mundo como lo que el destino decidió que sería. Fuego arcoíris, el cual, extraña y diferente al de Milett, el rojo sobresalía.

—Lo siento Brydres —dijo Milett llena de lágrimas al ver que el pequeño brote llamar a mi llama arcoíris.

Soplando levemente por el dolor que me había producido la paliza, dejé que el fuego arociris lo envolviera, lo hiciera crecer a una velocidad irreal dejándolo tan grande como el del valle y con una luz que llamó la atención de todos los presentes.

Todos los dragones del valle ignoraban mi estado, estaban asombrados por la aparición de un árbol envuelto en el fuego arcoíris.

—¡Por fin, por fin, por fin! —Celebró Eidivil con una sonrisa de triunfo, pero esta se convirtió en una espeluznante que ya no tenía caso ocultar —. Ahora los del valle junto con Oscas morirán. ¡Mátalos!

La orden fue para el enorme dragón que quedó al descubierto por la luz del árbol con mi fuego, pero éste, en vez de obedecer, se lanzó contra Eidivil, al cual retrocedió varios metros por el duro golpe de la bestia.

Agarró a Milett y al colocarla en su lomo, estuvo decidido a llevársela. El único que actuó ante la aparición y acción del enorme dragón fue Grimor, que al ver a su madre semiconsciente, se lanzó contra el atacante de su madre.

Este soltó una enorme llamarada de fuego que lo devolvió al suelo.

—¡Mamá! —Gritó Alely aún inmovilizada.

Sin siquiera que alguien la salvara, Milett ya estaba en el suelo, aunque cayó duramente, todos nos quedamos asombrados por lo que estaba pasando. Eidivil que había recobrado algo de razón, no podía creer.

—Se suponía que no podrían atacar a nadie y menos tan cerca del árbol.

Las raíces del recién crecido árbol aprisionaba al enorme y enfurecido dragón, quien cambió sus rugidos a llantos en una escena que dejó helado a todos, pues las raíces lo empezaron a apretar tan fuerte que lo mató. Aunque este terminó con todo su cuerpo en llamas, no le hizo nada a las ramas.

Milett se acercó al árbol intentando combinar su llama arcoíris con la mía con gran desesperación, pero al mirar a su alrededor ya era tarde. Eidivil y Grimor estaban siendo atravesados por las raíces del árbol, matándolos frente a todos.

Todos los dragones que estaban presentes empezaron a correr desesperados ante el gran miedo que representaba lo que hace unos segundos era una salvación de su aldea a algo mejor.

—¡Brydres detenlo, solo tú puedes! —Pidió desesperada Milett.

—¿Cómo? —Pregunte llenándome de terror.

—El rencor está dentro de esa llama y no tendrá reparo en hacer lo que tú no lo harías.

Hasta que salió el sol, no pare de atacar con el fuego normal. El único que salía de mí. Mis cuatro patas estaban sangrando, mi hocico estaba quemado y las escamas y pelaje estaban en el suelo alrededor de un árbol que solo se regeneraba a pesar de cuanto lo atacara.

Milett, Alely, Reimi, Meicon, Souberk y Kailani eran los únicos dragones presentes quien a cada uno los había apartado en un temor que ese árbol les hiciera daño.




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