—Solo fueron unos minutos, era una llamada de mi madre pa...
—¡No me interesa! —Grito exaltado—. Una reunión es una maldita reunión y es cien veces más importante que tu madre y sus cantaletas.
Siempre me ha parecido curioso como algunos sonríen cuando van al trabajo, y no estoy hablando de los comerciales que pasan por la televisión. Hablo de los pocos que trabajan en lo que les gusta, lo hacen con pasión y alcanzan el éxito. Mientras que para el resto lo que hacemos siempre será un absoluto...
—¡Fracaso! —Gritó nuevamente lleno de ira.
—Lo siento, es que era una llamada urgente para decirme que...
—¡Me importa una mierda! Es una reunión donde íbamos a cerrar una gran cantidad de dinero y todo se fue al carajo porque la chismosa de tu madre te iba a contar quién sabe qué.
Mi semblante cambió al escuchar cómo se refirió a mi madre, pero al ser mi jefe, solo miré al suelo y recibí el resto del regaño.
—Eres bueno en este trabajo, tienes el conocimiento para ascender, pero te hacen falta dos cosas: "pasión y olvidarte de tu familia".
De camino hacia mi puesto no solté mi celular, incluso necesité confirmar que la llamada fue de mi madre. No quería saber, ni entender qué es lo que significaban sus palabras, entonces recordé lo que alguna vez me dijo mi padre: "nadie trabaja en lo que le gusta", esa frase que todo el mundo repite para justificar su fracaso. En ese momento comprendí porqué estaba donde estaba. Siempre supe que no era mi pasión trabajar ahí, pero nunca me di el tiempo de buscar algo que realmente me apasione.
Una vez en casa, llamé unas cuantas veces a mi madre, pero ella no contestó. Rodeado por la oscuridad, perdí la fuerza al sentir como algo oprimía mi pecho y un nudo carrasposo se apoderó de mi garganta, obligándome a desatar mi llanto.
Al despertar, noté la humedad de mi almohada, me había dormido con el traje puesto. Creo que cualquiera lo habría hecho al recibir la noticia de que su padre ha muerto.
—No es justo –susurré —. Nunca me escuchaste cuánto te odio... y cuánto me odio por odiarte.