April ©

13 | Secuestrada

     Bajaba las escaleras para salir de la casa a tener mi encuentro con el doctor Glambolia en su consulta. Me detuve cuando vi a papá entrar por la puerta principal. Hace varias semanas que no lo veía, desde aquella vez en que todo se salió de control y ocurrieron cosas que no tenían que pasar.

     Papá no decía nada. Yo solo lo miraba fijamente a la vez que pensaba en esa dolorosa escena que presencié.

     —¿A dónde vas?

     —A hablar con mi terapeuta —le dije indiferente volviendo a retomar el camino hacia la salida.

     Antes de yo poder abrir la puerta y salir, papá me tomó del brazo. Su expresión gritaba cansancio, desesperación y... ¿Preocupación?

     —Deberías agradecerme —dijo. Primero lo miré confundida y después enojada —. Yo mandé a buscar a ese doctor para que te ayudara. Te vi tan mal que... Pensé que iba a perderte para siempre.

     —Pues si no hubiera sido porque asesinaste a Ethan, yo no me hubiese puesto como me puse.

     —Yo quise acabar con esto de una vez por todas antes de que te asesinaran.

     —Como siempre, tomando las decisiones tú solo.

     —Yo no sabía que tenías algo con ese muchacho, April.

     Negué con la cabeza y me solté de su agarre. Salí de casa dando grandes zancadas y en el camino entero no pude evitar pensar en papá, en todo. En cómo se habrá sentido Liza cuando se enteró de lo de Ethan, porque seguro alguno de los Dominis que se escapó le dijo que mi padre había asesinado a su hermano. No la culpo por no querer hablar conmigo, se cómo se siente que te quiten a tu hermano.

     Cuando llegué al edificio en donde Erick recibía a sus pacientes, subí el ascensor con un poco de nerviosismo. Hasta ahora no le he hablado sobre mi romance con Ethan y no sé si sea prudente contárselo.

     En cuanto las puertas se abrieron me acerqué a la recepcionista.

     —Mi nombre es April Howland, y tengo una cita con el doctor Erick Glambolia —le hablé.

     —Puede esperarlo cerca, de seguro no tardará tanto en terminar con su actual paciente.

     —De acuerdo, gracias.

     Miré a mi alrededor, y me senté en uno de los dos asientos que estaban disponibles. Llené mis pulmones de aire y me envolví en el ambiente.

     De pronto la recordé la primera vez que estuve aquí. Estaba nerviosa, asustada e impaciente. Tenía quince años en ese entonces, había sido víctima de un abuso sexual por parte de un chico de mi escuela, y, tenía el total apoyo de mi hermano mayor.

     Evan no decía nada, solo se quedaba esperando a que fuera mi turno de poder entrar a recibir la ayuda que él no sabía brindarme.

     Su ceño estaba fruncido y sus ojos parecían cansados. Miraba hacia el frente, un punto fijo. Y yo quería desesperadamente entrar a su cabeza y saber qué había dentro de ella. El por qué ha estado medio nervioso, alerta, paranoico. Entiendo, me hicieron daño, pero estaba segura de que había algo más.

     —El otro día que te conté lo que me pasó —dije —, ¿A dónde fuiste?

     La pierna de Evan dejó de moverse y se quedó más quieto que una estatua. Vi como su nuez de Adán se movió indicando que había tragado.

     —Háblame —le insistí —. No solo tú me conoces. Yo también te conozco y sé que hay algo más que te preocupa aparte de mi situación.

     Evan cerró los ojos con fuerza después de unos segundos y suspiró. Acto seguido sacudió la cabeza.

     —Es solo tu situación —admitió con voz ronca para después aclararse la garganta —. Solo eso.

     Se cruzó de brazos y no dijo nada más.

     —¿April? —escuché la voz familiar de la recepcionista y dirigí mi mirada hacia ella, la cual estaba parada en el umbral de la puerta de la oficina del doctor.

     Volví a la realidad cuando noté que era la voz de Glambolia para hacerme pasar a su espacio para hablar, yo me levanté y lo seguí. No pasó mucho tiempo cuando me encontraba en su oficina con un silencio del cual no me quejaba.

     —De acuerdo —habló —. ¿Crees que puedas hablarme más de Ethan? Claro, omitiendo lo que... Ocurrió con tu padre, dejemos eso para el final, como debe ser.

     Rodeé los ojos y empecé a recordar a Ethan, su manera de tratarme. Sus ojos, su cabello negro. Su cuerpo, carácter, su forma de hablar. Y no pude evitar recordar la manera en que murió.

     —Él... —no puede ser que no tuviera las palabras para describirlo. Respiré con profundidad y hablé —. Ethan era una persona un poco parecida a Evan. La diferencia era que Ethan era un poco menos obstinado y más irritable —reí al recordar cómo, la manera en la que él me miraba con impaciencia mientras ponía sus manos en la cintura.

     —¿Irritable?

     —Sí. Ethan le era muy leal a Evan y cuando se trataba de conservar la promesa de mantenerme segura, sana y salva, hacía todo para cumplirla. Era muy atento cuando se trataba de mí. Hubo una vez donde se enojó porque puse mi vida en peligro, pero al final no salí herida —dije encogiéndome de hombros.




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