April ©

15 | Conociendo a Ethan Pearce

     —Yo lo necesito más de lo que tú a él —le dije a esa chica que parecía tener cabello rojizo.

     Me acerqué a ella con pasos lentos, hasta tener más cerca la pistola de su cabeza.

     —Baja el arma, hazla un lado y date la vuelta —le ordené —. Con las manos en donde pueda verlas.

     La chica separó sus manos, puso la pistola en el suelo, la pateó lejos de ella y se dio la vuelta lentamente hasta estar frente a mí. Ella sonrió al verme y no dudó en hablar.

     —Demonios, pero mira a quien tenemos aquí, si no es más que la hermana del Cuervo.

     Entrecerré levemente los ojos cuando ella mencionó el apodo de Evan. Y me pregunté, ¿Quién le habrá puesto tal nombre?

     Y otra vez el tatuaje de su pecho llegó a mi cabeza como un recuerdo.

     —Mi más sentido pésame —agregó con fingido lamento —. Sé lo que se siente perder a una persona importante en tu vida. ¿Cierto, Ethan? —habló alto, pero él no respondió, solo se limitó a tragar —. ¡Joder, pero verte a ti es como ver al mismísimo Cuervo! —alzó la voz con los ojos brillando de diversión —. Desde que asesinaron a Evan, quise preguntarte, ¿qué se sintió ver a tu hermano con la garganta desgarrada? —yo apreté el arma con mis manos, aguantándome las ganas de dispararle por la forma en que habló sobre la muerte de Evan —. Estaría muy orgullosa de mis chicos si lo hubiesen hecho —chasqueó la lengua —. Lástima que ninguno tuvo el valor de hacerlo y ser víctima de la ira de Ethan.

     Ethan abrió los ojos y se puso pálido al saber que no fue ninguno de los Vansers. Si no estuviéramos en esta situación crítica le hubiera dicho "¿Ves? Ahí está. Te lo dije".

     —Déjalo, Howland, no vas a dispararme.

     Halé hacia atrás la corredera de la Glock, preparándola para disparar, haciéndole saber lo equivocada que estaba.

     —Asesiné a una persona que no conocía —le confesé —. Ya puedes imaginarte que no tengo ningún problema en hacer lo mismo contigo.

     —Si halas de ese gatillo, los Vansers te buscarán y en vez de asesinarte van a torturarte hasta que les supliques por tu muerte.

     —Entonces estaríamos a mano, Emma —habló Ethan —. Y será mejor que tus chicos no le toquen un cabello a April, que sabes muy bien que yo no tengo límites, y menos cuando se trata de ti y de tus subordinados.

     De repente cuando dijo lo de tocar mi cabello, recordé la noche en la que asesinaron a Evan, ese momento en donde ese chico se acercó a tomar un mechón de mi pelo. Y después de eso, ver a Liza en esa silla, me acordó a mí. La diferencia era que yo estaba asustada, llorando, y ella no. No mostraba ni un ápice de miedo, ni una gota de lágrima. Incluso tenía una sonrisa en su cara después de verme entrar y apuntarle a Emma. Era una sonrisa malvada. Se mostraba despreocupada, como si esto ya le hubiera pasado y fuese normal, como si supiera que tenemos ventaja.

     —Tú y tus instintos protectores, Ethan —suspiró dramáticamente —. Yo no quería llegar a esto.

     Y con un movimiento rápido, Emma levantó la pierna derecha y con el pie golpeó mi arma, alejándola de mí. No dudó en atacarme, y yo no tardé en reaccionar y defenderme. Pero al final su mano llegó a mi garganta, apresándome contra la pared.

     —La verdad que tienes agallas para enfrentarte y amenazarme. Ni siquiera sé por qué pierdo el tiempo hablando contigo. Supongo que debieron asesinarte igual que a tu hermano.

     —Deberías siempre tener un acompañante —hablé con dificultad y ella frunció el ceño.

     Liza la atacó por detrás, tomando su brazo libre, torciéndolo y con la rodilla golpear su costado. Al final, la dejó en el suelo sin soltarla. Yo me quedé observándola con admiración al ver su forma de atacar. Ya sé por qué mi hermano se enamoró de Liza, ella era increíble.

     —¿Cuántas veces derrotaste a Evan? —me atreví a preguntarle.

     —Todas las veces que se puedan contar.

     Visualicé mi arma a lo lejos, corrí a buscarla, y después volví con ella en manos. Apunté a Emma con ella, quien estaba de pie cuando Ethan la tenía sujeta con las manos detrás de la espalda.

     —Quinn está detrás de la casa, Liza, ve y adelántate al edificio con ella —le dije. Ethan alzó las cejas sorprendido por mi plan.

     —Acompáñala —no tardó en decir el líder de los Dominis.

     —No voy a dejarte con esta loca —señalé a Emma con la mano. Ethan me miró rendido, sabía que nada iba a detenerme. Creo que se lo he dejado bastante claro.

     —Ve, Liza —ella me observó no muy segura —. Los Dominis necesitan una autoridad, ¿no? —traté de convencerla y funcionó.

     Después de echarnos unas miradas se marchó. Yo inspeccioné a Emma y luego al arma que pertenecía a Evan, que ahora la sentía como mía.

     —No creo que sea bueno asesinarla, April —dijo Ethan al leer mi mirada.

     Me aproximé con pasos lentos y cautelosos hacia esa chica que me hizo hervir la sangre con sus comentarios sobre Evan, hasta que estuviéramos frente a frente.

     —¿Quieres saber qué se sintió ver a mi hermano con la garganta desgarrada? —le pregunté con la voz redomada. Emma forcejeó, Ethan tuvo que sujetarla más fuerte.




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