April ©

18 | Enigma resuelto

     Mordí mi labio inferior mientras sentía los músculos de mi vientre contraerse. Miraba con seguridad al líder de los Dominis, esperando su respuesta. Tragué y llevé mi vista a la información del primo de Emma y me pregunté, si son familia, ¿Por qué estar en grupos diferentes?

     Pero al ver que Ethan no decía nada decidí seguir hablando.

     —Le había enviado un mensaje de texto a Jackson diciéndole que estaba decidida a continuar con mi objetivo. Me lo encontré cuando estaba justo en frente de tu casa. El que abrió la puerta fue un chico rubio —especifiqué. Ethan ponía toda su atención en mí. Sus ojos me examinaban con detenimiento y, no niego que me encantaba tener toda su atención para mi sola —. Nos había dicho que estabas en el edificio con Liza. Nos despedimos y después el chico preguntó mi nombre.

     —¿Le dijiste quien eras? —asentí ante su pregunta —. ¿Qué pasó luego?

     —Jackson me acompañó al edificio. Y ahí te conocí.

     —¿Fue muy difícil convencer a tu padre de infiltrarte? —preguntó con la mandíbula tensa.

     —Al principio sí, pero después lo pensó mejor y decidió ayudarme.

     —¿Qué le dijiste para terminar de persuadirlo?

     —Le dije que sé desde hace cuánto tiempo él quería atraparlos y que podría ser la única oportunidad de lograrlo.

     —¿Y qué hay de tu madre? ¿Ella sabe que estás con nosotros? —pareció mucho más interesado, apoyando sus manos en la mesa, acercándose a mí.

     —Sí, pero ella sigue sin estar de acuerdo.

     —¿Y cuándo fue que hablaste con el general respecto a esa idea de ser parte de los Dominis?

     —El día después de hablar con Jackson por segunda vez.

     —¿Segunda vez?

    Apreté los labios sintiéndome un poco culpable por no contarle los sucesos importantes y que con más razón pensara que de verdad era una amenaza y las cosas empeoraran.

     —Ya habías conocido a Jackson mucho antes —murmuró más para sí mismo. Miraba a todos lados, como si calculara algo. Su ceño estaba arrugado con suavidad —. ¿Cómo fue que lo conociste?

     —Yo... estaba en el puente cuando me encontró. De seguro estaba haciendo su trabajo como compañero de Evan: mantenerme vigilada.

     Ethan me miró de soslayo y tragó. Humedeció sus labios y acto seguido se irguió para cruzarse de brazos.

      —¿Qué estabas haciendo en el puente?

     —Pues... papá encontró el juramento de ustedes, escrito con la letra de Evan. Me interrogaron y al final me vi obligada a decirles que Evan era un Domini.

     El líder del grupo convirtió su mano derecha en un puño y se lo llevó a la boca.

     —¿Cómo fue la reacción de tu padre al enterarse?

     —Me regañó y me pegó —confesé. Ethan puso sus ojos en mi con una extrema rapidez. Noté un poco de asombro y preocupación en su semblante, ya que me miró de arriba abajo, inspeccionándome.

     —¿Cómo que te pegó?

     —Digamos que... me defendí, y a consecuencia de eso, me pegó —hice una pausa y ya Ethan empezaba a mirarme preocupado. Asintió en señal de que continuara. Respiré hondo antes de seguir hablando —. La presión en mí... era tanta que... No la soportaba y pensé en acabar con todo ese dolor —tragué tratando de aflojar el nudo que se estaba formando en mi garganta —. Fue en ese momento de debilidad que Jackson apareció e impidió que no saltara.

     La expresión de Ethan se suavizó en cuanto dije mi última frase. Cerró los ojos con fuerza y su mirada pareció cansada, pero dispuesto a seguir informándose.

     —Dos días después, me envió un mensaje de texto ofreciéndose a hablar respecto a Evan, ya que previamente yo le había hecho saber que necesitaba respuestas, así que se arriesgó a hablar conmigo.

     El entrecejo de Ethan fue marcándose más a medida que le hablaba a Jackson. Era como que no le parecía lo que le decía.

     —¿De qué hablaron o qué? —preguntó. Rodeé los ojos recordando.

     —De la razón por la cual yo estaba en el puente, de que conocía muy bien a Evan y que él confiaba en Jackson y le hizo prometerle que me cuidaría.

     Ethan se quedó más quieto que una estatua. Me miró a través de sus pestañas y entrecerró los ojos.

     —¿Qué? —preguntó incrédulo —. Eso último que dijiste —especificó.

     —Que Evan le hizo prometerle que me cuidaría —profundizó mucho más el ceño.

     —¿Eso fue lo que te dijo? —afirmé moviendo la cabeza, estando segura de lo que recordaba y de lo que decía. Sacudió la cabeza —. Es imposible.

     Ahora era yo la que parecía confundida.

     —¿Qué es imposible?

     —Que Evan le hiciera prometerle eso.

     —¿Por qué?

     —Porque yo fui al único que se lo pidió, créeme.

     Me encogí de hombros.




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