April ©

19 | Trampa

       Mordí mi labio inferior mientras sentía la mirada del doctor Erick clavada en mí.

     Me acercaba a la parte más dolorosa después de la muerte de Evan. Estaba llegando al final de la historia, lo que había sucedido horas previas antes de volver a ver en la comisaría al terapeuta que me trató a los quince años.

     ¿Quién hubiera imaginado que esa misma noche todo acabaría? ¿Que perdería a la única persona que me amó y perdonó y que yo de igual forma le correspondía?

     Mis lágrimas pinchaban mis ojos, los músculos de mi vientre se retorcían, mis manos sudaban y el corazón me latía rápido y fuerte. Sentía un nudo en la garganta y en el estómago.

     Glambolia vio lo que ocurría a través de mis ojos. Me examinó preocupado.

     —Aquí termina todo, ¿verdad? —preguntó y yo asentí —. ¿Estás lista para contármelo?

     Respiré profundamente mientras miraba al techo tratando de aguantar las lágrimas y retorciendo mis manos.

     —Tengo que sacarlo todo —dije firme y él sonrió lamentable.

     —De acuerdo. Puedes empezar cuando te sientas preparada y cuando desees.

     Glambolia se recargó en el espaldar de su asiento ejecutivo. Hice un asentimiento de cabeza y tragué. Y aun con las manos nerviosas empecé a contar.

     Tenía la mirada fija en la ventanilla del auto de Ethan. Movía mi pierna derecha con nerviosismo y masticaba sin mucho énfasis la uña del pulgar de mi mano derecha, la cual estaba apoyada con el codo en el reposabrazos.

     Lo único que tenía en la cabeza era cómo abordaría a Alexander. ¿Le diría todo lo que estaba en mi mente? ¿Todo lo que había ocurrido para que pudiera entenderme mejor? Necesitaba su ayuda. Él tenía una idea de quien pudo haber asesinado a mi hermano, y yo... Yo ya estaba harta y tenía que encontrar una pista o lo que sea.

     —April, necesito que me expliques todo de pies a cabeza —la voz de Ethan me sacó de mis pensamientos haciéndome volver a la realidad.

     Él me echó una mirada breve para después volver su vista hacia el frente. Su brazo izquierdo estaba tenso en la parte superior del volante, mientras que su otro brazo, estaba recargado en el pequeño cofre que nos dividía.

     —Necesito saber qué está ocurriendo —habló preocupado e impaciente. Volvió a mirarme para después atender hacia la carretera. Era obvio que moría por saberlo todo. Lo que yo no quería era decepcionarlo con la verdad. Lo observé como si no quisiera decirle —. Por favor, April. Quiero ayudar... Yo..., joder —se revolvió el cabello con su mano derecha frustrado. Su mirada pareció cansada —. No importa lo que sea o lo que suceda después, solo por favor, necesito, deseo que me expliques. Porque estoy más perdido que una aguja en un pajar.

     Mordí mi labio inferior y asentí. Después de un respiro muy profundo decidí contarle lo que más necesitaba saber.

     —La noche en que Evan murió —dije con la vista en mis pulgares, los cuales jugueteaban con nerviosismo —, no solo fue una persona que conspiró contra él —miré a Ethan y vi como tenía la frente arrugada, atento a la carretera —. Cuando yo estaba atada a la silla, llegaron dos chicos. Uno tenía un pañuelo rojo, como el que tiene Elliott, y otro... —lo examiné atenta a su reacción. April, ¡dilo ya! —. El otro llevaba uno negro. Un pañuelo negro muy similar al que tienes tú.

     Ethan abrió los ojos y volvió a dedicarme una mirada corta. Retomé la historia.

     —El que tenía el pañuelo negro, había dicho algo que Elliott me repitió cuando me tenía secuestrada.

     —¿Qué cosa? —preguntó interesado y un poco asustado, a mi parecer.

     —Pues... A Evan le decían Howland número uno y a mi Howland número dos.

     —Y dices que Elliott te repitió lo mismo.

     —Sí, Ethan. Y, además, tiene los mismos ojos del chico que acompañaba al asesino de Evan.

     —Pero no tienes idea de quién es el otro chico.

     —Exacto.

     —Pero Elliott no lo asesinó también, ¿o sí?

     —No, él era quien mantenía débil a Evan —Ethan frunció el ceño fugazmente —. Lo golpeaba cuando su compañero se lo ordenaba.

     —A ver si entendí bien, el del pañuelo negro es quien asesinó a Evan, que todavía no sabes quién es —asentí y le dije que sí —. Y el del pañuelo rojo es Elliott —me miró para ver como yo volvía a confirmar con la cabeza —. Joder, cuando vea a Elliott, le voy a partir algo más que solo la cara.

     No seguí hablando. Solo me crucé de brazos y mientras mordía mi labio inferior miraba hacia el frente, volviendo a recrear en mi cabeza la escena de Ethan golpeando a Elliott hasta cansarse. Mierda, si Ethan lo agarraba esta vez, hasta ahí llegaría su compañero.

     —Entonces, ¿por qué decidiste así de repente venir a la comisaría? —su voz hermosa, la cual estaba calmada, me sacó de mis pensamientos.

     —Necesito hablar con Alexander. La primera vez que hablé con él me había comentado que tenía a alguien en mente que pudo haber confabulado en contra de Evan.




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