Apuesta de amor

Capítulo 4 El reto inicial

Nada antes me había provocado tanta inquietud como esta apuesta. Es la primera vez que acepto un reto de tal magnitud, considerando que aún ni siquiera sé de qué se trata. ¿En qué demonios estaba pensando? ¿Tan frustrado me siento?

―Bueno, ahora que Enzo ha aceptado, debatiremos sobre la cifra inicial del bote, la que puede aumentar, si esa misma noche se agregan nuevas exigencias a la propuesta inicial ―Rubén sonríe, satisfecho consigo mismo―. A mayor dificultad, más grande será la cantidad que recibirá el ganador.

Bufo, con ironía. Solo dos de los cinco que estamos presentes en esta terraza, tiene tanta capacidad para apostar a cualquier nivel. Sí, Miguel, Álvaro y Julián amasan una gran fortuna, pero ninguna se compara a la nuestra.

―¿Y se puede saber cuál es el reto inicial?

Una sonrisa cínica tira del lado derecho de su boca.

―Una boda.

Me eyecto del asiento de un tirón.

―¿De qué narices estás hablando?

Rubén rueda los ojos con fastidio.

―Matrimonio, nupcias, un casamiento, un enlace, una unión, un bodorrio, ¿ahora te queda claro el concepto?

Me aprieto con los dedos el puente de la nariz.

―No seas imbécil, sabes muy bien a lo que me estoy refiriendo.

De repente, un grito interrumpe nuestra discusión.

―¡Un millón!

Giro la cara y observo la expresión de entusiasmo en el rostro de Miguel.

―¡Cuatro millones!

Ahora es Julián el que propone su cifra.

―¡Ocho! Este nivel es nuevo en nuestro juego, merece una mayor apuesta ―agrega Álvaro con sonrisa mordaz al duplicar la cifra―. Estamos hablando de una boda, joder.

Me les quedo mirando, aturdido. ¿En qué tipo de lío acabo de meterme? ¿Casarme? ¿Y con una desconocida? Rubén hunde la mano en el bolsillo de su pantalón, saca la llave de su deportivo y la pone en el centro de la mesa.

―Apuesto mi deportivo.

Todo se queda en silencio. Para aquellos que lo conocemos, su Rolls-Royce Boat Tail es una de las joyas más preciadas de sus posesiones. Representa el símbolo de su orgullo, su masculinidad, vanidad y poder. Un lujoso descapotable con acabado personalizado del cual solo se han fabricado tres hasta la fecha y cuyo valor supera los veintiocho millones de dólares. Sin embargo, no es el valor monetario de su vehículo, sino el significado intrínseco. Un silbido de admiración y sorpresa rompe con aquel silencio ensordecedor.

―¡Me están jodiendo! ―indica Miguel, bastante decepcionado―. ¡Acaban de dejarme por fuera!

Ahora solo quedamos cuatro, tres de los cuales no están en capacidad de afrontar el monto de la cifra. Una jugada muy astuta de su parte para reducir al mínimo la cantidad de apostadores y llevarlo al plano personal.

―¡Lo siento, pero esto supera mi rango!

El segundo en dimitir es Julián.

―Yo igual, me dejarían en banca rota.

El último en caer es Álvaro. Así que ahora se trata de nosotros dos. No sé qué es lo que intenta hacer con esto, pero me queda claro que está dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias. Por supuesto, ahora este juego depende de mí y de lo que esté dispuesto a ofrecer a cambio. ¡Qué me jodan si piensa que voy a dar marcha atrás!

Saco el teléfono de mi bolsillo y marco el número de mi abogado. Voy a poner toda la carne en el asador, haré una puesta que superará la suya y lo hará retractarse de esta absurda estupidez que se la ha ocurrido. Yo, ¿casarme? ¡Qué me lleve el diablo si lo permito!

―Joaquín, necesito que elabores un documento en el cual se indique que el diez por ciento de mis acciones se ofrece como pago inicial de una apuesta en el que las condiciones serán estipuladas antes de su firma.

Mi abogado trata de hacerme reconsiderar sobre la sandez que estoy cometiendo, pero mi ego y arrogancia están por encima de cualquier consideración o razonamiento. Una chispa fugaz se ilumina en las pupilas oscuras de mi amigo. No sé si es por la sorpresa o porque acaba de conseguir lo que se proponía, provocarme y hacerme caer en la trampa.

―Bien, chicos, tenemos apuesta.

Un sinfín de gritos y algarabías estalla a nuestro alrededor, una vez que Rubén acepta mi oferta sin titubear. Soy el único que se ha quedado sin reacción, o, mejor dicho, el único sorprendido de que haya podido aceptarla. Se suponía que esto lo haría dar marcha atrás, pero, para la mayor de mis sorpresas, parece complacido de que haya picado su carnada. Estamos hablando de más de cien millones de dólares.

―Tengo asuntos por resolver, amigos, están en su casa.

Me alejo de allí sin dar ningún tipo de explicación. Atravieso la estancia, descolocado y frustrado por lo que acaba de pasar. Perder ese porcentaje de acciones no significa nada para mí, pero rechazar el reto me dejaría mal parado delante de todos. Nunca he perdido y no será esta la primera vez que lo haga. Las cartas ya están echadas, ahora me toca hacerles frente a las consecuencias de esta decisión.

―Señor, se servirá el desayuno en la terraza o lo haremos en el comedor.



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En el texto hay: romance, drama, venganza

Editado: 22.11.2024

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