Apuesta de amor

Capítulo 19 Una ocasión especial

Salgo de la casa con más peso sobre mis hombros del que traía. Mamá se ve más demacrada que nunca. Su preocupación y su estado emocional me hicieron comprometerme con una promesa que no sé si seré capaz de cumplir. Joder. Me detengo en el exterior y repaso mi cabello con desesperación.

―No estoy listo para establecer ninguna conexión emocional del tipo romántico con mujer alguna, mucho menos a ser padre ―bufo, angustiado―. ¿En qué nuevo problema acabo de meterme? No salgo de uno cuando ya estoy metido en otro.

La puerta se abre detrás de mí.

―Enzo, ¿te vas sin despedirte de mí?

Inhalo profundo, antes de darme la vuelta.

―Lo siento, cariño, estaba distraído, pero no me habría marchado sin despedirme de ti, mi pequeña flor.

Sonríe, se acerca y rodea mi cuerpo con sus brazos.

―Ni siquiera hemos tenido tiempo de conversar.

Bufa, apesadumbrada.

―No seas tan dramática, cariño ―sonrío divertido―. Podremos hacerlo en cualquier otro momento.

Inclina su cabeza hacia atrás para mirarme a los ojos.

―Te ves diferente.

Mi cuerpo se tensa. ¿Por qué siguen insistiendo con lo mismo? No hay nada diferente en mí. Sigo siendo el mismo hombre de siempre.

―¿Acaso me veo más apuesto que antes?

Trato de buscarle el lado divertido a la situación.

―Eres un idiota ―comenta con falsa exasperación―. Sí, eres apuesto y eso lo saben casi todas las mujeres de este país ―rueda los ojos―. Pero no es eso a lo que me refiero.

Me aparto de ella, cruzo los brazos sobre mi pecho y me le quedo mirando, intrigado.

―A ver, ¿en qué he cambiado?

Esboza una sonrisa que le llega casi a las orejas.

―Tus ojos.

Entrecierro los ojos.

―Siguen siendo verdes hasta donde recuerdo.

Comento en tono bromista.

―No es el color, Enzo ―comienza a desesperarse en vista de que no tomo en serio sus señalamientos. Eleva su mano y apunta en mi dirección―. Antes se veían tristes y opacos, ahora brillan y sonríen.

¿De qué demonios está hablando?

―¿Sonríen?

Asiente en respuesta.

―Sí, como dos niños felices.

Niego con la cabeza.

―Sigo siendo el mismo de siempre, preciosa, pero con más responsabilidades que antes ―la beso en la frente―. Creo que has estado influenciando a mamá con esas novelitas románticas que te la pasas leyendo.

Abre los ojos con impresión.

―¿Así que mamá también notó el cambio que hay en ti?

Ruedo los ojos, sonrío divertido y le toco la nariz con la punta de mi dedo.

―Deja de ver príncipes azules por todas partes, que también existen los caballeros negros ―le guiño el ojo―. Y los de su tipo son los que mejor se llevan conmigo.

Es esta vez mi hermana la que rueda los ojos y bufa con indignación.

―Hasta los caballeros oscuros tienen un corazón, Enzo ―eleva la mano y la apoya en el lado izquierdo de mi pecho―. Uno que comenzará a latir cuando la mujer adecuada aparezca en tu camino. Nunca pierdas la fe en ti.

De repente, la imagen de mi inquilina aparece en mi memoria, pero la hago desaparecer en el acto.

―Bueno, es mejor que me vaya, tengo asuntos urgentes que resolver. Te veré mañana.

Hace un puchero de pesar.

―¿Volverás a pasar la noche fuera de casa?

Inhalo profundo y apoyo mis manos en sus hombros.

―Sí, pero te prometo que vendré seguido a casa.

Su expresión se entristece.

―Nunca te habías ausentado tantas veces de casa, a menos que fuera por un viaje de negocios.

Tiene razón. No tengo justificación al respecto. Pero no puedo decirle la verdadera razón por la que he estado quedándome fuera de casa. Además, solo será por un día más. Una vez que mi inquilina se vaya, todo volverá a la normalidad.

―¿Qué te parece si me quedo a almorzar y paso la tarde contigo para recompensar mis horas de ausencia?

Su tristeza desaparece en cuestión de segundos.

―Me parece una idea genial ―salta y grita como una chiquilla y no como una jovencita de diecisiete años. Se acerca y se aferra a mi brazo―. Así me hablas de esa chica que te tiene entusiasmado.

Creo que fue una mala idea quedarme. Mi hermana es una soñadora y su falta de experiencia con la vida real le hace creer que el amor es el bálsamo que todo lo cura, cuando en realidad es un sentimiento que acaba con el orgullo de las personas y conduce a la autodestrucción. Lamento que algún día tenga que toparse de frente contra la dura pared de la realidad y se dé cuenta de que el amor no es más que una fantasía para las mentes débiles y los corazones vulnerables.

―Te dije que no hay nadie, María Camila, deja de decir tonterías.



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En el texto hay: romance, drama, venganza

Editado: 07.02.2025

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