¿Qué podría salir mal?
Tengo sueño.
Creo que estoy envejeciendo...ya puedo verme incluso con arrugas.
Porque antes podía volver a casa sin problemas en las madrugadas y ahora estoy con ojeras de panda que si me quitara el maquillaje pegarían el grito al cielo.
Tengo tanto sueño que cabeceo un par de veces. En varias de esas, mi cabeza esta por caer vergonzosamente pero mi compañera de asiento me golpea con disimulo y parpadeo sentándome bien.
Pero hay una en especial que hace que mi cuerpo se adormezca y por consecuencia no sienta los pequeños golpes. Es como caer en una nube de soñación y relajación, tan bien. Pero esta se rompe de manera dolorosa-literalmente-cuando un lápiz me pincha la pierna.
Suelto un pequeño grito olvidando que estoy en el salón y me siento bien. Me sobo donde duele y alzo la cabeza para darme cuenta que soy el centro de atención, incluso el profesor me está viendo.
-¿Algo que quiera decir a la clase, señorita Bowen?-pregunta con una ceja enmarcada.
-No, nada profesor. Solo...
...me apuñalaron con un lápiz.
-Se me cayó el lápiz en su pierna y le ha pinchado, lo siento profesor. Ha sido mi culpa.
Miro sorprendida a mi compañera de asiento. El profesor le cree y asiente antes de darse la vuelta y dejarlo pasar como si no hubiera pasado nada. Me volteo a verla y aprovecho que el profesor esta de espaldas para acercarme un poco a ella.
-Gracias-le susurro.
-No hay de qué-sonríe-eres humana y tal parece que has tenido una noche no muy buena.
Asiento feliz y el timbre suena. Ella se prepara para la siguiente clase que es deportes y antes de que se vaya decido hablar.
-Lo siento por toda la clase haberte molestado. Prometo pasarte los apuntes, bueno-río de manera nerviosa-preguntar los apuntes. Porque la clase prácticamente ya me la perdí.
Ella suelta una pequeña risa divertida y niega.
-Lo he anotado todo, tranquila.
Eso llama mi atención.
-¿Puedes pasármelos?-pregunto sonriendo-Por favor.
Ella ríe suavemente y asiente para luego irnos a deportes. Cuando salimos del aula me doy cuenta de que no sé su nombre.
-Por cierto, esto será incómodo pero no quiero volverlo en el futuro aún más incómodo de lo que ya lo es. Así que ¿cómo te llamas?
Ella suelta una risa y niega.
-Me llamo Lara Robinson.
Me alegra que no diga que sabe mi nombre, aunque posiblemente lo haga. Me gusta que me dé la oportunidad para presentarme. Así que por eso y por lo agradable que ha sido conmigo, lo decido de inmediato.
-Bueno Lara Robinson, llámame Cris.
Eso le sorprende pero asiente con una sonrisa y continuamos caminando. En los pasillos algunos nos ven extraño pero no les presto más atención y trato de sacarle la conversa. En todo el trayecto descubro que con Lara yo podría llevarme muy bien.
No creo en las amigas, pero podríamos ser buenas socias de asiento.
***
El uniforme de educación física nunca ha sido mi preferido.
Tal vez a algunas les guste, a otras no. Yo soy parte del grupo que le incomoda porque se le sube o marca más de lo que debe. Por eso usaba el pantalón y nunca me lo quitaba. Lo mismo con la chompa.
Por eso también me ganaba muchas sanciones.
Tener que correr treinta y cinco vueltas en la pista era una de esas.
Aspiro el aire por mi nariz tratando de controlar mi respiración para que luego no me arda la garganta mientras corro. Esto, es una de las cosas que no sé si darlas como buenas o malas. Es decir, hacía ejercicio. Punto bueno.
Pero luego parecía Bambi recién nacido y llegaba a mi casa muriendo. Punto malo. Así que estaba en un término medio.
Mis pasos suenan contra la tierra-porque sí, aquellos arquitectos no pensaron en lo duro que sería correr en tierra-O tal vez lo sí lo hicieron y por esa razón lo hicieron. Igual, no importaba. Dolía correr aquí.
Te quemaba bien bonito las piernas cuando acababas. Y te sacaba el aire como no imaginas.
En la décima vuelta aprieto los dientes cuando siento como mi cuerpo se está empezando a quejar. Sé que puedo más, pero esto me informa que desde este punto el esfuerzo que ponga hará que me duela los músculos mañana.
Unos pasos hacen que voltee la cara a un lado curiosa por saber a quién más la profesora le ha dado sanción.
-¿Qué haces aquí?-le pregunto.
Darwin solo sonríe y se encoge de hombros.
-Te vi corriendo y quise unirme.
-¿Qué tienes en la cabeza, loco?
-Lo que tú no tienes-asegura-¿Por qué no le dices a la maestra que tienes atributos que el resto mira cuando haces ejercicio? Es mujer, te entenderá y dejará que estés en clase sin hacer todo esto.
-Darwin, decirle eso sería muy vergonzoso. Es como que tú le dijeras que la tienes grande y que tu pantaloneta te la expone.
Me mira incrédulo.
-Definitivamente le diría, no quisiera tener ojos en donde no deben.
-Bueno, yo puedo solo correr un poco y ya.
-Son treinta y cinco vueltas Cris. Recién vas diez ¿crees poder más con la cara que traes?
-¿Qué cara tengo?
-De moribunda.
-Gracias, siempre tan halagador. Verás que si puedo.
Ante mis palabras vira la cabeza pareciendo dudoso y eso me ofende.
-Te esperaré en las gradas-dice y empieza a alejarse trotando.
-¡¿No qué querías unirte?!-le grito ofendida y él ríe.
-Sí lo hago ¿quién te lleva a la enfermería cuando te desmayes?
-Jódete-murmuro sonriendo-No me desmayaré.
-Es mejor prevenir que lamentar ¿no?
Ruedo los ojos y procedo a seguir corriendo las vueltas restantes. Lo admito, las últimas diez vueltas me sacan el aire, sudor y por poco lágrimas cuando el viento decide soplar y hace que entre polvo a mis ojos.
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Editado: 30.03.2021